alegoría de la caverna

Category: Heidegger - Obra em espanhol
Submitter: Murilo Cardoso de Castro

alegoría de la caverna

Lo que en él queda tácito es un giro en la determinación de la esencia de la verdad. Lo que este giro consuma, en qué consista, y qué se llega a fundar mediante esta mutación de la esencia de la verdad, sea, pues, ilustrado mediante una exégesis de la "alegoría de la caverna". 9004 Heideggeriana: PDT

Con la presentación de la "alegoría de la caverna" comienza el séptimo libro del "Diálogo" sobre la esencia de la pólis (República VII, 514 a, 2 hasta 517 a, 7). La "alegoría" narra una historia. La narración desarrollase en el diálogo entre Sócrates y Glaucón, donde aquél expone la historia, manifestando éste creciente admiración. La traducción adjunta va más allá, en los lugares cerrados con paréntesis, del texto griego, explicándolo. 9006 Heideggeriana: PDT

La facultad interpretativa de la "alegoría de la caverna" concentrase en hacer visible y conocible la esencia de la paideía en lo gráfico de la historia narrada. Preventivamente Platón quiere también mostrar que la esencia de la paideía no consiste en verter meros conocimientos en el alma desprevenida como en un recipiente vacío cualquiera colocado delante, ya que, contrariamente a esto, la auténtica cultura aprehende y transforma al alma en su totalidad, en la medida en que previamente desplaza al hombre a su lugar esencial y a éste lo acostumbra. Que la esencia de la paideía, en la "alegoría de la caverna", debe ser reducida a imagen, lo dice y a con bastante claridad el párrafo con que Platón al comienzo del libro VII introduce la narración: Metá taúta dée, eípon, apeíkason toioútoo páthei téen heemeterán physin paideías te péri kaí apaideusías. "Hazte después de esta clase de experiencia (presentada a continuación) una visión (de la esencia) de la "cultura" como así también de la incultura, lo cual (conjuntamente por cierto) concierne a nuestro humano ser en su fundamento." 9102 Heideggeriana: PDT

La "alegoría de la caverna" ilustra, según la unívoca enunciación platónica, la esencia de la "cultura". Por el contrario, la interpretación de la "alegoría" ahora intentada debe apuntar a la "teoría" platónica de la verdad. ¿No se verá, de este modo, la "alegoría" sobrecargada con algo que le es extraño? La interpretación amenaza con degenerar en una violenta contra-interpretación. Parezca esto así, hasta tanto se haya afirmado la comprensión de que el pensar de Platón se somete a una mutación de la esencia de la verdad, mutación que deviene ley oculta de lo que el pensador expresa. Según la necesaria interpretación de una futura necesidad, la "alegoría" no sólo ilustra la esencia de la cultura, sino que, al mismo tiempo, ella abre la mirada hacia una mutación esencial de la "verdad". ¿No tiene entonces que existir, dado que la "alegoría" puede mostrar a ambas, una relación esencial entre la "cultura" y la "verdad"? Esta relación existe de hecho, y ella consiste en que la esencia de la verdad y el modo de su mutación hace posible la "cultura" en su conexión fundamental. 9104 Heideggeriana: PDT

Pero no nos demos por satisfechos con traducir las palabras paideía y aléetheia sólo "literalmente"; más bien intentemos pensar en las palabras traducidas la esencia pertinente - relativa a los hechos - designada por el saber de los griegos, para reunir después simultáneamente "cultura" y "verdad" en una unidad esencial. Si tomamos seriamente la consistencia esencial de lo que la palabra aléetheia designa, surge entonces la pregunta de a partir de dónde determina Platón la esencia de la desocultación, interrogante cuya respuesta remite a la sustancia propiamente dicha de la "alegoría de la caverna", mostrando qué y de qué modo trata la "alegoría" sobre la esencia de la verdad. 9110 Heideggeriana: PDT

En razón de que la paideía tiene su esencia en la periagogée hóles tées psyjées, ella es, como tal giro (o reversión), constantemente la superación de la apaídeusía. La paideía contiene en sí la esencial referencia retrospectiva a la incultura. Y si ya la "alegoría de la caverna", conforme a la propia interpretación de Platón, ha de tornar gráfica la esencia de la paideía, entonces esta ilustración tiene que hacer visible también precisamente este momento esencial, la constante superación de la incultura. Es por ello que en la historia la narración no concluye, como se cree, con la descripción del más alto escalón alcanzado en el ascenso desde la caverna. Por el contrario, pertenece a la "alegoría" el relato de un retorno del liberado a la caverna hasta los todavía encadenados, con el designio de apartarlos de lo que es para ellos lo desoculto y conducirlos ante lo más desoculto. Pero este liberador ya no se puede orientar en la caverna; corre el riesgo de sucumbir a la supremacía de la verdad allí reguladora, es decir, a la pretensión de la "realidad" común como la única, amenazándole la posibilidad de ser sacrificado, posibilidad que, en el destino de Sócrates, "maestro" de Platón, se hizo efectiva. 9126 Heideggeriana: PDT

Y, aunque en la "alegoría de la caverna" la aléetheia sea particularmente experimentada y en destacados lugares nombrada en vez de la desocultación, insiste en la supremacía otra esencia de la verdad; pero con esto está ya dicho que también la desocultación conserva en sí un rango. 9132 Heideggeriana: PDT

La representación de la "alegoría" y la propia interpretación de Platón toman casi naturalmente a la caverna subterránea y a su exterior como el dominio en cuyo ámbito se desarrollan los procesos relatados. Igualmente esenciales son los tránsitos narrados y el ascenso desde el dominio del resplandor del fuego artificial a la claridad de la luz solar, como así también el retroceso desde la fuente de toda luz a la oscuridad de la caverna. En la "alegoría de la caverna" la fuerza ilustrativa no emana de la imagen de la clausura de la bóveda subterránea y de lo preso en lo que está cerrado, como tampoco de la vista de lo abierto en lo exterior de la caverna. La fuerza figurativa de la interpretación de la "alegoría" concéntrase, para Platón, más bien en el rol del fuego, del resplandor del fuego y de las sombras, de la claridad diurna, de la luz solar y del sol. Todo yace en el resplandecer de lo que aparece y en el hacer posible su visibilidad. La desocultación es mencionada por cierto en sus distintos escalones, aunque sólo lo es para saber de qué modo ella hace accesible en su aspecto (eídos) a lo que aparece y visible a este mostrarse (idéa). La reflexión propiamente dicha se dirige al aparecer del aspecto que se ofrece en la claridad del resplandor. Este aspecto suministra la perspectiva sobre el cómo se esencializa cada ente. La reflexión propiamente dicha pasa a la idéa. La "idea" es el aspecto que proporciona vista en lo que se esencializa. La idéa es el puro resplandecer en el sentido de la expresión "el sol resplandece". La "idea" no consiente que ninguna otra cosa (detrás de sí) "aparezca’’; ella misma es lo que resplandece, y lo que resplandece reside únicamente en el resplandecer de sí mismo. La idéa es, pues, lo resplandeciente. Su esencia consiste en la luminosidad y en la visualidad, merced a las cuales tiene lugar la esencialización, o sea la esencialización de lo que cada ente es. En el qué es del ente es donde éste se esencializa. Pero la esencialización es en general la esencia del ser, por lo cual, para Platón, el ser tiene su esencia propiamente dicha en el qué es. Ya no una posterior denominación revela que quidditas es el verdadero esse, la essentia, y no la existentia. Lo que la idea trae a la visión y de ese modo deja ver es, para el mirar dirigido a ella, lo desoculto de aquello que aparece como idea. De este modo, lo desoculto viene a ser concebido de antemano y exclusivamente, como lo apercibido en la apercepción de la idéa, como lo conocido (gignooskómenon) en el conocer (gignóoskein). El noein y el nous (la apercepción) mantienen para Platón, en este giro, la referencia esencial a la "idea". La disposición en este dirigirse a las ideas determina la esencia de la apercepción y, en consecuencia, pues, la esencia de la "razón". 9134 Heideggeriana: PDT

La "desocultación" mienta ahora lo desoculto, considerado siempre como lo accesible mediante la luminosidad de la idea. Pero en tanto el acceso es logrado necesariamente por medio de un "ver", la desocultación, puesta en "relación" con el ver. es "relativa" a éste. De ahí que la pregunta desarrollada al final del VI libro de la "República", sea: Por qué lo visto y el ver son lo que son en su relación? ¿En qué consiste esa tensión como de arco que existe entre ambos? ¿Qué yugo (zygón 508 a. I) los mantiene unidos? La respuesta, cuya ilustración procura la "alegoría de la caverna", se ofrece en la siguiente imagen: El sol, como fuente de la luz, proporciona visibilidad a lo que es visto. Pero el ver sólo ve lo visible, en la medida que el ojo es heelioeidés, es decir "semejante al sol", o sea mientras tenga una facultad de plena correspondencia con el modo esencial del sol, es decir, con su resplandecer. El ojo mismo "ilumina" y se entrega al resplandecer, pudiendo de este modo acoger y apercibir lo que aparece. Efectivamente pensada, esta imagen significa una correspondencia que Platón (VI, 508 e) expresa de esta forma: "Esto, pues, es lo que la desocultación proporciona a lo conocido, pero otorgando también al cognocente la facultad (de conocer), eso mismo, digo, es la idea del bien" (touto toínyn, to téen aléetheian paréjon tois gignooskoménois kai too gignóoskonti téen dynamin apodidón téen tou agathoú idéan pháthi eínai). 9136 Heideggeriana: PDT

De la esencia de la idea suprema resulta, para toda mirada circunspecta en el orden práctico, hoti deí taúteen ideín tón méllonta emphrónoos práxein ée idía ée deemosía (517 c, 4-5) , "que, quien quiera obrar con circunspección, sea en asuntos personales, sea en asuntos públicos, tiene que tenerla a la vista" (a la idea que como el hacer posible de la esencia de la idea, se denomina el bien). Quien quiera, pues, y deba obrar en un mundo determinado por "la idea", necesita ante todo de la visión de las ideas. La esencia de la paideía consiste, por tanto, también en liberar al hombre y afirmarlo para la lúcida constancia de la visión esencial. Ahora bien, puesto que, conforme a la propia interpretación platónica, la "alegoría de la caverna" ha de traer a imagen perceptible la esencia de la paideía, tiene también, por lo mismo, que relatar el ascenso hacia la visión de la idea suprema. 9150 Heideggeriana: PDT

La "alegoría de la caverna" no trata, por cierto, propiamente de la aléetheia, pero contiene la "doctrina" platónica de la verdad, pues la alegoría se funda en el proceso tácito del predominio de la idéa sobre la aléetheia. La "alegoría" suministra una imagen de lo que dice Platón acerca de la idéa tou agathou: autée kyría aléetheian kaí noun parasjoménee, o sea que "ella es la soberana en cuanto otorga la desocultación (a lo que se muestra) y, simultáneamente, la percepción (de lo desoculto)." La aléetheia, cae bajo el yugo de la idéa, y en tanto Platón dice de ésta que es la soberana, la que permite la desocultación, nos remite a algo tácito, o sea que, en lo sucesivo, la esencia de la verdad como esencia de la desocultación no se despliega desde la propia plenitud esencial, sino que se desplaza sobre la esencia de la idéa. La esencia de la verdad abandona el rasgo fundamental de la desocultación. 9152 Heideggeriana: PDT

Por una sola frase de la sección que contiene la propia explicación que da Platón de la "alegoría de la caverna", puede destacarse la ambigüedad de la determinación de la esencia de la verdad (517 b, 7 hasta c, 5) . El pensamiento conductor es que la idea suprema unce el yugo entre el conocer y lo conocido, relación ésta que, sin embargo, es tomada en una doble acepción, por lo cual Platón expresa, en primer término, como regla, que: hee tou agathou idéa es pántoon orthóon te kai kalóon aitía, o sea que "la idea del bien es la causa (Ur-sache = proto cosa) así de todo lo bello como de todo lo justo", (es decir que ella es lo que hace posible la esencia). Y luego se dice que la idea del bien es kyría aléetheian kaí noún parasjoménee "la soberana que concede la desocultación, como también la percepción." Estos dos enunciados no corren a la par como para que a las orthá (lo justo) corresponda la aléetheia, y a las kalá (lo bello) corresponda el nous (la percepción); antes bien, esta correspondencia marcha de través y desacordada. A las orthá, a lo justo y su justeza corresponde la recta percepción, y a lo bello corresponde lo desoculto, pues la esencia de lo bello consiste en ser lo ekfanéstaton (cf. Fedro), es decir , lo que exhibiéndose de ordinario y de modo más puro muestra su aspecto y es, de esa manera, desoculto. Ambas oraciones tratan de la primacía de la idea del bien como de lo que hace posible la justeza del conocer y la desocultación de lo conocido. Verdad es aquí todavía, y sobre todo, desocultación y justeza, aunque la desocultación está ya bajo el yugo de la idéa. La misma ambigüedad en la determinación de la esencia de la verdad domina también en Aristóteles En el capítulo final del noveno libro de la Metafísica, en el que el pensar aristotélico sobre el ser del ente alcanza su altura cumbre, la desocultación es el rasgo fundamental y soberano del ente, diciéndonos al mismo tiempo que "lo falso y lo verdadero no está en las cosas (mismas) . . . sino que yace en el entendimiento", ou gar esti to pseudos kai to aleethés en tois prágmasin... all’ en dianoia (Met. E, 4, 1027 b, 25 ss). 9160 Heideggeriana: PDT

Submitted on:  Tue, 09-Jan-2007, 00:19