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Léxico Filosofia

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persona

Definition:
Usted pregunta: ¿comment redonner un sens au mot “Humanisme”? Esta pregunta nace de la intención de seguir manteniendo la palabra “humanismo”. Pero yo me pregunto si es necesario. ¿O acaso no es evidente el daño que provocan todos esos títulos? Es verdad que ya hace tiempo que se desconfía de los “ismos”. Pero el mercado de la opinión pública reclama siempre otros nuevos y por lo visto siempre se está dispuesto a cubrir esa demanda. También nombres como “lógica”, “ética”, “física” surgen por primera vez en escena tan pronto como el pensar originario toca a su fin. En su época más grande, los griegos pensaron sin necesidad de todos esos títulos. Ni siquiera llamaron “filosofía” al pensar. Ese pensar se termina cuando sale fuera de su elemento. El elemento es aquello desde donde el pensar es capaz de ser un pensar. El elemento es lo que permite y capacita de verdad: la capacidad. Ésta hace suyo el pensar y lo lleva a su esencia. El pensar, dicho sin más, es el pensar del ser. El genitivo dice dos cosas. El pensar es del ser, en la medida en que, como acontecimiento propio del ser, pertenece al ser. El pensar es al mismo tiempo pensar del ser, en la medida en que, al pertenecer al ser, está a la escucha del ser. Como aquello que pertenece al ser, estando a su escucha, el pensar es aquello que es según su procedencia esencial. Que el pensar es significa que el ser se ha adueñado destinalmente de su esencia. Adueñarse de una “cosa” o de una “PERSONA” en su esencia quiere decir amarla, quererla. Pensado de modo más originario, este querer significa regalar la esencia. Semejante querer es la auténtica esencia del ser capaz, que no sólo logra esto o aquello, sino que logra que algo “se presente” mostrando su origen, es decir, hace que algo sea. La capacidad del querer es propiamente aquello “en virtud” de lo cual algo puede llegar a ser. Esta capacidad es lo auténticamente “posible”, aquello cuya esencia reside en el querer. A partir de dicho querer, el ser es capaz del pensar. Aquél hace posible éste. El ser, como aquello que quiere y que hace capaz, es lo posible. En cuanto elemento, el ser es la “fuerza callada” de esa capacidad que quiere, es decir, de lo posible. Claro que, sometidas al dominio de la “lógica” y la “metafísica”, nuestras palabras “posible” y “posibilidad” sólo están pensadas por diferencia con la palabra “realidad”, esto es, desde una determinada interpretación del ser — la metafísica — como actus y potentia, una diferenciación que se identifica con la de existentia y essentia. Cuando hablo de la “callada fuerza de lo posible” no me refiero a lo possibile de una possibilitas sólo representada, ni a la potentia como essentia de un actus de la existentia, sino al ser mismo, que, queriendo, está capacitado sobre el pensar, y por lo tanto sobre la esencia del ser humano, lo que significa sobre su relación con el ser. Aquí, ser capaz de algo significa preservarlo en su esencia, mantenerlo en su elemento. Heideggeriana: CartaHumanismo

Cuando el pensar se encamina a su fin por haberse alejado de su elemento, reemplaza esa pérdida procurándose una validez en calidad de techne, esto es, en cuanto instrumento de formación y por ende como asunto de escuela y posteriormente empresa cultural. Paulatinamente, la filosofía se convierte en una técnica de explicación a partir de las causas supremas. Ya no se piensa, sino que uno se ocupa con la “filosofía”. En mutua confrontación, esas ocupaciones se presentan después públicamente como una serie de… ismos e intentan superarse entre sí. El dominio que ejercen estos títulos no es fruto del azar. Especialmente en la Edad Moderna, se basa en la peculiar dictadura de la opinión pública. Sin embargo, la que se suele llamar “existencia privada” no es en absoluto el ser-hombre esencial o, lo que es lo mismo, el hombre libre. Lo único que hace es insistir en ser una negación de lo público. Sigue siendo un apéndice suyo y se alimenta solamente de su retirada fuera de lo público. Así, y contra su propia voluntad, dicha existencia da fe de la rendición ante los dictados de la opinión pública. A su vez, dicha opinión es la institución y autorización de la apertura de lo ente en la objetivación incondicionada de todo, y éstas, como procedentes del dominio de la subjetividad, están condicionadas metafísicamente. Por eso, el lenguaje cae al servicio de la mediación de las vías de comunicación por las que se extiende la objetivación a modo de acceso uniforme de todos a todo, pasando por encima de cualquier límite. Así es como cae el lenguaje bajo la dictadura de la opinión pública. Ésta decide de antemano qué es comprensible y qué es desechable por incomprensible. Lo que se dice en Ser y tiempo (1927), §§ 27 y 35, sobre el “uno” impersonal no debe tomarse de ningún modo como una contribución incidental a la sociología. Pero dicho “uno” tampoco pretende ser únicamente la imagen opuesta, entendida de modo ético-existencial, del ser uno mismo de la PERSONA. Antes bien, lo dicho encierra la indicación que remite a la pertenencia inicial de la palabra al ser, pensada desde la pregunta por la verdad del ser. Bajo el dominio de la subjetividad, que se presenta como opinión pública, esta relación queda oculta. Pero cuando la verdad del ser alcanza por fin el rango que la hace digna de ser pensada por el pensar, también la reflexión sobre la esencia del lenguaje debe alcanzar otra altura. Ya no puede seguir siendo mera filosofía del lenguaje. Éste es el único motivo por el que Ser y tiempo (§ 34) hace una referencia a la dimensión esencial del lenguaje y toca la simple pregunta que se interroga en qué modo del ser el lenguaje es siempre como lenguaje. La devastación del lenguaje, que se extiende velozmente por todas partes, no sólo se nutre de la responsabilidad estética y moral de todo uso del lenguaje. Nace de una amenaza contra la esencia del hombre. Cuidar el uso del lenguaje no demuestra que ya hayamos esquivado ese peligro esencial. Por el contrario, más bien me inclino a pensar que actualmente ni siquiera vemos ni podemos ver todavía el peligro porque aún no nos hemos situado en su horizonte. Pero la decadencia actual del lenguaje, de la que, un poco tarde, tanto se habla últimamente, no es el fundamento, sino la consecuencia del proceso por el que el lenguaje, bajo el dominio de la metafísica moderna de la subjetividad, va cayendo de modo casi irrefrenable fuera de su elemento. El lenguaje también nos hurta su esencia: ser la casa de la verdad del ser. El lenguaje se abandona a nuestro mero querer y hacer a modo de instrumento de dominación sobre lo ente. Y, a su vez, éste aparece en cuanto lo real en el entramado de causas y efectos. Nos topamos con lo ente como lo real, tanto al calcular y actuar como cuando recurrimos a las explicaciones y fundamentaciones de la ciencia y la filosofía. Y de éstas también forma parte la aseveración de que algo es inexplicable. Con este tipo de afirmaciones creemos hallarnos ante el misterio, como si de este modo fuera cosa asentada que la verdad del ser pudiera basarse sobre causas y explicaciones o, lo que es lo mismo, sobre su inaprehensibilidad. Heideggeriana: CartaHumanismo

Ciertamente, la metafísica representa a lo ente en su ser y, por ende, también piensa el ser de lo ente. Pero no piensa el ser como tal, no piensa la diferencia entre ambos (vid. Vom Wesen des Grundes, 1929, p. 8; también Kant und das Problem der Metaphysik, 1929, p. 225, y Sein und Zeit, p. 230). La metafísica no pregunta por la verdad del ser mismo. Por tanto, tampoco pregunta nunca de qué modo la esencia del hombre pertenece a la verdad del ser. Pero no se trata sólo de que la metafísica no haya planteado nunca hasta ahora esa pregunta, sino de que dicha pregunta es inaccesible para la metafísica en cuanto metafísica. El ser todavía está aguardando el momento en que él mismo llegue a ser digno de ser pensado por el hombre. Desde la perspectiva de una determinación esencial del hombre, da igual cómo definamos la ratio del animal y la razón del ser vivo, bien sea como “facultad de los principios”, como “facultad de las categorías” o de cualquier otro modo, pues, en cualquier caso, siempre y en cada ocasión, nos encontraremos con que la esencia de la razón se funda en el hecho de que para toda aprehensión de lo ente en su ser, el ser mismo se halla ya siempre aclarado como aquello que acontece en su verdad. Del mismo modo, con el término “animal”, zoon, ya se plantea una interpretación de la “vida” que necesariamente reposa sobre una interpretación de lo ente como zoe y physis dentro de la que aparece lo vivo. Pero, aparte de esto, lo que finalmente nos queda por preguntar por encima de todo es si acaso la esencia del hombre reside de una manera inicial que decide todo por anticipado en la dimensión de la animalitas. ¿De verdad estamos en el buen camino para llegar a la esencia del hombre cuando y mientras lo definimos como un ser vivo entre otros, diferente de las plantas, los animales y dios? Sin duda, se puede proceder así, se puede disponer de ese modo al hombre dentro de lo ente entendiéndolo como un ente en medio de los otros. De esta suerte, siempre se podrán afirmar cosas correctas sobre el ser humano. Pero también debe quedarnos muy claro que, procediendo así, el hombre queda definitivamente relegado al ámbito esencial de la animalitas, aun cuando no lo pongamos al mismo nivel que el animal, sino que le concedamos una diferencia específica. Porque, en principio, siempre se piensa en el homo animalis, por mucho que se ponga al animal a modo de animus sive mens y en consecuencia como sujeto, como PERSONA, como espíritu. Esta manera de poner es, sin duda, la propia de la metafísica. Pero, con ello, la esencia del hombre recibe una consideración bien menguada, y no es pensada en su origen, un origen esencial que sigue siendo siempre el futuro esencial para la humanidad histórica. La metafísica piensa al hombre a partir de la animalitas y no lo piensa en función de su humanitas. Heideggeriana: CartaHumanismo

La ex-sistencia es algo que sólo se puede decir de la esencia del hombre, esto es, sólo del modo humano de “ser”. Porque, en efecto, hasta donde alcanza nuestra experiencia, sólo el hombre está implicado en el destino de la ex-sistencia. Por eso, si admitimos que el hombre está destinado a pensar la esencia de su ser y no sólo a narrar historias naturales e históricas sobre su constitución y su actividad, tampoco se puede pensar la ex-sistencia como una especie específica en medio de las otras especies de seres vivos. Y, por eso, también se funda en la esencia de la ex-sistencia la parte de animalitas que le atribuimos al hombre cuando lo comparamos con el “animal”. El cuerpo del hombre es algo esencialmente distinto de un organismo animal. La confusión del biologismo no se supera por añadirle a la parte corporal del hombre el alma, al alma el espíritu y al espíritu lo existencial y, además, predicar más alto que nunca la elevada estima en que se debe tener al espíritu, si después se vuelve a caer en la vivencia de la vida, advirtiendo y asegurando que los rígidos conceptos del pensar destruyen la corriente de la vida y que el pensar del ser desfigura la existencia. Que la fisiología y la química fisiológica puedan investigar al ser humano en su calidad de organismo, desde la perspectiva de las ciencias naturales, no prueba en modo alguno que en eso “orgánico”, es decir, en el cuerpo científicamente explicado, resida la esencia del hombre. Esa opinión tiene tan poco valor como la que sostiene que la esencia de la naturaleza está encerrada en la energía atómica. Después de todo, bien podría ser que la naturaleza ocultase su esencia precisamente en la cara que presenta al dominio técnico del hombre. Así como la esencia del hombre no consiste en ser un organismo animal, así tampoco esa insuficiente definición esencial del hombre se puede desechar o remediar con el argumento de que el hombre está dotado de un alma inmortal o una facultad de raciocinio o del carácter de PERSONA. En todos los casos estamos pasando por encima de la esencia, basándonos precisamente en el fundamento del propio proyecto metafísico. Heideggeriana: CartaHumanismo

Pensada extáticamente, la ex-sistencia no coincide ni en contenido ni en forma con la existentia. Desde el punto de vista del contenido, ex-sistencia significa estar fuera en la verdad del ser. Por contra, existentia (existente) significa actualitas, realidad efectiva a diferencia de la mera posibilidad como idea. Ex-sistencia designa la determinación de aquello que es el hombre en el destino de la verdad. Existentia sigue siendo el nombre para la realización de lo que algo es cuando se manifiesta en su idea. La frase que dice “el hombre ex-siste” no responde a la pregunta de si el hombre es o no real, sino a la pregunta por la “esencia” del hombre. Esta pregunta la solemos plantear siempre de manera inadecuada, ya sea cuando preguntamos qué es el hombre, ya sea cuando preguntamos quién es el hombre, porque con ese ¿quién? o ¿qué?. nos ponemos en el punto de vista que trata de ver ya una PERSONA o un objeto. Pero sucede que tanto el carácter personal como el carácter de objeto no sólo no aciertan con lo esencial de la ex-sistencia de la historia del ser, sino que impiden verlo. Por eso, en la citada frase de Ser y tiempo se escribe con muchas reservas y entre comillas la palabra “esencia” (p. 42). Esto indica que, ahora, la “esencia” no se determina ni desde el esse essentiae ni desde el esse existentiae, sino desde lo ex-stático del Dasein. En cuanto ex-sistente, el hombre soporta el ser-aquí, en la medida en que toma a su “cuidado” el aquí en cuanto claro del ser. Pero el propio ser-aquí se presenta en cuanto “arrojado”. Se presenta en el arrojo del ser, en lo destinal que arroja a un destino. Heideggeriana: CartaHumanismo

Pero para que nosotros, los que vivimos ahora, podamos llegar a la dimensión de la verdad del ser y podamos meditarla, no nos queda más remedio que empezar por poner en claro cómo atañe el ser al hombre y cómo lo reclama. Este tipo de experiencia esencial nos ocurre en el momento en que nos damos cuenta de que el hombre es en la medida en que exsiste. Si empezamos por decir esto en el lenguaje de la tradición diremos que la ex-sistencia del hombre es su substancia. Es por eso por lo que en Ser y tiempo vuelve a aparecer a menudo la frase: “La ‘substancia’ del hombre es la existencia” (pp. 117, 212 y 314). Lo que pasa es que, pensado desde el punto de vista de la historia del ser, “substancia” ya es la traducción encubridora del griego ousia, una palabra que nombra la presencia de lo que se presenta y que normalmente, y debido a una enigmática ambigüedad, alude también a eso mismo que se presenta. Si pensamos el nombre metafísico de “substancia” en este sentido (un sentido que en Ser y tiempo, de acuerdo con la “destrucción fenomenológica” que allí se lleva a cabo, ya está en el ambiente), entonces la frase “la ‘substancia’ del hombre es la ex-sistencia” no dice sino que el modo en que el hombre se presenta al ser en su propia esencia es el extático estar dentro de la verdad del ser. Mediante esta determinación esencial del hombre ni se desechan ni se tildan de falsas las interpretaciones humanísticas del ser humano como animal racional, “PERSONA”, o ser dotado de espíritu, alma y cuerpo. Por el contrario, se puede afirmar que el único pensamiento es el de que las supremas determinaciones humanistas de la esencia del hombre todavía no llegan a experimentar la auténtica dignidad del hombre. En este sentido, el pensamiento de Ser y tiempo está contra el humanismo. Pero esta oposición no significa que semejante pensar choque contra lo humano y favorezca a lo inhumano, que defienda la inhumanidad y rebaje la dignidad del hombre. Sencillamente, piensa contra el humanismo porque éste no pone la humanitas del hombre a suficiente altura. Es claro que la altura esencial del hombre no consiste en que él sea la substancia de lo ente en cuanto su “sujeto” para luego, y puesto que él es el que tiene en sus manos el poder del ser, dejar que desaparezca el ser ente de lo ente en esa tan excesivamente celebrada “objetividad”. Heideggeriana: CartaHumanismo

El poema es de Georg Trakl. Que él sea el poeta no tiene importancia, ni aquí ni en cualquier gran hallazgo poético. Este hallazgo puede incluso consistir en la negación del hombre y de la PERSONA del poeta. Heideggeriana: Linguagem1950

Cuando hablamos aquí de “conceptos”, de “comprender” y de “pensar”, no se trata, sin embargo, de una delimitación meramente proposicional de lo que hay que representarse al nombrar los cinco títulos capitales aludidos. Comprender quiere decir aquí: sabiendo, experimentar lo nombrado en su esencia y reconocer así en qué instante “estamos” de la oculta historia de Occidente; reconocer si estamos erguidos en él, si nos estamos cayendo o si ya estamos tendidos, o bien si no presentimos nada de lo uno ni estamos afectados por lo otro sino que simplemente nos dejamos arrastrar por las imágenes engañosas del opinar cotidiano y del actuar corriente y no hacemos más que revolvernos en el descontento de la propia PERSONA. El saber pensante, en cuanto presunta “doctrina meramente abstracta”, no tiene un comportamiento práctico sólo como consecuencia posterior. El saber pensante es en sí mismo una actitud [Haltung] que no es sostenida [gehalten] en el ser por ente alguno sino por el ser. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Lo segundo que será ante todo necesario para dilucidar la proposición final de la sección A es señalar el modo en que Nietzsche nombra aquí, a modo de resumen, las tres categorías de acuerdo con las cuales ha sido interpretado el ente en su totalidad. En lugar de “sentido” dice ahora “fin”, en lugar de “totalidad” y “sistematización” dice “unidad”, y, lo que es lo más decisivo, en lugar de “verdad” y “mundo verdadero” dice aquí directamente “ser”. Todo esto, nuevamente, sin ningún tipo de explicación. En realidad, no debemos asombrarnos por la falta de explicación de los conceptos y nombres que aquí se utilizan. Lo que tenemos ante nosotros en este fragmento, en forma de una nota, no es una sección de un libro destinado al “público”, ni menos aún una sección de un tratado, sino el monólogo de un pensador. En él no habla con su “yo” ni con su “PERSONA”, habla con el ser del ente en su totalidad y desde el ámbito de lo ya previamente dicho en la historia de la metafísica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Y: “Justicia, como función de un poder que mira lejos en torno a sí, que ve más allá de las pequeñas perspectivas del bien y del mal, que tiene, por lo tanto, un horizonte de ventaja más amplio, la intención de conservar algo que es más que esta o aquella PERSONA.” (XIV, Primera mitad, n. 158) Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los conceptos de “hombre”, a saber: (1) ser vivo dotado de razón y (2) PERSONA, personalidad, nacen de la experiencia de, y de la atención a, contextos de objetos o ámbitos objetuales del mundo, dados en cada caso de una determinada manera. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Los conceptos de hombre hoy accesibles y transitables, es decir, los dos conceptos que hemos señalado, se remontan a ambas fuentes, ya se desarrolle la idea de PERSONA partiendo de Kant y del idealismo alemán, ya se la desarrolle enlazando con la teología medieval. Heideggeriana: Hermeneutica1923

La explicación de la idea de hombre como PERSONA, el cual concepto recoge e incluye el concepto griego de zoon logon echon, se obtiene tomando como hilo conductor un pasaje que en múltiples aspectos es clásico en la teología cristiana, Génesis I, 26 en los LXX (Setenta) “Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen (eikon) y semejanza (omoíosis)”; eikon y homoíosis, imagen y semejanza en un sentido bastante idéntico. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Incluso la definición misma se ha disociado ya del suelo que tuvo en su origen y, por tanto, de una genuina posibilidad [Cfr. Aristoteles, Ética a Nicómaco. A 6.] de dar razón de ella, y la forma en que sigue operando en la filosofía moderna (Kant) viene, además, determinada por una interpretación en cuyo interior siguen jugando motivos teológicos de procedencia cristiana. El sentido de las ideas de humanidad, de personalidad, de ser PERSONA, sólo resulta comprensible a partir de esas fuentes, es decir, como determinadas des-teologizaciones de tipo formalizador. Cfr. Kant, Religión dentro de los límites de la mera razón [En: Obras completas, VI, Lepzig 1968, p. 120.]. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Scheler [El formalismo en la ética y la ética material de los valores. Jh. f. Philosophie und phänom. Forchung 2 (1916), p. 266] está tan lejos de entender el planteamiento básico de la idea de PERSONA de Kant, que sólo considera el sentimiento de respeto [al que Kant apela] como una “singular excepción”, sin querer ver que su propia idea de PERSONA (la de Scheler), no sólo se distingue de la idea kantiana en que es más dogmática y permite en mayor grado aún una confusión de los límites entre filosofía y teología, es decir, en que echa a perder la teología y daña a la filosofía y a las posibilidades de hacer preguntas críticamente planteadas, que caracterizan a la filosofía. Heideggeriana: Hermeneutica1923

El grado de confusión que Scheler produce en estos enfoques de principio, pónese de manifiesto entre otras cosas en que su idea de PERSONA, en su formulación literal, es precisamente aquella que los reformadores hicieron valer frente a un aristotelismo de la escolástica, estéril y superficial; cfr. Zwingli, Calvino. Y, además, Scheler pasa por alto que precisamente en tal contexto, es decir, en el contexto teológico, hay que distinguir básicamente entre varios status, formas de ser del hombre (status integritatis, status corruptionis, status gratiae, status gloriae) y que no se pueden intercambiar arbitrariamente los unos por los otros. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Esta definición convertida así en una especie de tesis o en una especie de principio, se convierte, empero, dentro de la autocomprensión de la conciencia cristiana de la exsistencia, se convierte, digo, en el fundamento no sometido a ulterior discusión sobre el que se basa el diseño teológico de la idea de hombre, a partir de la cual se formó la idea de PERSONA (racional = que puede conocer). Esa determinación teológica sólo puede entenderse (ella), es decir, sólo puede efectuarse midiéndose por su propio principio de conocimiento, es decir, recurriendo a la revelación y, primariamente, a la Escritura. El hilo conductor que a tal efecto se toma es el fijado por el Génesis I, 26: “Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen (eikon) y semejanza (homoíosis)”. El ser-hombre, ser-hombre, el hombre (qué sea ello) viene de antemano predefinido por la fe como un haber sido hecho por Dios a imagen de Dios. Por tanto, la definición que se da de la esencia del hombre, prescindiendo de la definición griega, tomada desde fuera, vaciada de su contenido, depende de la idea de Dios que se está haciendo operar en ella y que norma a esa determinación de la esencia del hombre. Heideggeriana: Hermeneutica1923

El concepto de facticidad: la propia exsistencia, la nuestra, la mía en cada caso, la exsistencia de cada cual, precisamente en esa determinación que empezábamos dándole, es decir, la de “propia”, “apropiación”, “apropiada”, no empieza incluyendo en sí nada de la idea de “yo”, de PERSONA, de puro yo, de centro de los actos. Tampoco el concepto de sí mismo, de Selbst, de self, de auto, tiene (cuando lo empleamos) un origen “yoico” (cfr. La intencionalidad y su arché). Heideggeriana: Hermeneutica1923

Por tanto, si a partir del Zunächst es decir, si a partir del “primariamente” o “primeramente” que (como hemos visto) caracteriza al hoy, es decir, si a partir de lo “primariamente” del hoy, hemos de avistar algo así como la exsistencia actual, es decir, hemos de avistar algo así como la exsistencia de hoy, entonces a tal fin será menester buscar tal cosa en ese trajín del hablar y el decir, en ese Gerede que define al carácter público del hoy, en ese Gerede en el que la exsistencia propiamente habla de sí misma, en el que, por tanto, la exsistencia de alguna manera es-ahí convertida en objeto para sí. Tal Gerede público, es decir, tal trajín público del hablar y del decir, es decir, tal habla pública carente de suelo o que no sabe si lo tiene, es decir, tal conciencia de estar uno informado y de saber uno cosas, de ser uno una PERSONA culta, tiene su fuente en formas más genuinas de trato con la cosa de que se habla. Heideggeriana: Hermeneutica1923

¿Qué es el tiempo de este ahora en el que miro el reloj? Por ejemplo, ahora, en el preciso instante en el que lo hago; ahora, cuando se apaga la luz. ¿Qué es el ahora? ¿Está el ahora a mi disposición? ¿Soy yo el ahora? ¿Es cualquier otra PERSONA el ahora? De ser así, yo mismo y cualquier otra PERSONA sería el tiempo. Y en nuestro ser juntamente con otros seríamos el tiempo — todos y ninguno. ¿Soy yo el ahora, o solamente aquel que afirma esto? ¿Con o sin reloj expreso? Ahora, al anochecer, al amanecer, esta noche, hoy: aquí topamos con un reloj con el que siempre ha operado la existencia humana, el reloj natural de la alternancia del día y de la noche. Heideggeriana: ConceitoTempo

El tiempo ahora (die Zeit jetzt) que veo en el reloj: ¿qué es este ahora? Ahora, que hago esto; ahora, por ejemplo, que se va la luz. ¿Qué es el ahora? ¿Está el ahora a mi disposición? ¿Soy yo el ahora? ¿Es cada otra PERSONA el ahora? Entonces el tiempo sería yo mismo, y cada otra PERSONA sería el tiempo. En nuestro estar-uno-con-otro (Miteinander) seríamos el tiempo — ninguno y cada uno. ¿Soy yo el ahora, o sólo aquél que lo dice? ¿Con o sin un reloj explícito? Ahora, por la tarde, en la mañana, esta noche, hoy: aquí nos topamos con un reloj que la existencia humana ha adoptado desde siempre, el reloj natural de la alternancia de día y noche. Heideggeriana: EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)

Otra posibilidad de una revelación de este tipo se esconde en la alegría que nos procura la presencia del Dasein — y no de la mera PERSONA — de un ser querido. Heideggeriana: QueMetafisica

Es sólo porque el hombre se ha convertido en sujeto de modo general y esencial, y en la medida en que eso ha ocurrido, por lo que a partir de entonces hay que plantearle la pregunta expresa de un Yo limitado a su gusto y abandonado a su arbitrariedad o el Nosotros de la sociedad, si quiere ser como individuo o como comunidad, si quiere ser una PERSONA dentro de la comunidad o un mero miembro de un grupo dentro de un organismo, si quiere y debe ser como Estado, nación y pueblo o como la humanidad general del hombre moderno, si quiere y debe ser el sujeto que ya es en tanto que ser moderno. Sólo allí en donde el hombre ya es esencialmente sujeto, existe la posibilidad de caer en el abuso del subjetivismo en sentido del individualismo. Pero, del mismo modo, sólo allí en donde el hombre permanece sujeto, tiene sentido la lucha expresa contra el individualismo y a favor de la comunidad como meta de todo esfuerzo y provecho. Heideggeriana: ImagemMundo

Quién es, y sobre todo quién será Nietzsche lo sabremos apenas estemos en condiciones de pensar el pensamiento que acuñó con las palabras “la voluntad de poder”. Nietzsche es aquel pensador que recorrió el curso de pensamientos [Gedanken-Gang] que conduce a la “voluntad de poder”. Quién es Nietzsche no lo sabremos nunca por un relato historiográfico de su vida, ni tampoco por la exposición del contenido de sus escritos. Quién es Nietzsche no queremos ni tampoco debemos saberlo mientras nos refiramos sólo a la personalidad y la figura histórica, al objeto psicológico y a sus producciones. Pero cómo, acaso no ha escrito el propio Nietzsche un libro, el último que dejara listo para imprimir, que lleva por título “Ecce homo. Cómo se llega a ser lo que se es”? ¿No expresa Ecce homo su voluntad última de que nos ocupemos de él, de ese hombre, y de que se pueda decir de él lo que contienen los capítulos de la obra: “Por qué soy tan sabio. Por qué soy tan inteligente. Por qué escribo tan buenos libros. Por qué soy un destino”? ¿No se muestra aquí la cima de una autoexposición desenfrenada y de un desmedido narcisismo? Es un procedimiento demasiado fácil, y por eso empleado con frecuencia, tomar esta autopublicidad de su propio carácter y su propia voluntad como el anuncio de la incipiente locura. Pero en Ecce homo no se trata ni de la biografía de Nietzsche ni de la PERSONA del “Señor Nietzsche” sino en realidad de un “destino”; pero tampoco de la destinación de un individuo, sino de la historia de la época moderna como época final de occidente. Aunque, evidentemente, del destino de este portador del destino occidental también forma parte que (por lo menos hasta ahora) todo lo que quería lograr con sus escritos se convirtiera en su opuesto. En contra de su voluntad más íntima, Nietzsche se transformó en incitador y promotor de una amplificada autodisección y puesta en escena anímica, corporal y espiritual del hombre que tiene como consecuencia final y mediata la publicidad sin límites de toda actividad humana en “imagen y sonido”, gracias a los montajes fotográficos y los reportajes: fenómeno de carácter planetario que muestra exactamente los mismos rasgos en América y Rusia, en Japón e Italia, en Inglaterra y Alemania, y que es extrañamente independiente de la voluntad de los individuos y del modo de ser de los pueblos, los estados y las culturas. Heideggeriana: VontadePoder

El propio Nietzsche hizo de sí una figura ambigua, lo que tuvo que ocurrir necesariamente tanto en el horizonte de su presente como en el del actual. A nosotros nos corresponde captar, detrás de esa ambigüedad, lo que es anticipador y único, lo decisivo y definitivo. La condición previa para ello es abstraer del “hombre”, así como también abstraer de la “obra” en la medida en que se la vea como una expresión de lo humano, es decir, a la luz del hombre. Porque incluso la obra misma, en cuanto obra, nos permanece cerrada en la medida en que de alguna forma sigamos mirando de soslayo la “vida” del hombre que la creó, en lugar de preguntar por el ser y el mundo que fundan la obra. No nos incumben ni la PERSONA de Nietzsche ni su obra en la medida en que hagamos de ambas, en su copertenencia, el objeto de una reseña histórica y psicológica. Heideggeriana: VontadePoder

Con esta sentencia, la vida es voluntad de poder, llega a su acabamiento la metafísica occidental, en cuyo inicio se encuentra la oscura expresión: el ente en su totalidad es physis. La sentencia de Nietzsche, el ente en su totalidad es voluntad de poder, enuncia sobre el ente en su totalidad aquello que estaba predeterminado como posibilidad en el inicio del pensamiento occidental y que se ha vuelto ineludible por obra de una inevitable declinación de ese comienzo. Esta sentencia no transmite una opinión privada de la PERSONA Nietzsche. Quien piensa y dice esta sentencia es “un destino”. Esto quiere decir: el ser pensador de este y de todo pensador esencial de occidente consiste en la fidelidad casi inhumana a la oculta historia de occidente. Pero esta historia es la lucha poetizante y pensante por la palabra para el ente en su totalidad. A toda dimensión pública de la historia universal le falta la visión y la escucha, la medida y el corazón para esta lucha poético-pensante por la palabra del ser. Esta lucha se desarrolla más allá de la guerra y la paz, fuera del éxito y la derrota, no tocada por la fama y el ruido, despreocupada por el destino de los individuos. Heideggeriana: VontadePoder

La proposición nietzscheana según la cual la verdad es ya la consecuencia de una ilusión, así como la que se encuentra a su base y que afirma que la verdad es una ilusión, o incluso la ilusión, suenan ciertamente arbitrarias y extrañas. Y no sólo deben sonar así, sino que tienen que ser extrañas y terribles, porque en cuanto proposiciones pensantes hablan de aquello que acontece oculto, siempre sustraído al dominio de lo público. Por eso será necesario aún otorgarle su peso justo a esta primera referencia al pensamiento fundamental de Nietzsche sobre la esencia del conocimiento y de la verdad. Esto ocurrirá mostrando que la determinación nietzscheana de la esencia de la verdad no es la afirmación extravagante y sin fundamento de una PERSONA que se desvive por mostrar su originalidad a cualquier precio, sino que la determinación de la esencia de la verdad como “ilusión” está en una conexión esencial con la interpretación metafísica del ente y es, por lo tanto, tan antigua e inicial como la metafísica misma. Heideggeriana: VontadePoder

Qué sea lo viviente y que tal cosa sea, es algo que no decide nunca la biología en cuanto biología, sino que el biólogo, en cuanto biólogo, hace uso de esa decisión como algo que ya ha ocurrido, un uso ciertamente necesario para él. Pero si el biólogo, en cuanto tal PERSONA determinada, toma una decisión acerca de lo que debe considerarse como viviente, entonces no lleva a cabo esa decisión en cuanto biólogo, ni con los medios y las formas de pensamiento y de demostración propios de su ciencia, sino que habla como metafísico, como un hombre que, más allá de la región correspondiente, piensa el ente en su totalidad. Heideggeriana: VontadePoder

Así pues, la razón, como lo fue viendo Kant de manera cada vez más clara en el curso de su pensamiento, es en su esencia “razón práctica”, lo que quiere decir: percepción proyectante de lo que en sí mismo tiende a posibilitar la vida. Proyectar la ley moral en la razón práctica quiere decir: posibilitar el ser hombre como PERSONA, la cual está determinada por el respeto ante la ley. La razón despliega sus conceptos y categorías de acuerdo con la correspondiente dirección del aseguramiento de la existencia consistente. O sea: no es la razón misma, no es su esencia la que se desarrolla a partir de la necesidad de dominar el caos, sino que ella ya es en sí misma percepción del caos en la medida en que lo que embiste como algo confuso sólo se vuelve perceptible en el campo visual del orden y la consistencia y, en consecuencia, al ser lo que acosa de tal o cual manera, sugiere y exige esta o aquella fijación, esta o aquella formación de esquema. Heideggeriana: VontadePoder

La nota es casi contemporánea de la antes citada y forma parte de las reflexiones pertenecientes al período que se extiende entre la redacción de la tercera y la cuarta parte de Así habló Zaratustra (1884; XIV, 80). El pasaje dice así: “Justicia, como función de un poder que mira lejos en torno a sí, que ve más allá de las pequeñas perspectivas del bien y del mal, que tiene, por lo tanto, un horizonte de ventaja más amplio, la intención de conservar algo que es más que esta o aquella PERSONA.” Heideggeriana: VontadePoder

Pero la subjetividad acabada impide un exterior a sí misma. Nada que no esté en el círculo de poder de la subjetividad acabada puede reivindicar el ser. Lo suprasensible y el ámbito de un Dios suprasensible se han derrumbado. Ahora el hombre, puesto que sólo él está en medio del ente en cuanto tal en su totalidad como voluntad que representa y pone valores, tiene que ofrecer a la subjetividad acabada el lugar para su esencia pura. Por eso la voluntad de poder, en cuanto subjetividad acabada, sólo puede poner su esencia en el sujeto como el cual el hombre es y, más precisamente, aquel que ha ido más allá del hombre que existía hasta el momento. De este modo, puesta en su punto más alto, la voluntad de poder, en cuanto subjetividad acabada, es el supremo y único sujeto, es decir el superhombre. Éste no sólo va, de modo nihilista, más allá de la esencia del hombre habida hasta el momento sino que, al mismo tiempo, en cuanto inversión de esta esencia, sale más allá de sí mismo hacia su incondicionalidad, y esto quiere decir, a la vez, entra en el todo del ente, en el eterno retorno de lo mismo. La nueva humanidad en medio del ente, que en su totalidad carece de meta y en cuanto tal es voluntad de poder, si se quiere a sí misma y quiere, a su modo, una meta, tiene que querer necesariamente el superhombre: “¡No la humanidad, sino el superhombre es la meta!” (La voluntad de poder, n. 1001). El “superhombre” no es un ideal suprasensible; tampoco es una PERSONA que surgirá en algún momento y aparecerá en algún lugar. En cuanto sujeto supremo de la subjetividad acabada es el puro ejercicio de poder de la voluntad de poder. El pensamiento del “superhombre” no surge, por lo tanto, de una “arrogancia” del “señor Nietzsche”. Si se quiere pensar el origen de este pensamiento desde el pensador, entonces se halla en la íntima resolución con la que Nietzsche se somete a la necesidad esencial de la subjetividad acabada, es decir, de la última verdad metafísica sobre el ente en cuanto tal. El superhombre vive en cuanto la nueva humanidad quiere el ser del ente como voluntad de poder. Quiere este ser porque ella misma es querida por este ser, es decir, en cuanto humanidad, es entregada incondicionadamente a sí misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

No obstante, para pensar la esencia de la justicia de manera adecuada a esta metafísica hay que excluir todas las representaciones acerca de la justicia que provienen de la moral cristiana, humanista, iluminista, burguesa y socialista. Lo justo [das Gerechte] sigue siendo, ciertamente, lo que se adecua a lo “recto” [das Rechte]. Pero lo recto, lo que indica la dirección [Richtung] y da la medida, no existe en sí. Lo recto da el derecho [das Recht] a algo. Pero lo recto se determina a su vez a partir de lo que es de “derecho”. La esencia del derecho la define Nietzsche, sin embargo, del siguiente modo: “Derecho = la voluntad de eternizar una respectiva relación de poder” (XIII, 205). La justicia es entonces la facultad de poner el derecho así comprendido, es decir, de querer esa voluntad. Este querer sólo puede ser como voluntad de poder. Por eso, la segunda nota de Nietzsche sobre la justicia, casi contemporánea de la primera (del año 1884), dice lo siguiente: Justicia como función de un poder que mira lejos en torno a sí, que ve más allá de las pequeñas perspectivas del bien y del bien y del mal, que tiene, por lo tanto, un horizonte de ventaja más amplio; la intención de conservar algo que es más que esta o aquella PERSONA.” (XIV, 80) Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La palabra “Vor-teil” [ventaja, parte previa], de acuerdo con su auténtico significado, entretanto perdido, se refiere a la parte adjudicada de antemano antes de hacer una partición y reparación. La justicia es el adjudicar, previo a todo pensar y actuar, de aquello en lo que pone exclusivamente la mira. Esto es: “conservar algo que es más que esta o aquella PERSONA”. No es una fácil utilidad lo que está en la mira de la justicia, ni seres humanos determinados, ni tampoco comunidades, ni tampoco “la humanidad”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

El decimoquinto párrafo enlaza con la representación que tiene la conciencia natural de aquello que se suele llamar experiencia. Esta representación va en contra de la experiencia pensada por Hegel. Esto quiere decir que la experiencia pensada metafísicamente permanece inaccesible a la conciencia natural. Es la entidad de lo ente y por eso no se puede encontrar nunca dentro de lo ente como parte integrante suya. Cuando se tiene una buena experiencia con un objeto, por ejemplo cuando usamos una herramienta, esa experiencia la tenemos con el objeto sobre el que se aplica ese otro objeto con el que realizamos la experiencia. Cuando tenemos una mala experiencia con una PERSONA, la tenemos en una ocasión concreta, en la situación o circunstancias en las que esa PERSONA tenía que demostrar lo que era. No tenemos la experiencia con el objeto directamente sobre éste, sino sobre otro objeto que aportamos y en el que confiamos. En la experiencia habitual (experiri) vemos el objeto que hay que examinar desde las condiciones bajo las que ha sido situado por otros objetos. Es a partir de estos, desde donde resulta lo que ocurre con el objeto. Si hay que alterar las representaciones que teníamos hasta ahora del objeto que se trata de examinar, lo diferente de la alteración nos vendrá de los nuevos objetos añadidos. La no-verdad del antiguo objeto se muestra en el nuevo objeto que representamos enseguida a fin de situarlo, también representando, en la relación comparativa con el objeto ya conocido, con el que queremos tener la experiencia. Por el contrario, ocurre precisamente a la inversa con la experiencia, que es la propia conciencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

El nihilismo es un movimiento histórico, no cualquier opinión o doctrina sostenida por cualquier PERSONA. El nihilismo mueve la historia a la manera de un proceso fundamental, apenas conocido, del destino de los pueblos occidentales. Por lo tanto, el nihilismo no es una manifestación histórica entre otras, no es sólo una corriente espiritual que junto a otras, junto al cristianismo, el humanismo y la ilustración, también aparezca dentro de la historia occidental. Heideggeriana: NietzscheDeus

La segunda anotación (1885) dice así: “ Justicia, como función de un poder de amplias miras, que ve más allá de las pequeñas perspectivas del bien y del mal y, por lo tanto, goza de un horizonte de ventaja mucho más vasto: la intención que mira por conservar algo que es más que ésta o aquella PERSONA” (XIV, afor. 158). Heideggeriana: NietzscheDeus

En las primeras semanas de actividad en el cargo se me hizo saber que el ministro tenía interés en que los rectores pertenecieran al partido. Un día se personaron en el rectorado el entonces jefe del distrito, Dr. Kerber, el subjefe y un tercer miembro de la dirección del distrito para invitarme a entrar en el partido. Aunque nunca antes había pertenecido a ningún partido, acepté la invitación únicamente en interés de la Universidad — que en el juego de fuerzas políticas no tenía ningún peso —, pero sólo con la condición, expresamente reconocida, de que nunca aceptaría para mi PERSONA, y mucho menos como rector, un cargo en el partido ni ejercería ningún tipo de actividad en él. He mantenido siempre esta condición, lo cual no ha sido difícil, puesto que desde que dimití en febrero de 1934 (cfr. después) se me consideraba políticamente dudoso y era vigilado de manera creciente cada año. Heideggeriana: RepensandoReitorado

En la entrevista con el ministro — que aceptó enseguida mi dimisión — se mostró con claridad que existía una divergencia insuperable entre la concepción nacionalsocialista de la Universidad y de la ciencia, y la mía. El ministro declaró que no deseaba, sin embargo, que esta oposición, que para él descansaba en la incompatibilidad de mi filosofía con la visión nacionalsocialista del mundo, trascendiera públicamente como un conflicto entre la Universidad friburguesa y el ministerio. Respondí que yo no podía tener ya ningún interés en ello, puesto que la Universidad y el ministerio marchaban al unísono y a mí no me interesaba, por un conflicto, exponer mi PERSONA a las habladurías. El ministro respondió que, si la dimisión no era muy llamativa, era muy dueño de hacer lo que creyera necesario. Heideggeriana: RepensandoReitorado

Visto desde fuera, parece que la yoidad sea únicamente la generalización y la abstracción posterior de lo yoico a partir de cada uno de los “yoes” del hombre. Es evidente que Descartes piensa ante todo en el “yo” de él mismo como el yo de la PERSONA individual (res cogitans como substantia finita); en contraposición con esto, en cambio, Kant piensa la “conciencia en general”. Con todo, Descartes piensa su propio yo individual ya a la luz de la yoidad, si bien aún no representada de un modo propio. Esta yoidad aparece bajo la figura de lo certum, de la certeza, que no es otra cosa que el aseguramiento de lo representado para el representar. El velado respecto para con la yoidad en cuanto certeza de sí misma y de lo representado está ya prevaleciendo. Sólo desde este respecto es experienciable el yo individual como tal. El yo humano, como el sí mismo singularizado que se acaba en sí mismo, sólo puede quererse a la luz del respecto de la voluntad de la voluntad, todavía desconocida, hacia este yo. Ningún yo está presente “en sí” (an sich) sino que es siempre “en sí” sólo como algo que aparece “dentro de sí” (in sich), es decir, como yoidad. Heideggeriana: SuperarMetafisica

Ahora bien, los versos 8-11 nos dicen algo sobre esos más osados, aunque sea negativamente y de manera muy aproximada. Los más arriesgados no se arriesgan por interés propio o por su propia PERSONA. No pretenden ni conseguir alguna ventaja ni adular su amor propio. A pesar de ser más arriesgados tampoco pueden jactarse de haber realizado grandes hazañas. En efecto, sólo son más arriesgados en una muy pequeña medida; “… un soplo más”. Ese “más” de riesgo es tan nimio como un soplo fugaz e imperceptible. Es imposible deducir quiénes son esos más arriesgados a partir de una indicación tan poco precisa. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Por un lado, el movimiento del nihilismo se ha vuelto más patente en su irresistibilidad multiforme que devora todo. Ninguna PERSONA inteligente querrá aún negar hoy que el nihilismo en las formas mas diversas y escondidas es “el estado normal” de la humanidad (véase Nietzsche, La voluntad de poder, n. 23). Lo prueban muy bien los intentos exclusivamente re-activos contra el nihilismo que, en lugar de entrar a una discusión con su esencia, se dedican a la restauración de lo anterior. Buscan la salvación en la huida, a saber, en la huida de la mirada a la problematicidad de la posición metafísica del hombre. La misma huida apremia también allí donde en apariencia se abandona toda metafísica y se la sustituye por Logística, Sociología y Psicología. La voluntad de saber que aquí irrumpe y su dúctil organización conjunta señalan un aumento de la voluntad de poder, de distinta clase de aquella que Nietzsche caracterizó como nihilismo activo. Heideggeriana: PreguntaSer

Desde la obra de Conradin Kreutzer suenan hoy el canto y el coro, la ópera y la música de cámara. En estos sonidos está presente el artista mismo, pues la presencia del maestro en la obra es la única auténtica. Cuanto más grande el maestro tanto más puramente desaparece su PERSONA detrás de la obra. Heideggeriana: Serenidade1955

(¿O nos sentimos ahora perplejos sólo porque nos dejamos inducir a error por el lenguaje o, para ser más precisos, por la exégesis gramatical del lenguaje, y por causa de este error nos aferramos a un “Se” o “Ello” que debe dar, pero que él mismo precisamente no da? Al decir: Se da el ser, Se da el tiempo, estamos enunciando proposiciones. Según la gramática, una proposición consta de sujeto y predicado. El sujeto de la proposición no tiene que ser necesariamente un sujeto en el sentido de un yo o de una PERSONA. De ahí que la gramática y la lógica conciban a las proposiciones de “se” o de “ello” como impersonales y como proposiciones sin sujeto. En otros lenguajes indogermánicos, en griego y en latín, falta el “Se” o “Ello”, al menos como palabra y forma fonética, lo cual empero no significa que el mentado Se o Ello no esté co-pensado: en latín pluit, llueve; en griego chre, hace necesario. Heideggeriana: TempoYSer

SPIEGEL: Quizá debamos resumir: en 1933 cayó Vd., como PERSONA apolítica en sentido estricto, no en sentido amplio, en la política de ese supuesto resurgimiento… HEIDEGGER: …en el camino de la Universidad… SPIEGEL: …en el camino de la Universidad. Un año después, más o menos, abandonó Vd. la función que había aceptado. Pero en un curso de 1935, que fue publicado en 1953 con el título de Introducción a la Metafísica, decía Vd.: “Lo que hoy — se trata, pues, de 1935 — se ofrece por ahí como filosofía del nacionalsocialismo, pero que no tiene lo más mínimo que ver con la interna verdad y la grandeza de este movimiento (a saber, con el encuentro de la técnica, extendida en todo el planeta, y del hombre moderno), pesca en esas turbias aguas de los “valores” y las “totalidades””. ¿Añadió Vd. el texto entre paréntesis en 1953, en el momento de imprimir — como si quisiera explicar al lector de 1953 dónde había visto Vd. “la interna verdad y la grandeza del movimiento”, es decir, del nacionalsocialismo — o estaban ya los paréntesis explicativos en 1935? HEIDEGGER: Estaban ya en mi manuscrito, lo cual correspondía exactamente a la concepción que yo entonces tenía de la técnica, y no todavía a la concepción posterior de la esencia de la técnica como im-posición. Si no lo expuse oralmente fue porque estaba convencido de que mis oyentes lo entenderían correctamente; los tontos, espías y fisgones entendieron otra cosa… que es lo que querían. SPIEGEL: Seguramente incluiría Vd. también ahí al movimiento comunista. HEIDEGGER: Sí, por supuesto, como determinado por la técnica planetaria. SPIEGEL: ¿Quién sabe si no incluiría Vd. también la totalidad de los esfuerzos norteamericanos? HEIDEGGER: También eso lo diría. Mientras, a lo largo de los últimos treinta años, se ha hecho cada vez más claro que el movimiento planetario de la técnica moderna es un poder cuya capacidad de determinar la historia apenas puede apreciarse. Hoy es para mí una cuestión decisiva cómo podría coordinarse un sistema político con la época técnica actual y cuál podría ser. No conozco respuesta a esta pregunta. No estoy convencido de que sea la democracia. Heideggeriana: DerSpiegel

La determinación temporal “antes” significa ese “antes del tiempo” al que los poetas están lanzados por delante con su decir nombrador. “sólo … — me los nombro yo en silencio” — el “me” podría referirse al Yo de la PERSONA de Hölderlin, si no siguieran, excluyéndolo directamente, estas palabras en el mismo verso: … para que el poeta tenga — su haber … Heideggeriana: Poema1968

Wisser: ¿De qué manera su filosofía puede actuar hoy en día con respecto a una sociedad concreta con sus múltiples tareas y preocupaciones, sus angustias y sus esperanzas? ¿O bien tienen razón, aquellos críticos que señalan que Martin Heidegger se ocupa del «Ser» con tanta concentración, que ha sacrificado la condición humana, el ser del hombre en sociedad y en tanto PERSONA? Heidegger: ¡Esta crítica es un gran malentendido! Ya que la pregunta por el Ser y el desarrollo de esta pregunta presuponen incluso una interpretación del Dasein, es decir una determinación de la esencia del hombre. Y la idea que está en la base de mi pensamiento es precisamente que el Ser o el poder de manifestación del Ser necesita del hombre y que, viceversa, el hombre es hombre únicamente en la medida en que está en la manifestación (Offenbarkeit) del Ser. Así debería quedar resuelta la cuestión de saber en qué medida me ocupo solamente del Ser olvidando al hombre. No se puede plantear la pregunta por el Ser sin plantear la de la esencia del hombre. Heideggeriana: Wisser

P. ¿Ha sido frecuentemente atacado? Heidegger: Muy poco de una manera filosófica. De todos estos ataques me pregunto, por otra parte, si permanece algún trabajo que cuente. Y usted conoce las palabras de Valéry: ‘Cuando no se puede atacar un pensamiento, se ataca al pensador’. P. ¿Estas controversias continúan aún? Heidegger: No se extinguirán sino hasta mi muerte. Después de todo Heidegger no tiene ninguna importancia. El futuro pertenece al conjunto de investigaciones. ¿Se sabe, por ejemplo, el nombre de los artistas de las catedrales? Pero ninguna PERSONA leería hoy uno de mis libros si no estuviera firmado por Heidegger. La mayor parte de la gente cree, por otra parte, que estoy muerto. Malentendidos hay muchos. Se ha llegado a escribir que redacté ‘¿Qué es la metafísica?’, practicando sky en la Selva Negra. P. ¿Estos malentendidos le molestan? Heidegger: Tengo la impresión que es Heidegger el que molesta. P. ¿Qué quiere decir? Heidegger: Lo esencial es que mi trabajo si tiene alguna importancia continúe su camino. No será lo mismo con mi nombre. Es lo que vale de mi pensamiento lo que permanecerá o no en el futuro. Heideggeriana: Towarnicki

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