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Léxico Filosofia

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trascendencia

Definition:
Como se habla contra el “humanismo”, se teme una defensa de lo in-humano y la glorificación de la brutalidad bárbara. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” que a quien niega el humanismo sólo le quede la afirmación de la inhumanidad? Como se habla contra la “lógica”, se entiende que se está planteando la exigencia de negar el rigor del pensar, de instaurar en su lugar la arbitrariedad de los instintos y sentimientos y de este modo proclamar el “irracionalismo” como lo verdadero. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” que quien habla contra lo lógico esté defendiendo lo alógico? Como se habla contra los “valores”, surge la indignación contra una filosofía que supuestamente se atreve a entregar al desprecio a los mayores bienes de la humanidad. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” sino que un pensar que niega los valores deseche necesariamente todo como carente de valor? Como se dice que el ser del hombre consiste en “ser-en-el-mundo”, se encuentra que el hombre ha sido rebajado a un ser que sólo está acá, de este lado, con lo que la filosofía se hunde en el positivismo. Pues, en efecto ¿qué más “lógico” que quien afirma la mundanidad del ser hombre sólo permita que valga el acá, negando el más allá y por ende toda “TRASCENDENCIA”? Como se remite a la sentencia de Nietzsche sobre “la muerte de dios”, se declara tal hecho como ateísmo. Pues, en efecto, qué más “lógico” que quien ha experimentado la muerte de dios sea un a-teo, un sin-dios? Como en todo lo que se viene citando siempre se habla en contra de lo que la humanidad considera como excelso y sagrado, esta filosofía enseña un “nihilismo” irresponsable y destructivo. Pues, en efecto, ¿qué más “lógico” que quien niega en todo lugar lo verdaderamente ente se sitúe del lado de lo no-ente y con ello predique la mera nada como sentido de la realidad? ¿Qué es lo que pasa aquí? Oímos hablar de “humanismo”, de “lógica”, de “valores”, de “mundo”, de “dios”. Además, oímos hablar de una oposición. Conocemos y asumimos todo lo nombrado como lo positivo. Por contra, todo lo que se ha dicho contra lo nombrado, aún antes de haber reflexionado a fondo sobre lo que se ha oído, lo asumimos en el acto como su negación y tal negación como lo “negativo”, en el sentido de destructivo. Efectivamente, en Ser y tiempo se habla expresamente de la “destrucción fenomenológica”. Con la ayuda de la tan invocada lógica y ratio consideramos que lo que no es positivo es negativo, que por lo tanto rechaza la razón y en consecuencia merece llevar el sello del desprecio. Estamos tan imbuidos de “lógica” que todo lo que va en contra de la habitual somnolencia del opinar pasa a ser considerado en el acto como una oposición que debe ser rechazada. Se desecha todo lo que se sale fuera del conocido y querido elemento positivo arrojándolo a la fosa previamente preparada de la mera negación, que lo niega todo, acabando en la nada y consumando de ese modo el nihilismo. Siguiendo esta vía lógica se deja que todo acabe hundiéndose en un nihilismo inventado con ayuda de la lógica. Heideggeriana: CartaHumanismo

Al indicar que el “ser-en-el-mundo” es el rasgo fundamental de la humanitas del homo humanus no se está pretendiendo que el hombre sea únicamente un ser “mundano” entendido en sentido cristiano, es decir, apartado de dios e incluso desvinculado de la “TRASCENDENCIA”. Con esta palabra se alude a eso que, para mayor claridad, debería llamarse lo transcendente. Lo transcendente es lo ente suprasensible. Éste pasa por ser el ente supremo en el sentido de la causa primera de todo ente. Se piensa a dios como dicha causa primera. Pero en la expresión “ser-en-el-mundo” “mundo” no significa de ningún modo lo ente terrenal a diferencia de lo celestial, ni tampoco lo ente “mundano” a diferencia de lo “espiritual”. En dicha definición, “mundo” no significa en absoluto un ente ni un ámbito de lo ente, sino la apertura del ser. El hombre es, y es hombre por cuanto es el que ex-siste. Se encuentra fuera, en la apertura del ser, y, en cuanto tal, es el propio ser, que, en cuanto arrojo, se ha arrojado ganando para sí la esencia del hombre en el “cuidado”. Arrojado de este modo, el hombre está “en” la apertura del ser. “Mundo” es el claro del ser, en el que el hombre está expuesto por causa de su esencia arrojada. El “ser-en-el-mundo” nombra la esencia de la ex-sistencia con miras a la dimensión del claro desde la que se presenta y surge el “ex” de la ex-sistencia. Pensado desde la ex-sistencia, el “mundo” es en cierto modo precisamente el allá dentro de la existencia y para ella. El hombre no es nunca en primer lugar hombre más acá del mundo en cuanto “sujeto”, ya se entienda éste como “yo” o como “nosotros”. Tampoco es nunca solamente un sujeto que al mismo tiempo se refiera también siempre a objetos, de tal modo que su esencia resida en la relación sujeto-objeto. Antes bien, en su esencia el hombre ex-siste ya previamente en la apertura del ser, cuyo espacio abierto es el claro de ese “entre” en cuyo interior puede llegar a “ser” una “relación” entre el sujeto y el objeto. Heideggeriana: CartaHumanismo

Por eso, con la determinación existencial de la esencia del hombre todavía no se ha decidido nada sobre la “existencia de dios” o su “no-ser”, así como tampoco sobre la posibilidad o imposibilidad de los dioses. Por eso, no sólo resulta prematuro, sino incluso erróneo en su procedimiento, afirmar que la interpretación de la esencia del hombre a partir de la relación de dicha esencia con la verdad del ser es ateísmo. Esta clasificación arbitraria revela además una falta de atención en la lectura. A nadie parece interesarle que, desde 1929, en el escrito Vom Wesen des Grundes (p. 28, nota 1) se pueda leer lo siguiente: “Mediante la interpretación ontológica del Dasein como ser-en-el-mundo todavía no se decide nada, ni positiva ni negativamente, sobre un posible ser en relación con dios. Sin embargo, mediante la explicación de la TRASCENDENCIA se gana por vez primera un concepto suficiente del Dasein, con respecto al cual sí se puede preguntar en qué situación ontológica se encuentra la relación del Dasein con dios”. Ahora bien, si esta observación se sigue pensando con la habitual estrechez de miras, se replicará que esta filosofía no se decide ni a favor ni en contra de la existencia de dios. Que permanece en la indiferencia y por tanto la cuestión religiosa le es indiferente. Y que una tal indiferencia no puede dejar de caer en el nihilismo. Heideggeriana: CartaHumanismo

La copertenencia de ontología y teología en la esencia de la metafísica, en sí múltiple y apenas aclarada, se manifiesta con especial nitidez allí donde la metafísica, siguiendo el estilo de su propio nombre, denomina el rasgo fundamental desde el que conoce el ente en cuanto tal. Se trata de la TRASCENDENCIA. Heideggeriana: NiilismoSer

La palabra nombra, por un lado, el pasar por encima del ente hacia lo que éste es en cuanto a su qué-es (su cualificación). El pasar por encima hacia la essentia es la TRASCENDENCIA en el sentido de lo trascendental. Kant, de acuerdo con la limitación crítica del ente a objeto de la experiencia, equiparó lo trascendental con la objetividad del objeto. Pero TRASCENDENCIA también significa, al mismo tiempo, lo trascendente, que, en el sentido del primer fundamento existente del ente en cuanto lo existente, pasa por encima de él y sobresaliendo, se eleva con toda la plenitud de lo esencial. La ontología representa la TRASCENDENCIA en el sentido de lo trascendental. La teología representa la TRASCENDENCIA en el sentido de lo trascendente. Heideggeriana: NiilismoSer

La unitaria ambigüedad de lo que nombra la TRASCENDENCIA, fundada en la distinción oscura [Cfr. Holzwege, pág. 220 [GA 5, pág. 238].] — en cuanto a su proveniencia — de essentia y existentia, refleja la esencia onto-teológica de la metafísica. En virtud de su esencia, la metafísica piensa el ente pasando por encima de él de modo trascendental-trascendente, pero lo hace sólo para re-presentar el ente mismo, es decir, para volver a él. En el pasar por encima trascendental-trascendente, se roza de cierto modo el ser en el modo de la representación. El pensar que pasa por encima piensa dejando continuamente de lado el ser, no en el sentido de un desacierto sino en el modo de no dejarse involucrar por el ser mismo, por lo digno de cuestión de su verdad. El pensar de la metafísica no se deja involucrar por el ser mismo porque ya ha pensado el ser, [A su manera] lo ha pensado como ente, en la medida en que éste, el ente, es. Heideggeriana: NiilismoSer

La objetivación de todo ente en cuanto tal, realizada desde el alzamiento del hombre al exclusivo quererse de su voluntad, es la esencia, según la historia del ser, del proceso por el cual el hombre levanta su esencia en la subjetividad. De acuerdo con ella, el hombre se instala e instala lo que representa como el mundo dentro de la relación-sujeto-objeto, sustentada por la subjetividad. Toda TRASCENDENCIA, ya sea la ontológica o la teológica, se representa relativamente a la relación-sujeto-objeto. Mediante el alzamiento a la subjetividad, incluso la TRASCENDENCIA teológica, y por lo tanto el más ente de los entes — al que se designa, de manera suficientemente significativa, como: “el ser” — se desplazan a un tipo de objetividad, a saber, a aquella que corresponde a la subjetividad de la fe moral-práctica. El hecho de que, bajo la forma de la “providencia”, el hombre se tome en serio esta TRASCENDENCIA para su subjetividad religiosa o la adopte sólo como un pretexto para la voluntad de su subjetividad egoísta, no cambia nada respecto de la esencia de esta posición fundamental metafísica del ser humano. Heideggeriana: NiilismoSer

La comprensión del ser constituye el problema fundamental de la metafísica en general. ¿Qué dice “ser”? (Was besagt Sein?) es, sin más, la pregunta fundamental de la filosofía. No ha de ser expuesto aquí el planteamiento del problema y su “repetición” en “Ser y Tiempo”; en lugar de ello, queremos presentarlo externamente en lemas (Leitsätze) y así fijar el “problema de la TRASCENDENCIA”. Heideggeriana: TranscendenciaST

Estos lemas deben indicar abreviadamente qué propósito está en la base de una analítica del Dasein y qué es lo que ella requiere al ser llevada a cabo. El propósito fundamental de esta analítica es la evidenciación de la interna posibilidad de la comprensión de ser, y esto quiere decir, a la vez, de la TRASCENDENCIA. Heideggeriana: TranscendenciaST

Ahora bien: el problema del ser es el problema de la filosofía en general, y en la más estrecha conexión con él está el problema conductor de la TRASCENDENCIA, al cual nos ha llevado la pregunta por la esencia del fundamento y por la conexión esencial de fundamento y verdad, en conformidad con nuestro tema: la lógica como metafísica de la verdad siguiendo el hilo conductor del problema del fundamento. Si, de este modo, el problema del ser es absolutamente central, en general y para nuestra pregunta en particular, si, además, esta relación de ser y tiempo subsiste, si, por último, esta relación permaneció hasta ahora encubierta y era admitida como algo de suyo comprensible, entonces ha de plantearse efectivamente este problema central del ser y de su referencia al tiempo, y esto quiere decir: el problema central tiene que ser planteado y elaborado, en vista de su significación fundamental para la filosofía como tal, 1. radicalmente y 2. universalmente. Heideggeriana: TranscendenciaST

El problema del ser se ha hecho nítido, en conformidad con esto, como problema central, universal y radical. Tenemos una visión de lo que significa preguntar en general por la interna posibilidad de algo así como la comprensión de ser, la cual es la característica esencial de la existencia humana. Ahora bien: al caracterizar la TRASCENDENCIA vulgarmente entendida, la óntica, vimos cómo ella reside en la intencionalidad, de modo que el comportamiento relativo al ente, el comportamiento óntico, presupone la comprensión de ser, esto es, que la misma TRASCENDENCIA óntica está todavía fundada en la originaria, en la architrascendencia (Urtranszendenz), la cual tiene, por tanto, relación con la comprensión de ser. La problemática que concierne a este problema ha sido ahora mostrada, y esto, retrospectivamente, quiere decir que el problema de la TRASCENDENCIA y, por tanto, el problema de la verdad y, con ello, el problema del fundamento, sólo pueden ser planteados en la dimensión problemática que traza el problema del ser sin más. En otras palabras: el problema de la TRASCENDENCIA ha de plantearse de manera tan universal y radical como el problema del ser en general. No es, por tanto, un problema que estuviese restringido a la relación del sujeto con las cosas independientes de él, ni es una pregunta por una determinada región del ente. Pero tampoco se debe hacer alto o bien empezar con una relación sujeto-objeto caída de alguna manera del cielo, sino que, a propósito de la TRASCENDENCIA, tal como a propósito del problema del ser en general, la subjetividad del sujeto mismo es la pregunta central. Heideggeriana: TranscendenciaST

Sobre esto tres tesis: 1. El ente es en él mismo (an ihm selbst) el ente [en cuanto] lo que él es y cómo es, aun cuando, por ejemplo, no exista Dasein. 2. El ser no “es”, sino que ser se da (gibt es) solamente en tanto que exista Dasein. — En la esencia de la existencia hay (liegt) TRASCENDENCIA, esto es, dar de mundo (Geben von Welt) ante todo y para todo ser relativamente-a, y cabe (Sein zu und bei) el ente intramundano. 3. Sólo en tanto que el Dasein existente se dé a sí mismo algo así como ser, puede el ente manifestarse en su en-sí (An-sich), esto es, puede a la vez y en general ser comprendida y conocida la primera tesis. Heideggeriana: TranscendenciaST

NB. Puesto que el ser no es y por eso no puede ser jamás algo co-entitativo (Mit-seiendes) en el ente, la pregunta de qué sea el ser en lo en-sí-entitativo no tiene ningún sentido y ningún derecho. Pero todavía se podría preguntar qué, en el ente, corresponde al ser (que no es, sino) que “sólo” hay (das es “nur” gibt)? Ser se da (gibt sich) originariamente y en sí cuando hace accesible a su ente. Y en referencia a este ente no se puede seguir preguntando en sí por su ser en sí. Siempre conocemos sólo ente, pero nunca ser entitativo. Esto sólo se hace claro desde la TRASCENDENCIA y la diferencia ontológica. Heideggeriana: TranscendenciaST

Nosotros mismos somos la fuente de la idea del ser. Pero esta fuente tiene que ser entendida como la TRASCENDENCIA del Dasein extático. Es sólo basándose en la TRASCENDENCIA como se articulan los distintos modos del ser. Un último y difícil problema es la determinación de la idea de ser en general. Heideggeriana: CursoMarburgo

Estando inmerso en la nada, el Dasein está siempre más allá de lo ente en su totalidad. Este estar más allá de lo ente es lo que llamamos TRASCENDENCIA. Si en el fondo de su esencia el Dasein no consistiera en este trascender, es decir, si desde el principio no estuviese inmerso en la nada, nunca podría actuar ateniéndose a lo ente y por ende tampoco ateniéndose a sí mismo. Heideggeriana: QueMetafisica

El estar inmerso en la nada del Dasein sobre el fundamento de la angustia escondida es la superación de lo ente en su totalidad: la TRASCENDENCIA. Heideggeriana: QueMetafisica

“Así pues, el puro ser y la pura nada son lo mismo.” Esta frase de Hegel (Ciencia de la lógica, libro I, WW III, p. 74) tiene toda legitimidad. Ser y nada se pertenecen mutuamente, pero no porque desde el punto de vista del concepto hegeliano del pensar coincidan los dos en su indeterminación e inmediatez, sino porque el propio ser es finito en su esencia y sólo se manifiesta en la TRASCENDENCIA de ese Dasein que se mantiene fuera, que se arroja a la nada. Heideggeriana: QueMetafisica

Estas denominaciones no son nombres arbitrarios, porque en ellas habla lo que aquí ya no se puede mostrar: la experiencia fundamental griega del ser de lo ente en el sentido de la presencia. Pero gracias a estas denominaciones se funda la interpretación, desde ahora rectora, de la coseidad de la cosa, así como la interpretación occidental del ser de lo ente. Ésta comienza con la adopción de las palabras griegas por parte del pensamiento romano-latino. Hypokeimenon se convierte en subjectum; hypostasis se convierte en substantia; sumbebekos pasará a ser accidens. Esta traducción de los nombres griegos a la lengua latina no es en absoluto un proceso sin TRASCENDENCIA, tal como se toma hoy día. Por el contrario, detrás de esa traducción aparentemente literal y por lo tanto conservadora de sentido, se esconde una tras-lación de la experiencia griega a otro modo de pensar. El modo de pensar romano toma prestadas las palabras griegas san la correspondiente experiencia originaria de aquello que dicen, sin la palabra griega. Con esta traducción, el pensamiento occidental empieza a perder suelo bajo sus pies. Heideggeriana: ObraArte

Objetividad — TRASCENDENCIA — Unidad — Ser (Critica de la razón pura, § 16) Heideggeriana: HistoriaSer

Lo trascendental. No es lo mismo que lo “a priori”, sino que es lo que determina a priori el objeto como objeto, la objetividad. Objetividad en el sentido de TRASCENDENCIA, donde esta palabra quiere decir que en el objeto mismo algo va más allá de él en la medida en que lo pre-cede [vor-her-geht], lo cual tiene lugar en el representar. La TRASCENDENCIA está fundada sobre la “reflexión”. La reflexión, en su esencia propia, es trascendental, es decir, ejerce la TRASCENDENCIA y, de este modo, la condiciona en general. Heideggeriana: HistoriaSer

9. Existencia en el sentido de Kierkegaard, sólo que sin la esencial referencia a la fe cristiana, al ser cristiano. Ser sí mismo como personalidad a partir de la comunicación con otros. Existencia en relación con la “TRASCENDENCIA” (K. Jaspers). Heideggeriana: HistoriaSer

Es un hecho que por entonces mucha mediocridad e incapacidad, mucho egoísmo y envidia campaban por sus respetos. Pero esto, considerando la situación general de nuestro pueblo, era, para mí, una razón más para intentar poner en juego las fuerzas más capaces y los objetivos esenciales. Ciertamente, habría sido más fácil quedarse al margen, mirar por encima del hombro a esa “gente impresentable” y alabar lo hasta ahora vigente, sin reparar en la situación histórica de Occidente. Un simple dato puede dar a entender cómo veía yo entonces la situación histórica. En 1930 había aparecido el artículo de Ernst Jünger sobre “La movilización total”, en el que se anunciaban los rasgos básicos de su libro El trabajador, aparecido en 1932. Estos escritos los había estudiado, con mi ayudante de entonces, Brock, en círculos reducidos y había intentado mostrar cómo en ellos se expresaba una comprensión esencial de la metafísica de Nietzsche, por cuanto en el horizonte de esta metafísica están vistas y previstas la historia y la actualidad de Occidente. Pensando a partir de estos escritos, y más esencialmente aún a partir de sus fundamentos, pensábamos lo que había de venir, es decir, tratábamos de afrontarlo debatiéndolo. En aquel entonces, muchos otros también habían leído estos escritos; pero, junto con otras muchas cosas de interés, que también se leían, se los dejó de lado y no se reparó en su TRASCENDENCIA. En el invierno de 1939-1940 estudié otra vez, con un grupo de colegas, el libro de Jünger El trabajador y comprobé cuán extraños eran aún entonces estos pensamientos y cómo resultaban chocantes, hasta que fueron ratificados por “los hechos”. Lo que Ernst Jünger piensa con las ideas del dominio y la figura del trabajador y lo que ve a la luz de estas ideas es el dominio universal de la voluntad de poder en la historia, vista en su extensión planetaria. Todo se encuentra hoy en esta realidad, llámese comunismo, fascismo o democracia mundial. Heideggeriana: RepensandoReitorado

Hablar entonces de la superación de la Metafísica puede significar también esto: que “Metafísica” sigue siendo el nombre para el platonismo que para el mundo moderno se presenta en la interpretación que hacen Schopenhauer y Nietzsche. La inversión del platonismo, según la cual para Nietzsche lo sensible pasa a ser el mundo verdadero y lo no sensible el no verdadero, sigue estando aún del todo dentro de los límites de la Metafísica. Esta forma de superación de la Metafísica, que es a lo que Nietzsche apunta, y esto en el sentido del Positivismo del siglo XIX si bien en una forma nueva y superior, no es más que la definitiva caída en las redes de la Metafísica. Ciertamente parece que el “Meta”, la TRASCENDENCIA a lo suprasensible, esté dejado de lado en favor de la persistencia de lo elemental de lo sensible, mientras que lo que ocurre simplemente es que el olvido del ser está llevado a su acabamiento y lo suprasensible queda liberado y puesto en acción como voluntad de poder. Heideggeriana: SuperarMetafisica

En este ocultamiento en el on está fundada la metafísica, aunque por otra parte dedica su representar al on he on. La pregunta que vuelve sobre este ocultamiento busca, por. lo tanto, vista desde la metafísica; el fundamento para la ontología. Por esto, este proceder se llama en “El Ser y el Tiempo” (p. 16, ed. española ) “ontología fundamental”. Sólo que el título se muestra, como siempre, como todo título en este caso, precario. Pensado desde la metafísica lo dice correctamente; aunque justamente por eso, conduce a errar; entonces vale para ganar el tránsito de la metafísica al pensamiento en la verdad del ser: En tanto este pensamiento se designe a sí mismo como ontología fundamental, se pone con esta designación a ocultar el propio camino. En el título “ontología fundamental” está la opinión de que el pensamiento que ensaya pensar la verdad del ser, y no como toda ontología la verdad del ente, sea como ontología fundamental una forma de ontología. Con todo esto el pensamiento en la verdad del ser como el retorno al fundamento de la metafísica ha abandonado ya con este primer paso el reino de toda la ontología. Frente a ello toda filosofía que se mueve en el mediato o inmediato representar de la “TRASCENDENCIA” queda necesariamente como ontología en sentido esencial, sea que. consiga una fundamentación de la ontología, sea, que rechace la ontología . por la acusación del entumecimiento conceptual de la vivencia (Erlebnis = lo que se ha vivido). Heideggeriana: MetafisicaFundamento

Pero aquí se interpreta la “idea” modernamente en el sentido de perceptio, del representar por un sujeto. Por otra parte, sigue siendo también asequible para usted la forma sólo en un ver. Es aquel ver que se llama en los griegos, idein, palabra que Platón usa para un mirar, el cual no mira lo mutable perceptible sensiblemente, sino lo inmutable, el ser, la idea. También usted caracteriza la forma como “ser en reposo”. La forma no es ciertamente ninguna “idea” en sentido moderno, por tanto tampoco ninguna representación regulativa de la razón en sentido de Kant. El ser en reposo sigue siendo para el pensar griego puramente distinto (diferente) frente al ente mutable. Esta diferencia entre Ser y ente aparece entonces, mirando desde el ente hacia el Ser, como la TRASCENDENCIA, es decir, como lo metafísico. Pero la diferenciación no es ninguna separación absoluta. Lo es tan poco que en el presentar (ser) lo pre-sente (ente) es pro-ducido, pero sin embargo, no causado, en el sentido de una causalidad eficiente. Lo pro-ducente es a veces pensado por Platón como lo acuñante taepow (véase Teeteto, 192a, 194b). También usted piensa la relación de la forma para con lo que “forma”, como la relación del cuño y la acuñación. En todo caso, usted entiende el acuñar de modo moderno, como un conferir “sentido” a lo sin-sentido. La forma es “fuente de donación de sentido” (El trabajador, pág. 148). Heideggeriana: PreguntaSer

En la forma del trabajador y su dominio ya no se mira a la subjetiva, y mucho menos entonces a la subjetidad subjetivista de la esencia humana. El ver metafísico de la forma del trabajador corresponde al proyecto de la forma esencial de Zaratustra dentro de la metafísica de la voluntad de poder. ¿Qué se esconde en ese aparecer de la subjetividad objetiva del subjectum (del Ser del ente), que es pensada como forma humana, y no como un hombre aislado? Hablar de la subjetidad (no subjetividad) de la esencia humana como el fundamento de la objetividad de todo subjectum (de todo presente) parece en todos los aspectos paradójico y artificial. Esta apariencia tiene su fundamento en que apenas hemos comenzado a preguntar por qué y de qué manera será necesario dentro de la metafísica moderna un pensar que Zaratustra representa como forma. La información dada a menudo de que el pensamiento de Nietzsche había caído fatalmente en la poesía, es ella misma sólo el abandono del preguntar pensante. A pesar de todo, ni siquiera necesitamos volver a pensar hasta la deducción trascendental kantiana de las categorías para ver que, al mirar la forma como la fuente de la donación de sentido, se trata de la legitimación del Ser del ente. Sería una explicación demasiado grosera si se dijera que [397] aquí, en un mundo secularizado, el hombre como creador del Ser del ente ocupa el lugar de Dios. Que, en efecto, la esencia humana está en juego, no admite duda. Pero la esencia (verbal) del hombre, “el ser-ahí [Dasein] en el hombre” (véase Kant y el problema de la metafísica; 1 ed., 1929, § 43) no es algo humano. Para que la idea de la esencia humana pueda alcanzar el rango de lo que fundamenta ya a todo presente como la presencia, que permite primero una “representación” en el ente, y así legitima a éste como el ente, tiene el hombre ante todo que ser representado en el sentido de un fundamento normativo. Pero, ¿normativo para qué? Para el asegurarse del ente en su ser. ¿En qué sentido aparece “Ser” cuando se trata del asegurarse del ente? En el sentido de lo en todas partes y en todo tiempo constatable, es decir, representable. Descartes, entendiendo así el Ser, encontró la subjetividad del subjectum en el ego cogito del hombre finito. El aparecer de la forma metafísica del hombre como fuente de donación de sentido es la consecuencia última de la posición de la esencia humana como subjectum normativo. Conforme a ello, se transforma la forma interna de la metafísica, que consiste en lo que puede denominarse como la TRASCENDENCIA. Ésta es dentro de la metafísica por razones esenciales ambigua. Allí donde esa ambigüedad no se tiene en cuenta se extiende una confusión incurable, que puede valer como característica del representar metafísico todavía hoy usual. Heideggeriana: PreguntaSer

La TRASCENDENCIA es, primero, la — desde el ente dirigiéndose hacia el Ser —, relación entre ambos. Pero la TRASCENDENCIA es, al mismo tiempo, la relación que conduce de un ente cambiante a un ente en reposo. TRASCENDENCIA significa, finalmente, correspondiendo al uso del título “excelencia”, aquel supremo ente mismo, que entonces es llamado también “el Ser”, de lo que resulta una extraña mezcolanza con la significación primero aducida. Heideggeriana: PreguntaSer

¿Para qué le aburro a usted con la referencia a las diferencias hoy demasiado liberalmente manejadas, es decir, apenas pensadas en su diversidad [398] y copertenencia? Para dejar desde aquí claro cómo lo meta-físico de la metafísica, la TRASCENDENCIA, se transforma cuando en su ámbito diferencial aparece la forma de la esencia humana como fuente de dación de sentido. La TRASCENDENCIA, entendida en sentido plural, se convierte en la correspondiente rescendencia y desaparece en ésta. El retroceso de esta índole a través de la forma acontece de manera que su presencia se represente, que esté de nuevo presente en lo acuñado de su acuñación. La presencia de la forma de el trabajador es el poder. La representación de la presencia en su dominio como una “nueva y especial voluntad de poder” (El trabajador, pág., 70). Heideggeriana: PreguntaSer

¿Qué determinación esencial de la técnica resulta de aquí? Ella es “el símbolo de la forma de el trabajador” (o.c. pág. 72). La técnica se funda, “como movilización del mundo por la forma de el trabajador” (o.c., pág. 154), manifiestamente en aquel giro de la TRASCENDENCIA a la rescendencia de la forma de el trabajador, por el que su presencia se desarrolla en la representación de su poder. Por eso puede usted (o.c.) escribir: “la técnica es… como la destructora de toda fe en general, también el poder más decididamente anticristiano que ha aparecido hasta ahora”. Heideggeriana: PreguntaSer

Su escrito Sobre la línea habla del nihilismo como “poder fundamental” (pág. 22); plantea la pregunta por el “valor fundamental” futuro (pág. 51); nombra de nuevo la “forma”, “también la forma del trabajador” (pág. 65). Esta ya no es, si lo veo bien, la única forma, “en la que mora el sosiego” (Ibíd). Usted dice, más bien, (pág. 23) que el ámbito de poder del nihilismo es de una clase tal que allí “falta la aparición principesca del hombre”. ¿O es, quizá, la forma del trabajador aquélla “nueva” en la que todavía se oculta el aparecer principesco? También para el ámbito de la línea cruzada lo importante es “la seguridad”. También ahora sigue siendo el dolor la piedra de toque. Lo “metafísico” impera también en el nuevo ámbito. ¿Habla aquí la palabra fundamental “dolor” todavía desde la misma significación que delimita su tratado Sobre el dolor, en el que la posición de El trabajador se lleva hasta el extremo? ¿Mantiene también lo metafísico más allá de la línea el mismo sentido que en El trabajador, a saber, el de lo “conformable”? ¿O es que ahora ocupa el lugar de la representación de la forma de una esencia humana, como única forma anterior de legitimación de lo real, el “trascender” hacia una [404] “TRASCENDENCIA” y excelencia de especie no-humana sino divina? ¿Se manifiesta lo teológico imperante en toda metafísica? (Sobre la línea, págs. 26, 31, 33). Cuando usted dice en su escrito El libro del reloj de arena (1954), pág. 106: “En el dolor se prueba la forma”, entonces usted se mantiene, por lo que veo, en la estructura fundamental de su pensar, pero deja que las palabras fundamentales “dolor” y “forma” hablen en un sentido cambiado, pero todavía no propiamente explicado. ¿O me equivoco? Sería aquí el lugar de entrar en su tratado Sobre el dolor y sacar a la luz la conexión interna entre “trabajo” y “dolor”. Esta conexión se muestra en relaciones metafísicas que se le aparecen a usted desde la posición metafísica de su obra El trabajador. Para poder dibujar más claramente las relaciones que sustentan la conexión entre “trabajo” y “dolor”, sería necesario nada menos que repensar el rasgo fundamental de la metafísica de Hegel, la unidad unitiva de la Fenomenología del Espíritu y de la Ciencia de la Lógica. El rasgo fundamental es la “absoluta negatividad” como “fuerza infinita” de la realidad, es decir, del “concepto existente”. En la misma (no la idéntica) copertenencia para con la negación de la negación manifiestan trabajo y dolor su más íntimo parentesco metafísico. Esa referencia basta ya para indicar qué explicaciones de largo alcance serían aquí exigibles para corresponder a la cosa. Incluso si alguien se atreviera a repensar de nuevo sobre la Lógica de Hegel las relaciones entre “trabajo”, como el rasgo fundamental del ente, y el “dolor”, entonces se hablaría primero de la palabra griega para dolor, o saber algos. Presumiblemente algos está emparentado con alego, que como intensivo de lego significa el congregar íntimo. Entonces el dolor sería lo congregante en lo más íntimo. El concepto hegeliano de “concepto” y su “esfuerzo” correctamente entendido dicen lo mismo en el suelo cambiado de la metafísica absoluta de la subjetividad. [405] Heideggeriana: PreguntaSer

¿Qué pasa, pues, con el cruce de la línea? ¿Conduce fuera de la zona del nihilismo consumado? El intento de cruce de la línea queda confinado a un representar que pertenece al ámbito de dominio del olvido del Ser. Por ello lo expresa también en conceptos metafísicos fundamentales (forma, valor, TRASCENDENCIA). [422] Heideggeriana: PreguntaSer

¿Pero no oímos hablar del ser ser en el orden y la consecución históricos del proceso dialéctico que piensa Hegel? Ciertamente. Pero el ser también se deja ver aquí únicamente bajo la luz que brilló para el pensar de Hegel, lo que quiere decir que la forma en la que se da el ser se determina siempre ella misma a partir del modo en que éste se da luz a sí mismo. Pero este modo es un modo destinado, es siempre la marca de una época que sólo se nos manifiesta como tal si le damos la libertad de volver a su propio ser pasado. Sólo podemos llegar a la proximidad de lo destinado por medio de una súbita chispa de recuerdo que surge en un instante. Esto también vale para la experiencia que tenemos de la marca que lleva en cada ocasión la diferencia de ser y ente, a la que corresponde en cada caso una interpretación de lo ente como tal. Lo dicho también vale de modo particular para nuestro intento de salir del olvido de la diferencia como tal por medio del paso atrás, y de pensar en ésta como en la resolución entre la sobrevenida desencubridora y la llegada que se encubre a sí misma. Ciertamente, a un oído más atento se le revela que en nuestro discurso acerca de la resolución, ya dejamos que aquello que ha sido tomase la palabra, en la medida en que pensamos en un desencubrir y un encubrir, esto es, en una sobrevenida (TRASCENDENCIA) y una llegada (presencia). Tal vez mediante esta explicación de que la diferencia de ser y ente se encuentra en la resolución en calidad de preámbulo de su esencia, salga a la luz algo permanente que atraviesa el destino del ser desde el principio hasta su consumación. Pero con todo, sigue siendo difícil decir cómo debe ser pensada esa permanencia, puesto que, ni es algo general que valga para cada caso, ni una ley que garantice la necesidad de un proceso en sentido dialéctico. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

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