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historia

Definition:
Ser es siempre el ser de un ente. El todo del ente, según sus diferentes sectores, puede convertirse en ámbito del descubrimiento y la delimitación de determinadas regiones esenciales. Éstas, por su parte, p. ej. la HISTORIA, la naturaleza, el espacio, la vida, el Dasein, el lenguaje, etc., pueden ser tematizadas como objetos de las correspondientes investigaciones científicas. La investigación científica realiza ingenuamente y a grandes rasgos la demarcación y primera fijación de las regiones esenciales. La elaboración de las estructuras fundamentales de cada región ya ha sido, en cierto modo, realizada por la experiencia e interpretación precientíficas del dominio de ser que define la región esencial misma. Los «conceptos fundamentales» que de esta manera surgen constituyen, por lo pronto, los hilos conductores para la primera apertura concreta de la región. Aunque el peso de la investigación tiende siempre hacia esta positividad, su progreso propiamente dicho no se realiza tanto por la recolección de los resultados y su conservación en «manuales», cuanto por el cuestionamiento de las estructuras fundamentales de la correspondiente región, impulsado generalmente en forma reactiva por el conocimiento creciente de las cosas. STJR §3

La propia matemática, que es aparentemente la ciencia más rigurosa y más sólidamente construida, ha experimentado una «crisis de fundamentos». La disputa entre el formalismo y el intuicionismo gira en torno a la obtención y aseguramiento de la forma primaria de acceso a lo que debe ser objeto de esta ciencia. La teoría de la relatividad en la física nace de la tendencia a sacar a luz en su carácter propio y «en sí» la textura de la naturaleza misma. Como teoría de las condiciones de acceso a la naturaleza misma procura preservar la inmutabilidad de las leyes del movimiento mediante la determinación de todas las relatividades, y de esta manera se enfrenta a la pregunta por la estructura de su propia región esencial, es decir, al problema de la materia. En la biología despierta la tendencia a interrogar más allá de las definiciones de organismo y de vida dadas por el mecanicismo y el vitalismo, y a redefinir el modo de ser de lo viviente en cuanto tal. En las ciencias históricas del espíritu se ha hecho más fuerte la tendencia a llegar a la realidad histórica misma mediante la tradición y los documentos que la transmiten: la HISTORIA de la literatura se debe convertir en HISTORIA de los problemas. La teología busca una interpretación más originaria del ser del hombre en relación a Dios, esbozada a partir del sentido de la fe misma y atenida a ella. Poco a poco empieza a comprender nuevamente la visión de Lutero de que la sistematización dogmática de la teología reposa sobre un «fundamento» que no viene primariamente de un cuestionar interno a la fe, y cuyo aparato conceptual no sólo es insuficiente para responder a la problemática teológica, sino que, además, la encubre y desfigura. STJR §3

Conceptos fundamentales son aquellas determinaciones en que la región esencial a la que pertenecen todos los objetos temáticos de una ciencia logra su comprensión preliminar, que servirá de guía a toda investigación positiva. Estos conceptos reciben, pues, su genuina justificación y «fundamentación» únicamente a través de la previa investigación de la región esencial misma. Ahora bien, puesto que cada una de estas regiones se obtiene a partir de un determinado sector del ente mismo, esa investigación preliminar que elabora los conceptos fundamentales no significa otra cosa que la interpretación de este ente en función de la constitución fundamental de su ser. Semejante investigación debe preceder a las ciencias positivas; y lo puede. El trabajo de Platón y Aristóteles es prueba de ello. Esa fundamentación de las ciencias se distingue principalmente de aquella «lógica» zaguera que investiga el estado momentáneo de una ciencia en función de su «método». La fundamentación de las ciencias es una lógica productiva, en el sentido de que ella, por así decirlo, salta hacia adelante hasta una determinada región de ser, la abre por vez primera en su constitución ontológica y pone a disposición de las ciencias positivas, como claras indicaciones para el preguntar, las estructuras así obtenidas. Así, por ejemplo, lo filosóficamente primario no es la teoría de la formación de los conceptos de la HISTORIA, ni la teoría del conocimiento histórico, o la teoría de la HISTORIA como objeto del saber histórico, sino la interpretación del ente propiamente histórico en función de su historicidad. De igual modo, el aporte positivo de la Crítica de la razón pura de Kant no consiste en haber elaborado una «teoría» del conocimiento, sino, más bien, en su contribución a desentrañar lo que es propio de una naturaleza en general. Su lógica trascendental es una lógica material a priori para la región de ser llamada naturaleza. Pero semejante cuestionamiento – que es ontología, en su sentido más amplio, y con independencia de corrientes y tendencias ontológicas – necesita, a su vez, de un hilo conductor. El preguntar ontológico es ciertamente más originario que el preguntar óntico de las ciencias positivas. Pero él mismo sería ingenuo y opaco si sus investigaciones del ser del ente dejaran sin examinar el sentido del ser en general. Y precisamente la tarea ontológica de una genealogía no deductivamente constructiva de las diferentes maneras posibles de ser, necesita de un acuerdo previo sobre lo que propiamente queremos decir con esta expresión «ser». STJR §3

El «tiempo» sirve desde antaño como criterio ontológico, o más bien óntico, de la distinción ingenua de las diferentes regiones del ente. Es usual delimitar el ente «temporal» (los procesos de la naturaleza y los acontecimientos de la HISTORIA) frente al ente «intemporal» (las relaciones espaciales y numéricas). Se suele contrastar el sentido «intemporal» de las proposiciones con el transcurso «temporal» de las enunciaciones. Se establece, además, un «abismo» entre el ente «temporal» y lo eterno «supratemporal», y se intenta franquearlo. «Temporal» quiere decir en cada uno de estos casos tanto como siendo «en el tiempo», una determinación que, a decir verdad, es bastante oscura. El hecho es que el tiempo, en el sentido del «estar en el tiempo», sirve de criterio para la distinción de regiones del ser. Cómo llega el tiempo a esta particular función ontológica y, más aun, con qué derecho precisamente eso que llamamos el tiempo funciona como semejante criterio y, por último, acaso en este ingenuo uso ontológico del tiempo se expresa la auténtica relevancia ontológica que posiblemente le compete, son cosas que no han sido cuestionadas ni investigadas hasta ahora. El «tiempo» ha caído como «por sí mismo», dentro del horizonte de la comprensión vulgar, en esta «obvia» función ontológica, y en ella se ha mantenido hasta ahora. STJR §5

§ 6. La tarea de una destrucción de la HISTORIA de la ontología STJR §6

Toda investigación – y no en último término la que se mueve en el ámbito de esa pregunta central que es la pregunta por el ser – es una posibilidad óntica del Dasein. El ser del Dasein tiene su sentido en la temporeidad. Pero esta última es también la condición que hace posible la historicidad como un modo de ser tempóreo del Dasein mismo, prescindiendo de si éste es un ente «en el tiempo» y del modo como lo sea. El carácter de la historicidad [Geschichtlichkeit] es previo a lo que llamamos HISTORIA [Geschichte] (el acontecer de la HISTORIA universal). La historicidad es la constitución de ser del «acontecer» del Dasein en cuanto tal, acontecer que es el único fundamento posible para eso que llamamos la «HISTORIA universal» y para la pertenencia histórica a la HISTORIA universal. En su ser fáctico, el Dasein es siempre como y «lo que» ya ha sido. Expresa o tácitamente, él es su pasado. Y esto no sólo en el sentido de que su pasado se deslice, por así decirlo, «detrás» de él y que el Dasein posea lo pasado como una propiedad que esté todavía ahí y que de vez en cuando vuelva a actuar sobre él. El Dasein «es» su pasado en la forma propia de su ser, ser que, dicho elementalmente, «acontece» siempre desde su futuro. En cada una de sus formas de ser y, por ende, también en la comprensión del ser que le es propia, el Dasein se ha ido familiarizando con y creciendo en una interpretación usual del existir [Dasein]. Desde ella se comprende en forma inmediata y, dentro de ciertos límites, constantemente. Esta comprensión abre las posibilidades de su ser y las regula. Su propio pasado – y esto significa siempre el pasado de su «generación» – no va detrás del Dasein, sino que ya cada vez se le anticipa. STJR §6

Esta elemental historicidad del Dasein puede quedarle oculta a este mismo. Pero también puede descubrirse en cierta manera y volverse objeto de un peculiar cultivo. El Dasein puede descubrir la tradición, conservarla e investigarla explícitamente. El descubrimiento de la tradición y la averiguación de lo que ella «transmite» y del modo como lo transmite, puede ser asumido como tarea autónoma. El Dasein reviste entonces el modo de ser del cuestionar e investigar históricos. Pero el saber histórico [Historie] – o más exactamente la manera de ser del averiguar histórico [Historizität] – sólo es posible, en cuanto modo de ser del Dasein cuestionante, porque este último está determinado, en el fondo de su ser, por la historicidad. Si ésta se le oculta al Dasein – y mientras se le oculte – también le será rehusada la posibilidad del preguntar histórico y del descubrimiento de la HISTORIA. La ausencia de saber histórico no es prueba alguna contra la historicidad del Dasein, sino, más bien, en cuanto modo deficiente de esta constitución de ser, una prueba en su favor. Una determinada época puede carecer de sentido histórico [unhistorisch sein] solamente en la medida en que es «histórica» [«geschichtlich»]. STJR §6

Pero si, por otra parte, el Dasein ha hecho suya la posibilidad que hay en él no sólo de hacer transparente para sí mismo su propia existencia, sino también de preguntar por el sentido de la existencialidad misma, y esto quiere decir, de preguntar previamente por el sentido del ser en general, y si en este preguntar ha quedado abierta la mirada para la esencial historicidad del Dasein, entonces será imposible no ver que el preguntar por el ser, cuya necesidad óntico-ontológica ya ha sido señalada, está caracterizado, también él, por la historicidad. De esta manera, la elaboración de la pregunta por el ser, en virtud del más propio sentido de ser del interrogar mismo en cuanto histórico, no podrá menos de captar la intimación a preguntar por su propia HISTORIA, e.d., a volverse historiológica, para llegar de este modo, por medio de la apropiación positiva del pasado, a la plena posesión de sus más propias posibilidades de cuestionamiento. La pregunta por el sentido del ser, por su misma forma de llevarse a cabo, e.d., por requerir una previa explicación del Dasein en su temporeidad e historicidad, se ve llevada por sí misma a entenderse como averiguación histórica. STJR §6

Hemos mostrado al comienzo (§ 1) que la pregunta por el sentido del ser no sólo no ha sido resuelta, ni tampoco siquiera suficientemente planteada, sino que, pese a todo el interés por la «metafísica», ella ha caído en el olvido. La ontología griega y su HISTORIA, que todavía hoy, a través de diversas filiaciones y distorsiones, determinan el aparato conceptual de la filosofía, son la prueba de que el Dasein se comprende a sí mismo y al ser en general a partir del «mundo», y de que la ontología que de este modo ha nacido sucumbe a la tradición, una tradición que la degrada a la condición de cosa obvia y de material que ha de ser meramente reelaborado (como en Hegel). Esta ontología griega desarraigada llega a ser en la Edad Media un cuerpo doctrinal consolidado. Su sistemática es todo lo contrario de un ensamblaje en un único edificio de piezas heredadas de la tradición. Dentro de los límites de una recepción dogmática de las concepciones fundamentales del ser, tomadas de los griegos, hay en esta sistemática mucho trabajo creativo que aún no ha sido puesto de relieve. En su formulación escolástica, lo esencial de la ontología griega pasa a la «metafísica» y a la filosofía trascendental de la época moderna por la vía de las Disputationes metaphysicae de Suárez, y determina todavía los fundamentos y fines de la Lógica de Hegel. En el curso de esta HISTORIA, ciertos dominios particulares del ser – tales como el ego cogito de Descartes, el sujeto, el yo, la razón, el espíritu y la persona – caen bajo la mirada filosófica y en lo sucesivo orientan primariamente la problemática filosófica; sin embargo, de acuerdo con la general omisión de la pregunta por el ser, ninguno de esos dominios será interrogado en lo que respecta a su ser y a la estructura de su ser. En cambio, se extiende a este ente, con las correspondientes formalizaciones y limitaciones puramente negativas, el repertorio categorial de la ontología tradicional, o bien se apela a la dialéctica con vistas a una interpretación ontológica de la sustancialidad del sujeto. STJR §6

Si se quiere que la pregunta misma por el ser se haga transparente en su propia HISTORIA, será necesario alcanzar una fluidez de la tradición endurecida, y deshacerse de los encubrimientos producidos por ella. Esta tarea es lo que comprendemos como la destrucción, hecha al hilo de la pregunta por el ser, del contenido tradicional de la ontología antigua, en busca de las experiencias originarias en las que se alcanzaron las primeras determinaciones del ser, que serían en adelante las decisivas. STJR §6

Esta demostración del origen de los conceptos ontológicos fundamentales, en cuanto investigación y exhibición de su «certificado de nacimiento», no tiene nada que ver con una mala relativización de puntos de vista ontológicos. Asimismo, la destrucción tampoco tiene el sentido negativo de un deshacerse de la tradición ontológica. Por el contrario, lo que busca es circunscribirla en lo positivo de sus posibilidades, lo que implica siempre acotarla en sus límites, es decir, en los límites fácticamente dados en el respectivo cuestionamiento y en la delimitación del posible campo de investigación bosquejado desde aquél. La destrucción no se comporta negativamente con respecto al pasado, sino que su crítica afecta al «hoy» y al modo corriente de tratar la HISTORIA de la ontología, tanto el modo doxográfico como el que se orienta por la HISTORIA del espíritu o la HISTORIA de los problemas. La destrucción no pretende sepultar el pasado en la nada; tiene un propósito positivo; su función negativa es sólo implícita e indirecta. STJR §6

En el marco del presente tratado, cuya finalidad es la elaboración fundamental de la pregunta por el ser, la destrucción de la HISTORIA de la ontología – destrucción que pertenece esencialmente al planteamiento de dicha pregunta, y sólo es posible dentro de él – no puede llevarse a cabo sino en algunas de las etapas decisivas y fundamentales de esa HISTORIA. STJR §6

De acuerdo con la tendencia positiva de la destrucción, será necesario preguntarse, en primer lugar, si, y hasta qué punto, en el curso de la HISTORIA de la ontología, la interpretación del ser ha sido puesta temáticamente en conexión con el fenómeno del tiempo, y si la problemática de la temporariedad, que para ello es necesaria, ha sido y podía ser elaborada, al menos en sus fundamentos. El primero y único que recorrió en su investigación un trecho del camino hacia la dimensión de la temporariedad, o que, más bien, se dejó arrastrar hacia ella por la fuerza de los fenómenos mismos, es Kant. Sólo una vez que se haya fijado la problemática de la temporariedad, resultará posible proyectar luz en la oscuridad de la doctrina del esquematismo. Pero por este camino también será posible mostrar por qué tenía este dominio que quedar cerrado para Kant en sus verdaderas dimensiones y en su función ontológica central. Kant mismo sabía que se aventuraba en un dominio oscuro: «Este esquematismo de nuestro entendimiento con respecto a los fenómenos y a su pura forma es un arte oculto en las profundidades del alma humana, cuyos verdaderos mecanismos difícilmente arrancaremos nunca a la naturaleza, ni pondremos al descubierto ante nuestros ojos». Aquello ante lo que Kant retrocede en cierto modo aquí, debe ser sacado temáticamente a luz en sus fundamentos, si es que el término «ser» ha de tener un sentido verificable. En definitiva, los fenómenos que en los análisis que han de seguir serán expuestos bajo el título de «temporariedad» son precisamente aquellos juicios más secretos de la «razón común», cuya analítica Kant define como el «quehacer de los filósofos». STJR §6

Al adoptar la posición ontológica cartesiana, Kant incurre en una omisión esencial: la omisión de una ontología del Dasein. Esta omisión es decisiva, precisamente en la línea más propia del pensamiento de Descartes. Con el cogito sum, Descartes pretende proporcionar a la filosofía un fundamento nuevo y seguro. Pero lo que en este comienzo «radical» Descartes deja indeterminado es el modo de ser de la res cogitans, más precisamente, el sentido de ser del «sum». La elaboración de los fundamentos ontológicos implícitos del cogito sum constituye la segunda estación del camino que remonta destructivamente la HISTORIA de la ontología. La interpretación demostrará no sólo que Descartes no podía menos que omitir la pregunta por el ser, sino también por qué llegó a la opinión de que con el absoluto «estar cierto» del cogito quedaba dispensado de la pregunta por el sentido del ser de este ente. STJR §6

Con la caracterización provisional del objeto temático de la investigación (ser del ente o, correlativamente, sentido del ser en general), pareciera ya estar bosquejado también su método. Destacar el ser del ente y explicar el ser mismo, es la tarea de la ontología. Pero, el método de la ontología resulta altamente cuestionable si se quiere recurrir a ontologías históricamente legadas o a tentativas análogas. Como en esta investigación el término ontología se usa en un sentido formalmente amplio, la vía para la aclaración de su método siguiendo el curso de su HISTORIA se nos cierra por sí misma. STJR §7

La expresión consta de dos partes: fenómeno y logos. Ambas remontan a términos griegos: phainomenon y logos. Tomado externamente, el término «fenomenología» está formado de un modo semejante a teología, biología, sociología, nombres que se traducen por ciencia de Dios, de la vida, de la sociedad. La fenomenología sería, pues, la ciencia de los fenómenos. El concepto preliminar de la fenomenología deberá ser expuesto mediante la caracterización de lo que se quiere decir con cada uno de los componentes de aquel término – «fenómeno» y «logos» – y mediante la fijación del sentido del nombre compuesto por ellos. La HISTORIA de la palabra misma, surgida presumiblemente en la escuela de Wolff, no tiene aquí mayor importancia. STJR §7

El concepto de logos tiene en Platón y Aristóteles tal multiplicidad de sentidos, que las significaciones tienden a separarse las unas de las otras sin la orientación positiva de una significación fundamental. Pero, en realidad, esto es sólo una apariencia, que habrá de mantenerse mientras la interpretación no logre captar adecuadamente el significado fundamental en su contenido primario. Si afirmamos que logos significa fundamentalmente «decir» [Rede], esta traducción literal sólo cobrará plena validez en virtud de la determinación de lo que significa el decir mismo. La HISTORIA ulterior de la significación de la palabra logos y, sobre todo, las múltiples y arbitrarias interpretaciones de la filosofía posterior, encubren constantemente la genuina significación del decir, que es suficientemente palmaria. logos se «traduce», y esto significa siempre se interpreta, como razón, juicio, concepto, definición, fundamento, relación. Pero, ¿cómo puede modificarse tanto el «decir» que logos signifique todo lo enumerado, y todavía dentro del uso científico del lenguaje? Incluso cuando se comprende el logos en el sentido de enunciado, y el enunciado en el sentido de «juicio», esta traducción aparentemente legítima puede muy bien no dar en el significado fundamental, sobre todo si se concibe el juicio en el sentido de alguna de las «teorías del juicio» hoy en uso. logos no significa, y en todo caso no significa primariamente, juicio, si con esta palabra se entiende un «enlace» o una «toma de posición» (aprobación o rechazo). STJR §7

Segunda parte: Rasgos fundamentales de una destrucción fenomenológica de la HISTORIA de la ontología al hilo de la problemática de la temporariedad. STJR §8

Sin embargo, ver en este círculo un circulus vitiosus y buscar cómo evitarlo, o por lo menos «sentirlo» como imperfección inevitable, significa malcomprender radicalmente el comprender. No se trata de adecuar el comprender y la interpretación a un determinado ideal de conocimiento, que no es sino una variedad del comprender que se ha orientado hacia la legítima empresa de aprehender lo que está-ahí en su esencial incomprensibilidad. Por el contrario, el cumplimiento de las condiciones fundamentales de toda interpretación exige no desconocer de partida las esenciales condiciones de su realización. Lo decisivo no es salir del círculo, sino entrar en él en forma correcta. Este círculo del comprender no es un circuito en el que gire un género cualquiera de conocimientos, sino que es la expresión de la estructura existencial de prioridad del Dasein mismo. No se lo debe rebajar a la condición de un circulus vitiosus, y ni siquiera a la de un círculo vicioso tolerado. En él se encierra una positiva posibilidad del conocimiento más originario, posibilidad que, sin embargo, sólo será asumida de manera auténtica cuando la interpretación haya comprendido que su primera, constante y última tarea consiste en no dejar que el haber previo, la manera previa de ver y la manera de entender previa le sean dados por simples ocurrencias y opiniones populares, sino en asegurarse el carácter científico del tema mediante la elaboración de esa estructura de prioridad a partir de las cosas mismas. Dado que, en virtud de su sentido existencial, el comprender es el poder-ser del Dasein mismo, los supuestos ontológicos del conocimiento histórico trascienden fundamentalmente la idea del rigor de las ciencias más exactas. La matemática no es más rigurosa que la HISTORIA, sino tan sólo más estrecha en cuanto al ámbito de los fundamentos existenciales relevantes para ella. STJR §32

Con el avance en el conocimiento de la estructura del logos, el fenómeno del «en cuanto» apofántico no podía dejar de mostrarse en alguna forma. La manera como fue visto por primera vez no es casual y no ha dejado de tener su influencia en la HISTORIA ulterior de la lógica. STJR §33

Tengamos, sin embargo, presente que en este testimonio, el Dasein se expresa acerca de sí mismo en forma originaria, sin estar determinado por interpretaciones teoréticas, y sin proponérselas. Tengamos también en cuenta que el ser del Dasein está caracterizado por la historicidad, si bien este punto deberá ser primero ontológicamente demostrado. Si el Dasein es «histórico» en el fondo de su ser, un decir que viene de su HISTORIA y que a ella retorna y que, además, es anterior a toda ciencia, cobra un peso particular, aunque no puramente ontológico. La comprensión del ser ínsita en el Dasein mismo se expresa preontológicamente. El testimonio citado más adelante servirá para aclarar que la interpretación existencial no es una invención, sino que, en cuanto «construcción» ontológica, tiene un fundamento y, en este fundamento, el bosquejo de sus rasgos elementales. STJR §42

La HISTORIA del significado del término óntico «cura» permite incluso entrever nuevas estructuras fundamentales del Dasein. Burdach llama la atención acerca de un doble sentido del término «cura», el cual no significa solamente «afán ansioso», sino también «cuidado» y «dedicación». Séneca escribe así en su última carta (ep. 124): «De las cuatro naturalezas que existen (árbol, animal, hombre, Dios), las dos últimas, que son las únicas dotadas de razón, se distinguen entre sí en que Dios es inmortal y el hombre mortal. El bien de uno, vale decir, el de Dios, lo realiza su naturaleza; el del otro, el del hombre, el cuidado (cura): unius bonum natura perficit, dei scilicet, alterius cura, hominis». STJR §42

La filosofía ha asociado desde antaño la verdad con el ser. El primer descubrimiento del ser del ente, hecho por Parménides, «identifica» el ser con la comprensión aprehensora del ser: to gar auto noein estin te kai einai. Aristóteles, en su bosquejo de la HISTORIA del descubrimiento de las archai, hace notar que los filósofos que lo precedieron, guiados por «las cosas mismas», se vieron forzados a seguir indagando: auto to pragma hodopoiesen autois kai sunenagkase zetein. El mismo hecho lo describe también con las siguientes palabras: anagkazomenos dí akolouthei tois phainomenois, se vio forzado (Parménides) a seguir lo que se mostraba en sí mismo. En otro pasaje se dice: hupí autes tes aletheias anagkazomenoi, investigaban forzados por la «verdad» misma. Aristóteles caracteriza esta investigación como un philosophein peri tes aletheias como un «filosofar» acerca de la «verdad», o también como un apophainesthai peri tes aletheias, como un hacer-ver mostrativo que apunta a la «verdad» y se mueve dentro de su ámbito. La filosofía misma es determinada como episteme tis tes aletheias, como una ciencia de la «verdad». Pero, a la vez, es caracterizada como episteme, he theorei to ón he ón, como una ciencia que contempla al ente en cuanto ente, es decir, desde el punto de vista de su ser. STJR §44

No nos proponemos hacer aquí una HISTORIA del concepto de verdad, HISTORIA que sólo podría presentarse sobre la base de una HISTORIA de la ontología. Algunas particulares referencias a cosas conocidas servirán para introducir las consideraciones analíticas. STJR §44

La estructura ontológica del ente que soy cada vez yo mismo se centra en la estabilidad del sí-mismo de la existencia. Y puesto que el sí-mismo no puede ser concebido ni como sustancia ni como sujeto, sino que se funda en la existencia, el análisis del sí-mismo impropio, del uno, fue dejado enteramente de lado en el transcurso de la interpretación preparatoria del Dasein. Ahora que la mismidad ha sido explícitamente reasumida en la estructura del cuidado y, por consiguiente, de la temporeidad, la interpretación tempórea de la estabilidad del sí-mismo y de la inestabilidad del sí-mismo adquiere un peso particular. Ella necesita un tratamiento temático específico. Ahora bien, esta interpretación no sólo aporta la primera y segura garantía contra los paralogismos y las preguntas ontológicamente inadecuadas acerca del ser del yo en general, sino que, al mismo tiempo, procura, de acuerdo a su función central, una visión más originaria de la estructura de temporización de la temporeidad. Ésta se revelará como la historicidad [Geschichtlichkeit] del Dasein. La proposición «el Dasein es histórico» [geschichtlich] se acredita como un enunciado ontológico-existencial fundamental. No tiene el carácter de una mera constatación óntica del hecho de que el Dasein acontece dentro de una «HISTORIA universal». Ahora bien, la historicidad del Dasein es el fundamento de la posibilidad del comprender histórico [historisches Verstehen], y éste, por su parte, lleva en sí la posibilidad de desarrollar en forma expresa la HISTORIA como ciencia. STJR §66

La pregunta por el «origen» del descubrimiento teorético a partir de la ocupación circunspectiva surge dentro del curso de los análisis ontológico-existenciales; ya este solo hecho indica que el problema no es aquí la HISTORIA y evolución óntica de la ciencia, ni sus causas fácticas o fines inmediatos. Al buscar la génesis ontológica del comportamiento teorético, preguntamos: ¿cuáles son, en la constitución de ser del Dasein, las condiciones de posibilidad existenciales necesarias para que el Dasein pueda existir en la forma de la investigación científica? El planteamiento de este problema apunta a un concepto existencial de la ciencia. Distinto de éste es el concepto «lógico», que comprende a la ciencia en función de sus resultados, y la define como un «conjunto de proposiciones verdaderas, es decir, válidas, en el que unas proposiciones se fundan en otras». El concepto existencial comprende la ciencia como una forma de existencia y, por consiguiente, como un modo del estar-en-el-mundo que descubre o bien abre el ente o el ser. Una interpretación existencial de la ciencia plenamente satisfactoria sólo podrá ser realizada cuando se hayan aclarado desde la temporeidad de la existencia el sentido del ser y la «conexión» entre ser y verdad. Las reflexiones que siguen preparan la comprensión de esta problemática central; en el curso de ellas, podrá desarrollarse también una idea de la fenomenología más acabada que el mero concepto preliminar dado a conocer en la Introducción. STJR §69

§ 72. Exposición ontológico-existencial del problema de la HISTORIA STJR §72

Si la pregunta por la historicidad nos hace remontar a estos «orígenes», entonces queda decidido el lugar en que se sitúa el problema de la HISTORIA [Geschichte]. Ese lugar no debe ser buscado en el saber histórico [Historie] como ciencia de la HISTORIA. Incluso cuando el tratamiento científico-teorético del problema de la «HISTORIA» no apunta tan sólo al esclarecimiento «epistemológico» (Simmel) del modo de aprehensión que es propio del saber histórico o a la lógica de la conceptualización de la exposición historiográfica (Rickert), sino que se orienta también hacia el «lado del objeto», incluso en este planteamiento, la HISTORIA sigue, en el fondo, siendo accesible tan sólo como objeto de una ciencia. El fenómeno fundamental de la HISTORIA, que subyace de antemano a una posible tematización por medio del saber histórico, queda así irreversiblemente abandonado. El modo como pueda la HISTORIA convertirse en objeto del saber histórico sólo puede ser inferido a partir del modo de ser de lo histórico, a partir de la historicidad y de su enraizamiento en la temporeidad. STJR §72

Si la historicidad debe ser aclarada a partir de la temporeidad y, primordialmente, a partir de la temporeidad propia, entonces será esencial a esta tarea que sólo pueda ser realizada por medio de una construcción fenomenológica. La constitución ontológico-existencial de la historicidad debe ser conquistada en contra de la tendencia encubridora que es propia de la interpretación vulgar de la HISTORIA del Dasein. La construcción existencial de la historicidad tiene su apoyo concreto en la comprensión vulgar del Dasein, y encuentra una guía en las estructuras existenciales alcanzadas hasta aquí. STJR §72

La investigación se procurará, en primer lugar, por medio de la caracterización de las concepciones vulgares de la HISTORIA, una orientación acerca de los momentos que usualmente se consideran esenciales para la HISTORIA. Con esto deberá quedar en claro qué es lo que originariamente se designa como histórico. Y de este modo se señalará el lugar desde donde debe llevarse a cabo la exposición del problema ontológico de la historicidad. STJR §72

Al acontecer del Dasein le pertenece por esencia la aperturidad y la interpretación. En este modo de ser del ente que existe históricamente se origina la posibilidad existentiva de una apertura y comprensión explícita de la HISTORIA. La tematización de la HISTORIA, es decir, su apertura historiográfica, es el supuesto para una posible «construcción del mundo histórico en las ciencias del espíritu». La interpretación existencial de la ciencia histórica sólo apunta a la demostración de su procedencia ontológica en la historicidad del Dasein. Sólo desde aquí es posible fijar los límites dentro de los cuales una teoría de la ciencia orientada por el quehacer científico fáctico puede exponerse a las contingencias de sus cuestionamientos. STJR §72

Sin embargo, el Dasein también debe ser llamado «tempóreo» por el hecho de que está «en el tiempo». El Dasein fáctico necesita y usa el calendario y el reloj aun antes de haber desarrollado un saber histórico. Experimenta lo que «le» sucede como si aconteciera «en el tiempo». De igual manera comparecen «en el tiempo» los procesos de la naturaleza inanimada o viviente. Son intratempóreos. Podría, pues, parecer que antes de discutir la conexión entre historicidad y temporeidad habría que proceder al análisis del origen del «tiempo» de la intratemporeidad en la temporeidad, análisis que hemos reservado para el próximo capítulo. Pero, a fin de quitarle a la caracterización vulgar de lo histórico, llevada a cabo con la ayuda del tiempo de la intratemporeidad, su carácter aparentemente obvio y exclusivo, será necesario, tal como lo exige, por lo demás, el contexto de «la cosa misma», que la historicidad sea – en primer lugar – «deducida» únicamente de la temporeidad originaria del Dasein. Ahora bien, en la medida en que el tiempo de la intra-temporeidad, también «procede» de la temporeidad del Dasein, historicidad e intratemporeidad se muestran como igualmente originarias. Así, pues, dentro de sus límites, la interpretación vulgar del carácter temporal de la HISTORIA conserva todos sus derechos. STJR §72

Después de esta primera caracterización de la marcha de la exposición ontológica de la historicidad a partir de la temporeidad, ¿será necesaria la afirmación explícita de que la presente investigación no cree poder resolver el problema de la HISTORIA de un solo golpe de mano? La penuria de los medios «categoriales» disponibles y la incertidumbre de los horizontes ontológicos primarios se agudizan en la misma medida en que el problema de la HISTORIA es llevado a su enraizamiento originario. La presente meditación se contenta con indicar el lugar ontológico del problema de la historicidad. En el fondo, este análisis no pretende otra cosa que abrir caminos que contribuyan a fomentar la apropiación de las investigaciones de Dilthey, tarea que aún está pendiente para la generación actual. STJR §72

La exposición del problema existencial de la historicidad, necesariamente limitada, además de lo ya dicho, por su finalidad ontológico-fundamental, tiene la siguiente articulación: la comprensión vulgar de la HISTORIA y el acontecer del Dasein (§ 73); la constitución fundamental de la historicidad (§ 74); la historicidad del Dasein y la HISTORIA del mundo (§ 75); el origen existencial del saber histórico en la historicidad del Dasein (§ 76); conexión de la precedente exposición del problema de la historicidad con las investigaciones de Dilthey y las ideas del conde de Yorck (§ 77). STJR §72

§ 73. La comprensión vulgar de la HISTORIA y el acontecer del Dasein STJR §73

La próxima meta es encontrar el lugar desde donde debe plantearse la pregunta originaria por la esencia de la HISTORIA, es decir, desde donde ha de intentarse la construcción existencial de la historicidad. Este lugar deberá quedar señalado por aquello que es originariamente histórico. Comenzaremos, pues, con una caracterización de lo que en la interpretación vulgar del Dasein se quiere decir con las expresiones «HISTORIA» e «histórico». Estas expresiones tienen varios sentidos. STJR §73

Entre las significaciones de la expresión «HISTORIA» que no denotan ni la ciencia de la HISTORIA ni la HISTORIA en cuanto objeto, sino este ente mismo, y no necesariamente objetivado, reclama un uso preferente aquella que comprende a este ente como algo pasado. Esta significación la encontramos en el modo de hablar que dice que esto o aquello ya pertenece a la HISTORIA. «Pasado» significa, en este caso, por una parte, que ya no está-ahí, y por otra, que, aunque todavía esté-ahí, no tiene empero «eficacia» sobre el «presente». Sin embargo, lo histórico como pasado tiene también la significación opuesta cuando decimos: uno no puede escapar a la HISTORIA. HISTORIA quiere decir aquí lo pasado que, sin embargo, sigue actuando. Sea como fuere, lo histórico en cuanto pasado es comprendido siempre en una relación de eficacia – positiva o privativa – con respecto al «presente», en el sentido de lo que es real «ahora» y «hoy». El «pasado» tiene entonces una curiosa duplicidad de sentido. Lo pasado pertenece irrevocablemente al tiempo anterior; perteneció a los acontecimientos de ese entonces y puede, sin embargo, todavía «ahora» estar-ahí, como lo están, por ejemplo, los restos de un templo griego. Con él, un «trozo del pasado» está «presente» aún. STJR §73

Además, HISTORIA no significa tanto el «pasado», en el sentido de lo pasado, sino tener su origen en el pasado. Lo que «tiene una HISTORIA» está dentro del contexto de un devenir. El «desarrollo» será unas veces ascensión, otras veces decadencia. Lo que de esta manera «tiene HISTORIA» puede también «hacer» HISTORIA. «Haciendo época» determina «desde el presente» un «futuro». HISTORIA significa aquí un encadenamiento de sucesos y de efectos que se extiende a lo largo del «pasado», «presente» y «futuro». En este caso, el pasado no tiene una particular primacía. STJR §73

HISTORIA significa, además, la totalidad del ente que cambia «en el tiempo», entendiendo por tal, a diferencia de la naturaleza, que también se mueve «en el tiempo», las transformaciones y vicisitudes de los hombres, de las agrupaciones humanas y de la «cultura». Aquí HISTORIA no significa tanto el modo de ser, el acontecer, cuanto aquella región del ente que, en virtud de la esencial determinación de la existencia del hombre por el «espíritu» y la «cultura», es distinguida de la naturaleza, naturaleza que, sin embargo, también pertenece en alguna forma a la HISTORIA así comprendida. STJR §73

Resumiendo unitariamente las cuatro significaciones mencionadas, obtendremos el siguiente resultado: HISTORIA es el específico acontecer en el tiempo del Dasein existente, de tal manera que se considera como HISTORIA en sentido eminente el acontecer «ya pasado» y a la vez «transmitido» y siempre actuante en el convivir. STJR §73

Estos cuatro significados están conectados entre sí por el hecho de relacionarse con el hombre como «sujeto» de los acontecimientos. ¿Cómo deberá determinarse el carácter aconteciente de éstos? ¿Es el acontecer una secuencia de eventos, un alternante emerger y desaparecer de sucesos? ¿De qué manera pertenece al Dasein este acontecer de la HISTORIA? ¿Comienza el Dasein por «estar-ahí» de un modo fáctico, para luego entrar ocasionalmente «en una HISTORIA»? ¿Deviene histórico el Dasein sólo por su entrelazamiento con circunstancias y sucesos? ¿O se constituye, más bien, el ser del Dasein precisamente por medio del acontecer, de tal suerte que sólo porque el Dasein es histórico en su ser mismo son ontológicamente posibles eso que llamamos las circunstancias, sucesos y vicisitudes? ¿Por qué en la caracterización «tempórea» del Dasein que acontece «en el tiempo» tiene precisamente el pasado una función eminente? STJR §73

Si la HISTORIA pertenece al ser del Dasein, y este ser se funda en la temporeidad, parece natural comenzar el análisis existencial de la historicidad con aquellos caracteres de lo histórico que manifiestamente tienen un sentido tempóreo. La exposición de la constitución fundamental de la historicidad deberá, pues, ser preparada por una determinación más precisa de esa curiosa primacía que tiene el pasado en el concepto de la HISTORIA. STJR §73

A partir de este análisis preliminar del útil que todavía está-ahí, pero que ya de algún modo ha «pasado», del útil que pertenece a la HISTORIA, resulta claro que tal ente sólo es histórico en razón de su pertenencia a un mundo. Pero el mundo tiene el modo de ser de lo histórico porque constituye una determinación ontológica del Dasein. Por otra parte, se nos muestra que la determinación temporal del «pasado» carece de sentido unívoco y que manifiestamente debe distinguirse del haber-sido que, como hemos visto, es un constitutivo de la unidad extática de la temporeidad del Dasein. Pero con esto no hace más que agudizarse el enigma del porqué, precisamente el «pasado» o, hablando con más propiedad, el «haber-sido», determina en forma preponderante lo histórico, en circunstancias de que, por otra parte, el «haber-sido» se temporiza cooriginariamente con el presente y el futuro. STJR §73

Innecesarias sutilezas, se dirá. Nadie niega que el Dasein humano sea, en el fondo, el «sujeto» primario de la HISTORIA, y el concepto corriente de la HISTORIA anteriormente aducido lo dice con suficiente claridad. Pero la tesis de que «el Dasein es histórico» no se refiere solamente al hecho óntico de que el hombre es un «átomo» más o menos importante en el tráfago de la HISTORIA universal y que está, cual juguete, a merced de las circunstancias y acontecimientos, sino que plantea el siguiente problema: ¿en qué medida y en virtud de qué condiciones ontológicas la historicidad pertenece a la subjetividad del sujeto «histórico» como su constitución esencial? STJR §73

El Dasein siempre tiene fácticamente su «HISTORIA», y puede tenerla porque el ser de este ente se halla constituido por la historicidad. Esta tesis deberá ser justificada con vistas a la exposición del problema ontológico de la HISTORIA, en cuanto problema existencial. El ser del Dasein ha sido definido como cuidado. El cuidado se funda en la temporeidad. Por consiguiente, debemos buscar dentro del ámbito de ésta un acontecer que determine a la existencia como histórica. De esta manera, la interpretación de la historicidad del Dasein se revela, en última instancia, como una elaboración más concreta de la temporeidad. La temporeidad fue dilucidada, en primer lugar, considerando la forma propia del existir, que hemos caracterizado como resolución precursora. ¿En qué sentido constituye ésta un modo propio del acontecer del Dasein? STJR §74

Definiremos la repetición como el modo de la resolución que se entrega a sí misma [una posibilidad heredada] y mediante el cual el Dasein existe explícitamente como destino. Ahora bien, si el destino constituye la historicidad originaria del Dasein, el peso esencial de la HISTORIA no recae ni en el pasado ni en el presente en su «conexión» con el pasado, sino en el acontecer propio de la existencia, que brota del futuro del Dasein. La HISTORIA, en cuanto forma de ser del Dasein, hunde sus raíces tan esencialmente en el futuro, que la muerte, como esa posibilidad del Dasein antes descrita, rechaza a la existencia precursante hacia su fáctica condición de arrojada, otorgando así al haber-sido su peculiar primacía dentro de lo histórico. El modo propio de estar vuelto hacia la muerte, es decir, la finitud de la temporeidad, es el fundamento oculto de la historicidad del Dasein. El Dasein no se hace histórico por la repetición, sino que, por ser histórico en cuanto tempóreo, puede asumirse repitentemente en su HISTORIA. Para esto no necesita aún de ningún saber histórico. STJR §74

Llamamos destino al precursante entregarse al Ahí del instante, ínsito en la resolución. En el destino se funda también el destino común, que entendemos como el acontecer del Dasein en el coestar con los otros. En la repetición el destinal destino común puede ser abierto explícitamente en lo que respecta al legado de la tradición. La repetición le revela al Dasein por primera vez su propia HISTORIA. El acontecer mismo y su correspondiente aperturidad, o bien la apropiación de ésta, se fundan existencialmente en el hecho de que el Dasein está extáticamente abierto en cuanto tempóreo. STJR §74

Lo que hasta este momento, ateniéndonos al acontecer que tiene lugar en la resolución precursora, hemos definido como historicidad, lo llamamos, más precisamente, el modo propio de la historicidad del Dasein. A partir de los fenómenos de la tradición y la repetición, enraizados en el futuro, se ha vuelto claro por qué el acontecer de la HISTORIA propia tiene su peso en el haber-sido. Tanto más enigmática resulta, en cambio, la manera como este acontecer puede, en cuanto destino, constituir la «trama» entera del Dasein, desde su nacimiento hasta la muerte. ¿Qué aclaración puede aportar la vuelta a la resolución? Porque un acto resolutorio ¿no es acaso tan sólo una única «vivencia» dentro de la serie entera de las vivencias? La «trama» del acontecer propio ¿consistirá acaso en la serie ininterrumpida de actos resolutorios? ¿A qué se debe el hecho de que la pregunta por la constitución de la «trama de la vida» no encuentre una respuesta plenamente satisfactoria? ¿Y si, en definitiva, la investigación se hubiese empeñado demasiado precipitadamente en la búsqueda de una respuesta, sin haber examinado antes la legitimidad de la pregunta? A través del camino recorrido hasta ahora por la analítica existencial, nada resulta tan claro como el hecho de que una y otra vez la ontología del Dasein cae bajo las seducciones de la comprensión ordinaria del ser. Esto sólo puede remediarse metodológicamente si indagamos el origen de la pregunta aparentemente tan «obvia» por la constitución de la trama del Dasein y determinamos el horizonte ontológico dentro del que ella se mueve. STJR §74

Si la historicidad pertenece al ser del Dasein, también el existir impropio tendrá que ser histórico. ¿Y si fuese la historicidad impropia del Dasein la que determina la orientación que tiene la pregunta por una «trama de la vida» y bloquea el acceso a la historicidad propia y a la peculiar «trama» de ésta? Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que si la exposición del problema ontológico de la HISTORIA ha de ser suficientemente completa, de ningún modo sería posible soslayar la consideración de la historicidad impropia del Dasein. STJR §74

§ 75. La historicidad del Dasein y la HISTORIA del mundo STJR §75

Inmediata y regularmente el Dasein se comprende a partir de lo que comparece en el mundo circundante y de lo que es objeto de ocupación circunspectiva. Esta comprensión no es un mero conocimiento de sí mismo que simplemente acompañase a todos los comportamientos del Dasein. Comprender significa proyectarse hacia una determinada posibilidad del estar-en-el-mundo, es decir, existir como tal posibilidad. De esta manera, el comprender, en cuanto comprensión común, constituye también la existencia impropia del uno. Lo que en el convivir público comparece para el ocuparse cotidiano no son tan sólo el útil y la obra, sino también lo que con ellos «sucede»: «quehaceres», empresas, incidentes y accidentes. El «mundo» es, al mismo tiempo, suelo y escenario y, como tal, forma parte del ir y venir cotidiano. En el convivir público comparecen los otros en esas actividades en las que también «uno mismo» se encuentra sumergido. Se conoce, se discute, se aprueba, se combate, se retiene en la memoria y se olvida, pero considerando siempre, en primer lugar, lo que se hace y lo que de allí «resulta». El progreso, el estancamiento, el cambio de actitud y el «balance final» del Dasein individual los medimos ante todo por la marcha, el estado, el cambio y la disponibilidad de lo que nos ocupa. Por trivial que sea la referencia a la comprensión que tiene del Dasein la comprensión cotidiana común, esta última no es en modo alguno ontológicamente transparente. Pero entonces, ¿por qué no determinar la «trama» del Dasein por lo que es objeto de ocupación, y por «lo vivido»? ¿No pertenecen también a la «HISTORIA» el útil, la obra y todas aquellas cosas entre las que el Dasein se encuentra? ¿Es acaso el acontecer de la HISTORIA sólo el aislado transcurrir de la «corriente de vivencias» en los sujetos individuales? STJR §75

En efecto, la HISTORIA no es ni la textura dinámica de las variaciones de los objetos ni el fluir, suspenso en el vacío, de las vivencias de los «sujetos». ¿Afectará entonces el acontecer de la HISTORIA a la conexión de sujeto y objeto? Pero, si se atribuye el acontecer a la relación sujeto-objeto, entonces también deberá preguntarse por el modo de ser de esa conexión en cuanto tal, puesto que en ese caso sería ella la que propiamente «acontece». La tesis acerca de la historicidad del Dasein no afirma que sea histórico un sujeto sin mundo, sino el ente que existe como estar-en-el-mundo. El acontecer de la HISTORIA es el acontecer del estar-en-el-mundo. La historicidad del Dasein es esencialmente historicidad del mundo, un mundo que, en razón del carácter extático-horizontal de la temporeidad, pertenece necesariamente a la temporización de esa temporeidad. En la medida en que el Dasein existe fácticamente, comparece también lo descubierto dentro del mundo. Con la existencia del estar-en-el-mundo histórico, lo a la mano y lo que está-ahí se encuentran incorporados desde siempre a la HISTORIA del mundo. El útil y la obra, los libros, por ejemplo, tienen sus «destinos»; las obras arquitectónicas y las instituciones tienen su HISTORIA. Pero también la naturaleza es histórica. Aunque no precisamente en el sentido de una «HISTORIA natural», pero sí en cuanto paisaje, terreno de asentamiento o de explotación, en cuanto campo de batalla y lugar de culto. Estos entes intramundanos son históricos en cuanto tales, y su HISTORIA no es algo «externo» que se limitase a acompañar la HISTORIA «interior» del «alma». Llamamos a este ente lo mundi-histórico [das Welt-Geschichtliche]. Aquí es necesario tener en cuenta el doble significado de la expresión elegida – «historia-del-mundo» – entendida, en este caso, en un sentido ontológico. Por una parte, esta expresión significa el acontecer del mundo en su esencial y existente unidad con el Dasein. Pero a la vez, y por el hecho de que con el mundo fácticamente existente queda siempre descubierto el ente intramundano, ella nombra también el «acontecer» intramundano de lo a la mano y de lo que está-ahí. El mundo histórico fácticamente sólo es en cuanto mundo del ente intramundano. Lo que «acontece» con el útil y la obra en cuanto tales tiene un carácter particular de movilidad, que hasta ahora ha quedado enteramente en la oscuridad. Un anillo, por ejemplo, que se «entrega» y que se «lleva» no experimenta por este hecho meros cambios de lugar. La movilidad del acontecer en el que algo «sucede con el anillo» no puede ser comprendida en modo alguno en función del movimiento como cambio de lugar. Esto es válido para todos los «procesos» y acontecimientos mundi-históricos, y también, en cierto modo, para las «catástrofes naturales». No nos es posible profundizar aquí el problema de la estructura ontológica del acontecer mundi-histórico, porque – prescindiendo de que ello implicaría un rebasamiento de los límites de nuestro tema – el propósito de esta exposición no es otro que ponernos ante el enigma ontológico de la movilidad del acontecer en general. STJR §75

Aquí se trata tan sólo de delimitar aquel ámbito de fenómenos que de un modo necesario queda ontológicamente implicado cuando se habla de la historicidad del Dasein. En razón de la trascendencia del mundo, tempóreamente fundada, lo mundi-histórico ya está siempre «objetivamente» dado en el acontecer del existente estar-en-el-mundo, pero sin ser aprehendido en un saber histórico. Y como el Dasein fáctico en su caída se absorbe en aquello de lo que se ocupa, comprende en primer lugar su HISTORIA mundi-históricamente. Y como, además, la comprensión vulgar del ser comprende el «ser» indiferentemente como estar-ahí, el ser de lo mundi-histórico queda experimentado e interpretado en el sentido de algo que está-ahí viniendo, haciéndose presente y desapareciendo. Y como, finalmente, el sentido del ser en general es considerado como lo absolutamente obvio, la pregunta por el modo de ser de lo mundi-histórico y por la movilidad del acontecer en general no parece ser, «propiamente», otra cosa que la estéril minuciosidad de una sutileza verbal. STJR §75

El Dasein cotidiano está disperso en la multiplicidad de lo que «pasa» diariamente. Las eventualidades y circunstancias frente a las cuales el ocuparse está de antemano «tácticamente» a la espera, conforman el «destino». El Dasein impropiamente existente sólo contabiliza su HISTORIA a partir de lo que es objeto de ocupación. Y puesto que entonces, llevado de un lado a otro por sus «quehaceres», el Dasein necesita, si quiere llegar a sí mismo, recogerse primeramente desde la dispersión y la inconexión de lo eventualmente «ocurrido», surge, por vez primera, desde el horizonte de comprensibilidad de la historicidad impropia, el problema de crear una «conexión» de la existencia [Dasein], entendida como una conexión de las vivencias que «también» están-ahí en el sujeto. La posibilidad del predominio de este horizonte problemático se funda en la falta de resolución, que constituye la esencia de la in-estabilidad del sí-mismo. STJR §75

En la historicidad impropia, en cambio, la extensión originaria del destino queda oculta. El Dasein presenta [gegenwartigt] su «hoy» en la inestabilidad del uno-mismo. Mientras está a la espera de la próxima novedad, ya ha olvidado lo antiguo. El uno rehuye la elección. Ciego para las posibilidades, es incapaz de repetir lo que ha sido, y se limita a retener y mantener lo «real» que ha quedado de lo mundanamente histórico ya sido, los restos e informaciones presentes acerca de ello. Absorto en la presentación del hoy, comprende el «pasado» desde el «presente». Por el contrario, la temporeidad de la historicidad propia es, en cuanto instante precursor y repitente, una des-presentación del hoy y un desacostumbramiento de las conductas usuales del uno. La existencia impropiamente histórica, cargada con la herencia del «pasado», irreconocible ya para ella misma, busca, en cambio, lo moderno. La historicidad propia comprende la HISTORIA como el «retorno» de lo posible y sabe, por eso, que la posibilidad sólo retorna cuando la existencia está destinal-instantáneamente abierta para ella en la repetición resuelta. STJR §75

Constantemente la interpretación existencial de la historicidad del Dasein, sin advertirlo, se sume en la oscuridad. Las oscuridades son difíciles de disipar por cuanto no se han distinguido aún las posibles dimensiones del cuestionamiento adecuado y porque en todas ellas ronda el enigma del ser y – como ahora se nos ha hecho claro – el del movimiento. Es posible, sin embargo, esbozar un proyecto de la génesis ontológica de la HISTORIA como ciencia, a partir de la historicidad del Dasein. Este proyecto servirá como preparación para aclarar, en su momento, la tarea de una destrucción historiográfica de la HISTORIA de la filosofía. STJR §75

Esto podría, por lo pronto, explicarse haciendo presente que la HISTORIA, en cuanto ciencia acerca del acontecer histórico del Dasein, tiene que «suponer» como su posible «objeto» el ente originariamente histórico. Pero no sólo se requiere que el acontecer histórico sea, para que un objeto histórico se torne accesible; ni tampoco basta solamente con el hecho de que el conocimiento histórico, en cuanto comportamiento aconteciente del Dasein, sea una forma de acontecer histórico, sino que la apertura del acontecer histórico llevada a cabo por la historiografía está enraizada, en sí misma y por su propia estructura ontológica – se realice o no fácticamente – , en la historicidad del Dasein. A esta conexión se refiere el problema del origen existencial del saber histórico en la historicidad del Dasein. Aclarar esta conexión significa, desde un punto de vista metodológico, proyectar ontológicamente, a partir de la historicidad del Dasein, la idea del saber histórico. Por el contrario, no sería procedente intentar «abstraer» el concepto de saber histórico a partir de una actividad científica hoy en día fáctica, ni pretender asimilarlo a ella. Porque ¿qué nos garantiza, en principio, que este modo fáctico de proceder sea efectivamente representativo del saber histórico en sus posibilidades originarias y propias? Y, supuesto que así fuese – cuestión que nos abstenemos de zanjar – , el concepto sólo podría «descubrirse» en los hechos a través del hilo conductor de la idea ya comprendida del saber histórico. Pero, por otra parte, la idea existencial del saber histórico no alcanzaría una mayor justificación por el hecho de que el historiador constatase que su comportamiento fáctico concuerda con ella. Ni tampoco se tornaría «falsa» porque él niegue dicha concordancia. STJR §76

La idea de la HISTORIA como ciencia implica que la tarea por ella asumida es la apertura del ente histórico. Toda ciencia se constituye primariamente por la tematización. Lo que precientíficamente es familiar al Dasein en cuanto abierto estar-en-el-mundo, es proyectado en su ser específico. Con este proyecto se delimita la respectiva región del ente. Las vías de acceso a este ente reciben «dirección» metodológica; la estructura conceptual de la interpretación comienza a bosquejarse. Si posponemos el problema de la posibilidad de una «HISTORIA del presente», y le asignamos al saber histórico la tarea de abrir el «pasado», entonces la tematización historiográfica de la HISTORIA sólo será posible si, de alguna manera, el «pasado» ya está abierto. Prescindiendo completamente de la cuestión de si se dispone o no de fuentes suficientes para una representación historiográfica del pasado, no cabe duda de que la vía de acceso hacia ese pasado debe estar de algún modo abierta, si ha de ser posible volver a él por medio del saber histórico. Que esto ocurra y cómo llegue a ser posible, no es en absoluto evidente. STJR §76

Ahora bien, en la medida en que el ser del Dasein es histórico, es decir, en la medida en que, por razón de la temporeidad extático-horizontal, está abierto en su haber-sido, la tematización del «pasado» tiene efectivamente vía libre para realizarse en la existencia. Y como el Dasein, y sólo él, es originariamente histórico, lo que la tematización historiográfica presenta como posible objeto de la investigación deberá tener el modo de ser de un Dasein que ha existido. Con el Dasein fáctico, en cuanto estar-en-el-mundo, también se da siempre una HISTORIA del mundo. Cuando aquél ya no existe, el mundo mismo es algo que ha existido. No se opone a ello el hecho de que lo antaño a la mano dentro del mundo no haya aún dejado de ser y que, como algo aún no pasado del mundo que ha existido, pueda ser encontrado en un presente por medio del «saber histórico». STJR §76

Ruinas, monumentos y crónicas aún presentes son «material» posible para la concreta apertura del Dasein en su haber-existido. Tales cosas pueden convertirse en material para el saber histórico tan sólo porque tienen, por su propio modo de ser, carácter mundi-histórico. Y sólo se convierte efectivamente en material porque de antemano quedan comprendidas en su intramundaneidad. El mundo ya proyectado se determina por medio de la interpretación del material mundi-histórico que se ha «conservado». La adquisición, clasificación y aseguración del material no son lo que pone en movimiento la vuelta hacia el «pasado», sino que esas actividades presuponen el histórico estar vuelto hacia el haber-existido del Dasein, es decir, presuponen la historicidad de la existencia del propio historiador. Esta historicidad funda existencialmente la HISTORIA en cuanto ciencia hasta en sus más insignificantes dispositivos «artesanales». STJR §76

Si el saber histórico hunde de este modo sus raíces en la historicidad, a partir de este hecho habrá de ser posible también determinar cuál es «propiamente» el objeto de la HISTORIA. Para delimitar el tema originario del saber histórico será necesario ajustarse a la historicidad propia y a su correspondiente modo de apertura del haber-existido, vale decir, a la repetición. La repetición comprende al Dasein que ha-existido en su posibilidad propia ya existida. El «nacimiento» del saber histórico desde la historicidad propia significa entonces lo siguiente: la tematización primaria del objeto del saber histórico proyecta al Dasein que ha-existido hacia su más propia posibilidad de existencia. ¿Quiere decir entonces que el saber histórico deberá tener como tema lo posible? Pero su sentido ¿no consiste acaso exclusivamente en la búsqueda de los hechos, es decir, de lo que efectivamente ha sido? STJR §76

Pero, ¿qué significa que el Dasein sea «efectivamente»? Si el Dasein sólo es «propiamente» real en la existencia, entonces, sin duda alguna, su «efectividad» habrá de constituirse precisamente en el proyectarse resuelto hacia un poder-ser que se ha escogido. Pero entonces el verdadero y «efectivo» haber-existido será la posibilidad existentiva en la que fácticamente se ha determinado el destino individual, el destino colectivo y la HISTORIA del mundo. Dado que la existencia sólo es tal en cuanto fácticamente arrojada, con tanto mayor penetración podrá el saber histórico abrir la callada fuerza de lo posible, cuanto más concreta y simplemente comprenda y «se limite» a exponer el haber-sido-en-el-mundo, precisa-mente a partir de su posibilidad. STJR §76

Cuando, por medio de la repetición, el saber histórico que surge de la historicidad propia revele en su posibilidad al Dasein que ha-existido, entonces también habrá revelado lo «universal» en lo singular. El problema si el saber histórico tiene como objeto tan sólo la sucesión de acontecimientos irrepetibles e «individuales» o también las «leyes», está mal planteado desde su raíz. Su tema no lo constituye ni lo singularmente acontecido, ni un universal que flotara por encima de aquél, sino la posibilidad que ha sido fácticamente existente. Esta posibilidad no queda repetida en cuanto tal, es decir, verdaderamente comprendida en un saber histórico, cuando se la tergiversa proyectándola en un descolorido modelo supra-temporal. Tan sólo la fáctica historicidad propia, en cuanto destino resuelto, puede abrir la HISTORIA que ya existió de tal manera que en la repetición la «fuerza» de lo posible irrumpa en la existencia fáctica, es decir, que venga a ella en su futuridad. De la misma manera, pues, como la historicidad del Dasein ajeno a la historiografía no arranca del «presente» y de lo que solamente hoy es «real», tampoco el saber histórico arranca desde allí para ir retrocediendo luego a tientas hacia un pasado, sino que incluso la apertura historiográfica misma se temporiza desde el futuro. La «selección» de lo que habrá de ser un posible objeto del saber histórico ya ha sido realizada en la elección fáctica y existentiva de la historicidad del Dasein, Dasein tan sólo del cual el saber histórico brota y únicamente en el cual es. STJR §76

Tan sólo porque el tema central del saber histórico es siempre la posibilidad de la existencia que ya ha-existido, y porque ésta existe siempre fácticamente en forma mundi-histórica, aquel saber puede exigirse inexorablemente a sí mismo una orientación atenida a «los hechos». Por eso, la investigación fáctica se ramifica profusamente, haciendo objeto suyo la HISTORIA de los útiles, de las obras, de la cultura, del espíritu y de las ideas. A la vez, la HISTORIA, en cuanto se entrega a sí misma una tradición, está siempre en un estado interpretativo que le es inherente, estado interpretativo que, por su parte, tiene su propia HISTORIA, de tal manera que el saber histórico no l

Submitted on 18.07.2021 18:19
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