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Léxico Filosofia

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teología

Definition:
Algunas indicaciones sobre aspectos importantes para el debate teológico sobre «El problema de un pensar y un hablar no objetivadores en la teología actual» Heideggeriana: FenoTeo

1. Lo primero que hay que hacer es determinar qué tiene que discutir la teología en cuanto modo de pensar y hablar. Pues bien, se trata de la fe cristiana y de lo creído por ella. Sólo cuando ya tenemos esto bien claro podemos preguntar cómo tienen que ser el pensar y hablar para adecuarse al sentido y la exigencia de la fe, evitando que se introduzcan representaciones ajenas a la fe. Heideggeriana: FenoTeo

3. Hay que decidir en qué medida el problema de un pensar y un hablar no objetivadores es en general un problema auténtico o si no estará preguntando por algo marginal alejándose del tema de la teología provocando de un modo innecesario mayor confusión. En este caso, el debate teológico que se ha organizado tendría la misión de aclararse a sí mismo y asurnir que con semejante problema se ha metido por un camino que se pierde en el bosque [N. de los T.: literalmente, «es sich... auf einem Holzweg befindet».]. Pero esto parecería un resultado negativo del debate. Sin embargo sólo es un parecer, porque, en realidad, tendría la consecuencia inevitable de que la teología tendría por fin clara y de modo invitable la necesidad de su misión principal, que no consiste en apoyarse en la filosofía y las ciencias para extraer de ellas las categorías de su pensar y la naturaleza de su lenguaje, sino en un hablar y pensar de modo conforme al asunto a partir de la fe y para ella misma. Si esta fe parte de la propia convicción interna de que alcanza al hombre en cuanto hombre en su esencia, entonces el auténtico pensar y hablar teológicos no necesitan armarse con ningún recurso especial para tocar al hombre y encontrar en él un oído atento. Heideggeriana: FenoTeo

Llegados aquí habría que analizar por lo menudo los tres temas citados. Por mi parte, y partiendo de la filosofía, sólo puedo aportar algunas indicaciones respecto al segundo tema. Efectivamente, la discusión del primer tema, que debería estar en la base de todo este debate si no se quiere que se quede en el aire, es tarea de la teología. Heideggeriana: FenoTeo

Antes de iniciar cualquier discusión sobre la cuestión de un pensar y hablar no objetivadores en la teología, sigue siendo necesario reflexionar qué es lo que se entiende por pensar y hablar objetivadores cuando se plantea este debate teológico. Esta reflexión obliga a preguntar lo siguiente: ¿Son el pensar y hablar objetivadores un tipo especial de pensar y hablar o todo pensar, en cuanto pensar, y todo hablar, en cuanto hablar, tienen que ser necesariamente objetivadores? Heideggeriana: FenoTeo

De qué manera y hasta qué límites deba y tenga que introducirse la teología en este debate es un asunto que ella misma tiene que decidir. Heideggeriana: FenoTeo

Haremos que preceda a las siguientes breves explicaciones a las preguntas de a) hasta e) una observación que presumiblemente es la que ha dado pie al problema de «un pensar y hablar no objetivadores en la teología actual». Se trata de la opinión muy difundida, pero no comprobada, de que todo pensar, en cuanto representar, y todo hablar, en cuanto expresión en voz alta, son ya de suyo «objetivadores». Aquí no nos resulta posible investigar en detalle el origen de dicha opinión. En cualquier caso, lo que resulta determinante para ella es esa distinción antigua pero nunca explicada entre lo racional y lo irracional, distinción que, a su vez, se sugiere desde la instancia de un pensar racional a su vez inexplicado. Con todo, en los últimos tiempos han sido determinantes para la afirmación del carácter objetivador de todo pensar y hablar las teorías de Nietzsche, Bergson y la filosofía de la vida. Desde el momento en que cuando hablamos [la. ed. (1970): insuficiente, o, mejor, como los que moran (es decir, los que interpretan el demorarse del mundo).] - ya sea e modo expreso o no - siempre decimos «es» y puesto que ser significa presencia y ésta ha sido interpretada en la época moderna como objetualidad [N. de los T.: Gegenständlichkeit.] y objetividad, el pensar en cuanto re-presentar, y el hablar en cuanto expresión de viva voz, suponen inevitablemente una consolidación y fijación de esa «corriente de la vida» que fluye en sí y por lo tanto comportan su propia falsificación. Por otro lado, aunque esté falsificada, una fijación semejante de lo que permanece es indispensable para la conservación y la estabilidad de la vida humana. Como testimonio de esta opinión, expuesta bajo diversas variantes, nos conformaremos con el siguiente texto de Nietzsche, La voluntad de poder, n. 75 (1887-88): «Los medios de expresión del lenguaje son inútiles para expresar el "devenir": forma parte intrínseca de nuestra inextinguible necesidad de conservación el poner permanentemente un mundo mucho más tosco de elementos permanentes, de cosas, etc. [es decir, de objetos]». Heideggeriana: FenoTeo

Con ayuda de las indicaciones aportadas se puede decir lo siguiente a propósito del tercer tema (decidir si el tema de debate es o no un problema auténtico): Basándonos en las reflexiones sobre el segundo tema debemos tratar de enunciar de modo más claro el problema que plantea el debate. En una versión expresamente exagerada debería rezar así: «El problema de un pensar y un hablar que no sean técnicos ni científico-naturales en la teología actual». Heideggeriana: FenoTeo

De esta variante, que se adecua tan bien al asunto, se puede deducir fácilmente que el problema planteado no es auténtico, desde el momento en que el planteamiento del problema se orienta de acuerdo con un presupuesto cuya contradicción salta a la vista de cualquiera. La teología no es una ciencia natural. Heideggeriana: FenoTeo

Pero tras dicho problema se esconde la tarea positiva de la teología, que consiste en tratar de discutir en el propio ámbito de la fe cristiana y a partir de su propia esencia qué tiene que pensar y cómo tiene que hablar dicha fe. En esta tarea también está ya implícita la cuestión de si la teología puede aspirar todavía a ser una ciencia, ya que, lo más presumible, es que no pueda en absoluto ser tal ciencia. Heideggeriana: FenoTeo

Mis estudios académicos comenzaron en el verano de 1909-1910, en la Facultad de Teología de la Universidad de Friburgo. Pero el trabajo principal, dedicado a la teología, dejaba aún espacio suficiente para la filosofía, que pertenecía desde luego al plan de estudios. Así que desde el primer semestre estuvieron en mi pupitre los dos volúmenes de las Investigaciones lógicas de Husserl, que pertenecían a la Biblioteca de la Universidad. E1 plazo de devolución podía prorrogarse fácilmente una y otra vez. Se veía que la obra era poco solicitada por los estudiantes. Pero, ¿cómo es que vino a parar al entorno, tan extraño para ella, de mi pupitre? Heideggeriana: CaminoFenomenologia

Tras cuatro semestres dejé los estudios teológicos y me dediqué por entero a la filosofía. No dejé con todo de asistir a un curso de Teología en los años posteriores a 1911: el de Dogmática, impartido por Carl Braig. A ello me veía determinado por mi interés por la teología especulativa y, sobre todo, por ese penetrante modo de pensar que el citado profesor hacía presente en cada lección. Gracias a él tuve por vez primera noticia, en algunos paseos a los cuales pude acompañarle, de la importancia de Schelling y Hegel para la teología especulativa, a diferencia del sistema doctrinal de la Escolástica. Así es como entró en el círculo de mis pesquisas la tensión entre ontología y teología especulativa como cimentación de la metafísica. Heideggeriana: CaminoFenomenologia

Ahora bien, la última y peor de las confusiones consistiría en querer explicar la frase sobre la esencia exsistente del hombre como si fuera la aplicación secularizada y trasladada al hombre de una idea sobre dios expresada por la teología cristiana (Deus est ipsum esse); en efecto, la ex-sistencia no es la realización de una esencia ni mucho menos produce o pone ella lo esencial. Si se entiende el «proyecto» mencionado en Ser y tiempo como un poner representador, entonces lo estaremos tomando como un producto de la subjetividad, esto es, estaremos dejando de pensar la «comprensión del ser» de la única manera que puede ser pensada en el ámbito de la «analítica existencial» del «ser-en-el-mundo», esto es, como referencia extática al claro del ser. Pero también es verdad que concebir y compartir de modo suficiente ese otro pensar que abandona la subjetividad se ha vuelto más difícil por el hecho de que a la hora de publicar Ser y tiempo no se dio a la imprenta la tercera sección de la primera parte, «Tiempo y ser» (vid. Ser y tiempo, p. 39). Allí se produce un giro que lo cambia todo. Dicha sección no se dio a la imprenta porque el pensar no fue capaz de expresar ese giro con un decir de suficiente alcance ni tampoco consiguió superar esa dificultad con ayuda del lenguaje de la metafísica. La conferencia «De la esencia de la verdad», que fue pensada y pronunciada en 1930 pero no se publicó hasta 1943, permite obtener una cierta visión del pensar del giro que se produce de Ser y tiempo a «Tiempo y ser». Dicho giro no consiste en un cambio del punto de vista de Ser y tiempo, sino que en él es donde ese pensar que se trataba de obtener llega por vez primera a la dimensión desde la que se ha experimentado Ser y tiempo, concretamente como experiencia fundamental del olvido del ser. Heideggeriana: CartaH

Esta pregunta pregunta en dirección de la causa suprema y del fundamento sumo y existente del ente. Es la pregunta por el theion que surge ya en el comienzo de la metafísica con Platón y Aristóteles, es decir, desde la esencia de la metafísica. Puesto que al pensar el ente en cuanto tal queda concernida por el ser, pero lo piensa en dirección a y desde el ente, la metafísica en cuanto tal tiene que decir (legein) el theion en el sentido del fundamento que es en grado sumo. La metafísica es, en sí, teología. Lo es en la medida en que dice el ente en cuanto ente, el on he on. La ontología es, al mismo tiempo y necesariamente, teología. Para reconocer el rasgo onto-teológico fundamental de la metafísica es preciso no orientarse por el mero concepto escolar de metafísica de la escuela leibnizio-wolffiana, pues éste no es más que una forma doctrinal derivada de la esencia de la metafísica pensada metafísicamente. Heideggeriana: NiilismoSer

Los nombres de ontología y teología que aquí se emplean no coinciden con lo que nombran estos títulos en ese concepto escolar de metafísica La ontología es, antes bien, el determinar del ente en cuanto tal respecto de su essentia. Se encuentra en la psicología, la cosmología y la teología. Por otra parte, la teología rectamente pensada impera tanto en la cosmología y en la psicología (antropología) como en la metaphysica generalis. Heideggeriana: NiilismoSer

También la metafísica de Nietzsche, en cuanto ontología, y aunque parezca alejada de la metafísica escolar, es al mismo tiempo teología. La ontología del ente en cuanto tal piensa la essentia como voluntad de poder. Esta ontología piensa la existentia del ente en cuanto tal en su totalidad teológicamente como eterno retorno de lo mismo. Esta teología es, sin embargo, una teología negativa de un tipo particular. Su negatividad se muestra en la frase: Dios ha muerto. Ésta no es la frase del ateísmo, sino la frase de la onto-teología de aquella metafísica en la que llega a su acabamiento el nihilismo propio. Heideggeriana: NiilismoSer

Pero si la metafísica en cuanto tal no piensa el ser mismo porque piensa el ser en el sentido del ente en cuanto tal, la ontología y la teología, ambas desde su mutua referencia recíproca, tienen que dejar impensado el ser mismo. La teología recoge la essentia del ente de la ontología. La ontología, a sabiendas o no, traslada el ente respecto de su existentia, es decir en cuanto aquello que existe, al fundamento primero que representa la teología. La esencia onto-teológica de la metafísica piensa el ente desde la mirada dirigida a essentia y existentia. Estas determinaciones del ser del ente sólo son, por así decirlo, rozadas de un modo pensante, pero no son pensadas desde el ser mismo, ni cada una de ellas individualmente ni ambas en su diferencia. Esta última, con todo lo que encierra de impensado, se vuelve de pronto determinante para el pensar de la metafísica, como si hubiera caído del cielo. Y quizá así lo sea, efectivamente, sólo que habría que pensar qué quiere decir esto respecto del ser mismo. Heideggeriana: NiilismoSer

La copertenencia de ontología y teología en la esencia de la metafísica, en sí múltiple y apenas aclarada, se manifiesta con especial nitidez allí donde la metafísica, siguiendo el estilo de su propio nombre, denomina el rasgo fundamental desde el que conoce el ente en cuanto tal. Se trata de la trascendencia. Heideggeriana: NiilismoSer

La palabra nombra, por un lado, el pasar por encima del ente hacia lo que éste es en cuanto a su qué-es (su cualificación). El pasar por encima hacia la essentia es la trascendencia en el sentido de lo trascendental. Kant, de acuerdo con la limitación crítica del ente a objeto de la experiencia, equiparó lo trascendental con la objetividad del objeto. Pero trascendencia también significa, al mismo tiempo, lo trascendente, que, en el sentido del primer fundamento existente del ente en cuanto lo existente, pasa por encima de él y sobresaliendo, se eleva con toda la plenitud de lo esencial. La ontología representa la trascendencia en el sentido de lo trascendental. La teología representa la trascendencia en el sentido de lo trascendente. Heideggeriana: NiilismoSer

Frente al habla caracterizada como un logro humano otros destacan el origen divino de la palabra, del habla. Según el comienzo del prólogo del Evangelio de San Juan, al principio la palabra estaba con Dios. Pero no sólo se intenta liberar a la pregunta originaria de las ataduras lógicas y racionales, sino que se eliminan también las limitaciones de una descripción exclusivamente lógica del habla. Frente a la caracterización exclusiva de las significaciones verbales como conceptos, se destaca, en primer término, el carácter pictórico y simbólico del habla. Debe recurrirse así a la biología, a la antropología filosófica, a la sociología y a la psicopatología, a la teología y a la poesía para describir y explicar más ampliamente las formas del habla. Heideggeriana: Linguagem1950

De acuerdo con el título, se trata de la caducidad de los valores «cosmológicos». Parece que con ello se nombrara una determinada clase de valores, en cuya caducidad consistiría el nihilismo. En efecto, según la estructuración más bien escolástica de la doctrina de la metafísica, la «cosmología» abarca un determinado ámbito del ente: el «cosmos», en el sentido de la «naturaleza», la tierra y los astros, los vegetales y los animales. Diferenciada de la «cosmología» se encuentra la «psicología» en cuanto doctrina del alma y del espíritu, en especial del hombre como ser racional libre. Junto a y por encima de la psicología y la cosmología aparece la «teología», no en cuanto interpretación eclesiástica de la revelación bíblica sino en cuanto interpretación «racional» («natural») de la doctrina bíblica de Dios como causa primera de todo ente, de la naturaleza y del hombre, de su historia y de sus obras. Pero así como la frecuentemente citada frase «anima naturaliter christiana» no es una verdad «natural» absolutamente indubitable sino más bien una verdad cristiana, así también la teología natural sólo tiene el fundamento de su verdad en la doctrina bíblica de que el hombre ha sido formado por un Dios creador y ha sido dotado por él de un saber acerca de su creador. Pero puesto que la teología natural, en cuanto disciplina filosófica, no puede dejar valer como fuente de sus verdades el Antiguo Testamento, el contenido de esta teología tiene que reducirse al enunciado de que el mundo debe tener una causa primera. Con ello no queda demostrado que esta primera causa sea un «Dios», en el supuesto de que un Dios pueda rebajarse a objeto de demostración. La comprensión de la esencia de esta teología racional tiene importancia porque la metafísica occidental es teológica, incluso cuando se separa de la teología eclesiástica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los epígrafes cosmología, psicología y teología - o la trinidad naturaleza, hombre, Dios - circunscriben el ámbito en el que se mueve todo el representar occidental cuando piensa el ente en su totalidad en el modo de la metafísica. Por eso, al leer el título «Caducidad de los valores cosmológicos» suponemos inmediatamente que Nietzsche, de los tres ámbitos usuales de la metafísica destaca uno determinado, el de la cosmología. Esta suposición es errónea. Cosmos no significa aquí «naturaleza» a diferencia del hombre y de Dios, sino que significa lo mismo que «mundo», y mundo es el nombre del ente en su totalidad. Los «valores cosmológicos» no son una determinada clase de valores que están junto a otros del mismo rango o a los que podrían incluso subordinarse. Determinan, por el contrario, «aquello a lo que ella [la vida humana] pertenece, «naturaleza», «mundo», la completa esfera del devenir y lo transitorio» (La genealogía de la moral, VII, 425; 1887); designan el más amplio anillo que abraza todo lo que es y deviene. Fuera de ellos y por encima de ellos no hay nada. El nihilismo, en cuanto desvalorización de los valores supremos, es: caducidad de los valores cosmológicos. Si se entiende el epígrafe de manera correcta, el fragmento trata de la esencia del nihilismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los conceptos de hombre hoy accesibles y transitables, es decir, los dos conceptos que hemos señalado, se remontan a ambas fuentes, ya se desarrolle la idea de persona partiendo de Kant y del idealismo alemán, ya se la desarrolle enlazando con la teología medieval. Heideggeriana: GA63

La explicación de la idea de hombre como persona, el cual concepto recoge e incluye el concepto griego de zoon logon echon, se obtiene tomando como hilo conductor un pasaje que en múltiples aspectos es clásico en la teología cristiana, Génesis I, 26 en los LXX (Setenta) "Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen (eikon) y semejanza (omoíosis)"; eikon y homoíosis, imagen y semejanza en un sentido bastante idéntico. Heideggeriana: GA63

Quia, sicut Damascenus dicit, lib. 2 orth. Fid., cap. 12, a princ., homo factus ad imaginem Dei dicitur, secundum quod per imaginem significatur intellectuale, et arbitrio liberum, et per se potestativum, postquam praedictum est de exemplari, scilicet de Deo, et de his quae processerunt ex divina potestate secundum ejus voluntatem, restat ut consideremus de ejus imagine, idest, de homine: secundum quod et ipse est suorum operum principium, quasi liberum arbitrium habens, et suorum operum potestatem. [S. Thomas., prologus a la II’] Este párrafo contiene la entera estructura metodológica de la principal obra de teología de la Edad Media. Heideggeriana: GA63

Casualmente, Scheler no está haciendo sino echar mano de la vieja teología (cfr. también la agnosis valentiniana: sárx-psyche-pneuma: caro, anima, spiritus), pero mientras que los viejos teólogos por lo menos veían que de lo que se trataba era de teología, Scheler le da la vuelta a todo y lo revuelve todo y lo pone todo del revés, echando a perder tanto la teología como la filosofía. Esta forma y método de apartar específicamente la vista de lo fáctico, Scheler lo emplea con gran sutileza en el libro. Heideggeriana: GA63

Scheler [El formalismo en la ética y la ética material de los valores. Jh. f. Philosophie und phänom. Forchung 2 (1916), p. 266] está tan lejos de entender el planteamiento básico de la idea de persona de Kant, que sólo considera el sentimiento de respeto [al que Kant apela] como una "singular excepción", sin querer ver que su propia idea de persona (la de Scheler), no sólo se distingue de la idea kantiana en que es más dogmática y permite en mayor grado aún una confusión de los límites entre filosofía y teología, es decir, en que echa a perder la teología y daña a la filosofía y a las posibilidades de hacer preguntas críticamente planteadas, que caracterizan a la filosofía. Heideggeriana: GA63

(37) Spengler ha dado a esta forma de ver el pasado la expresión más consecuente y superior. La estéril excitación que tanto en el campo de la filosofía como en el de las ciencias especializadas se produjo a este respecto, parece haberse acallado hace mucho tiempo. En el fondo, lo que mientras tanto se está haciendo en todos lados, incluso en la teología, es "consumir capital". No cabe duda de que fueron Nietzsche, Dilthey y Bergson quienes sentaron lo que se ha constituido en la base de la escuela de historia del arte de Viena (Karl Lamprecht). Pero lo decisivo es que Spengler obligó a poner punto final (sacándolo de quicio) a todo lo que en todo ello era inseguro, lleno de miedo. Antes de Spengler nadie había tenido el valor de hacer real tan sin miramientos y sin reparos la precisa posibilidad contenida en el origen y en la evolución de la conciencia histórica moderna. Heideggeriana: GA63

Si el tiempo encuentra su sentido en la eternidad, entonces habrá que comprenderlo a partir de ésta. Con ello, el punto de partida y el curso de la indagación estarían previamente diseñados: de la eternidad al tiempo. Este modo de plantear la cuestión es correcto en el supuesto de que dispongamos del mencionado punto de partida, es decir, que conozcamos y comprendamos adecuadamente la eternidad. Ahora bien, si la eternidad fuera una cosa distinta del vacío ser siempre, del "aei" (siempre), si Dios fuera la eternidad, entonces la manera de considerar el tiempo inicialmente propuesta habría de mantenerse en un estado de perplejidad mientras no conozca a Dios, mientras no comprenda la pregunta que interroga por él. Si nuestro acceso a Dios pasa por la fe y si el entrar en el tema de la eternidad no es otra cosa que esa fe, en tal caso la filosofía jamás tendría acceso a la eternidad, y por consiguiente, en el plano metodológico nunca podrá tomarla como una posible perspectiva para discutir la cuestión del tiempo. La filosofía nunca podrá disipar esta perplejidad. Así, el verdadero experto en cuestiones del tiempo es el teólogo; y si mal no recuerdo, la teología se las ha tenido que haber con el tiempo bajo diversos aspectos. Heideggeriana: BZ

En primer lugar, la teología trata de la existencia humana en cuanto ser ante Dios y de su temporalidad en su relación con la eternidad. Dios mismo no necesita ninguna teología; su existencia no está fundamentada en la fe. Heideggeriana: BZ

Las reflexiones que siguen y quizá forman parte de una ciencia previa, cuya tarea consiste en investigar qué significa en definitiva lo que en la filosofía y la ciencia, lo que el discurso interpretativo del ser-ahí dice acerca de él mismo y acerca del mundo. Si nos aclaramos acerca de qué es un reloj, con ello adquiere vida la forma de comprensión propia de la física y la forma en que el tiempo tiene oportunidad de manifestarse. Esta ciencia previa, dentro de la cual se mueven nuestras consideraciones, vive del presupuesto - quizá recalcitrante. d que la filosofía y la ciencia se mueven en el medio de los conceptos. Su posibilidad consiste en que cada investigador clarifique lo que comprende y lo que no comprende. Nos permite saber cuándo una investigación está realmente en su asunto, y cuándo, por el contrario, se nutre de una terminología tradicional y gastada. En cierto modo, tales indagaciones ejercen el servicio policial en el cortejo de las ciencias, una tarea que ciertamente es subordinada, pero que de tanto en tanto resulta urgente, de acuerdo con la opinión de algunos. la relación de estas exploraciones con la filosofía es la de un acompañamiento, y a veces incluye el cometido de realizar un registro en la morada de los antiguos para ver cómo éstos se desenvolvieron con tales cuestiones. Las reflexiones que siguen sólo tienen en común con la filosofía el hecho de no ser teología. Heideggeriana: BZ

Si el tiempo encuentra su sentido en la eternidad, entonces tiene que entendérselo desde ésta. Con ello están prediseñados el punto de partida y el camino de esta indagación: desde la eternidad al tiempo. El planteamiento de esta pregunta está en orden bajo el supuesto de que dispongamos del mencionado punto de partida, y, por lo tanto, que conozcamos la eternidad y la comprendamos suficientemente. Si la eternidad fuese algo otro que el vacío ser-siempre, el aei, si Dios fuese la eternidad, entonces el modo más cercano de considerar el tiempo permanecería en la perplejidad, en tanto que no sabe acerca de Dios, en tanto que no comprende la encuesta dirigida a él. Si el acceso a Dios es la fe y el comprometerse con la eternidad no es otra cosa que esta fe, entonces la filosofía no tendrá jamás la eternidad y, por consiguiente, ésta no podría nunca ser empleada metódicamente como punto de vista posible para la discusión del tiempo. Jamás podrá apartarse esta perplejidad para la filosofía. Entonces, el teólogo es el legítimo conocedor del tema del tiempo; y si la memoria no engaña, la teología tiene que ver con el tiempo de múltiples modos. Heideggeriana: BZ

Primeramente, la teología trata de la existencia humana (menschliches Dasein) como ser ante Dios, trata de su ser temporal en su relación con la eternidad. Dios mismo no requiere de teología, su existencia no está fundada por la fe. Heideggeriana: BZ

Las reflexiones que siguen pertenecen quizás a una pre-ciencia, cuyo negocio comprende lo siguiente: conducir indagaciones sobre aquello que en definitiva podría significarse con lo que la filosofía y la ciencia, lo de que el discurso interpretativo de la existencia, dicen acerca de ésta misma y del mundo. Si llegamos a claridad acerca de qué es un reloj, la especie de aprehensión que late en la física cobra vida, y, con ello, [también] el modo en que el tiempo tiene oportunidad de mostrarse. Esta pre-ciencia, dentro de la cual se mueve esta consideración, vive de la presuposición tal vez obstinada de que la filosofía y la ciencia se mueven en el concepto. Su posibilidad consiste en que cada investigador llegue a claridad sobre aquello que entiende y sobre lo que no entiende. Da a conocer cuándo una investigación está en su asunto, o cuándo se nutre de un saber verbal transmitido y desgastado sobre el mismo. Tales indagaciones son, por así decir, el servicio policial en el desfile de las ciencias, ocupación que ciertamente es subordinada, pero a veces urgente, en opinión de algunos. Su relación con la filosofía es sólo acompañarla, para llevar a cabo de vez en cuando un allanamiento de morada en casa de los antiguos, a fin de ver cómo [fue que] procedieron ellos propiamente. La siguiente reflexión tiene con la filosofía sólo tanto en común, cuanto que no es teología. Heideggeriana: BZ

Pero, en este caso, ¿es preciso todavía un desvelamiento particular de la esencia de la verdad? Acaso la pura esencia de la verdad no está ya suficientemente representada por ese concepto que, no estando perturbado por ninguna teoría y protegido por su obviedad, es un concepto comúnmente válido? Si además entendemos la reconducción de la verdad de la proposición a la verdad de la cosa como aquello bajo cuya forma ella se presenta primero, es decir, como una explicación teológica, y si mantenemos en toda su pureza la definición filosófica de su esencia librándola de la intromisión de la teología y limitando el concepto de verdad a la verdad de la proposición, entonces nos topamos enseguida con una antigua tradición del pensar, si bien tampoco la más antigua, según la cual la verdad es la coincidencia (omoiosis) de un enunciado (logos) con una cosa (pragma). Llegados aquí, ¿qué elementos del enunciado suscitan todavía alguna pregunta, suponiendo que sepamos ya qué significa coincidencia de un enunciado con la cosa? ¿Pero sabemos esto? Heideggeriana: EssenciaVerdade

En las ciencias naturales es Alexander von Humboldt quien presiona para salir por sobre la especulación filosófica hacia una visión más amplia y rica de la naturaleza. En la zona limítrofe entre la ciencia natural y la ciencia espiritual surgió la geografía comparada de Karl Ritter. Las ciencias naturales, por su parte, hicieron fecundar a la medicina. De esa forma, el espíritu científico fue extendió desde las dos regiones principales de la Facultad de Filosofía, la historia por una parte y la naturaleza por la otra, a la Facultad de Derecho y a la Facultad de Medicina. Pero naturaleza e historia eran apreciadas, por su parte, como las formas máximas de manifestación del espíritu absoluto, que fuera concebido por la filosofía. En este lapso de tiempo, la filosofía era vista como el centro interno de todas las ciencias. También la teología fue determinada, tanto en sus disciplinas históricas (Historia de la Iglesia y Exégesis) como en las especulativas (Dogmática y Doctrina Moral), desde el espíritu vivo de la Facultad de Filosofía. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

La ciencia se convierte en investigación gracias al proyecto y al aseguramiento del mismo en el rigor del proceder anticipador. Pero proyecto y rigor sólo se despliegan y convierten en lo que son en el método. Éste determina el segundo carácter esencial para la investigación. A fin de que el sector proyectado se torne objetivo hay que empujarlo a salir al encuentro en toda la multiplicidad de sus niveles e imbricaciones. Por eso, el proceder anticipador debe tener la vista libre para la variabilidad de lo que se encuentra. La plenitud de lo particular y de los hechos sólo se muestra en el horizonte de la constante renovación de la transformación. Pero los hechos deben tornarse objetivos, por eso el proceder anticipador debe representar lo variable en su transformación, conseguir fijarlo, dejando al mismo tiempo que el movimiento sea un movimiento. La fijación de los hechos y la constancia de su variación como tal, es la regla. Lo constante de la transformación en la necesidad de su transcurso, es la ley. Sólo en el horizonte de regla y ley adquieren claridad los hechos como los hechos que son. La investigación de hechos en el ámbito de la naturaleza es, en sí, exposición y preservación de reglas y leyes. El método por el que un sector de objetos llega a la presentación tiene el carácter de una clarificación a partir de lo claro, de una aclaración. Esta aclaración tiene siempre dos lados. Fundamenta algo desconocido por medio de algo conocido y, al mismo tiempo, garantiza eso conocido por medio de eso desconocido. La aclaración se lleva a cabo en la exploración o examen. En las ciencias de la naturaleza esto tiene lugar, según el tipo de campo de examen y la intención de la aclaración, por medio del experimento. Pero no es que las ciencias de la naturaleza se conviertan en investigación gracias al experimento, sino que es precisamente el experimento aquel que sólo es posible, única y exclusivamente, en donde el conocimiento de la naturaleza se ha convertido en investigación. La física moderna puede ser experimental gracias a que es esencialmente una física matemática. Como ni la doctrina medieval ni la episteme griega son ciencia en el sentido de la investigación, no hay experimento en ellas. Es verdad que fue Aristóteles el primero que comprendió lo que significa empeiria (experiencia), esto es, la observación de las cosas en sí mismas y de sus propiedades y transformaciones bajo condiciones cambiantes y, por tanto, el conocimiento del modo en que las cosas suelen comportarse por regla general. Pero una observación que tiene como meta semejante conocimiento, el experimentum, es esencialmente distinta de lo que distingue a la ciencia en cuanto investigación, esto es, del experimento de la investigación, y ello incluso cuando las observaciones de la Antigüedad o la Edad Media utilizaban números y medidas, incluso cuando la observación se ayuda de determinados dispositivos e instrumentos, porque sigue faltando por completo lo auténticamente decisivo del experimento. El experimento comienza poniendo como base una ley. Disponer un experimento significa representar una condición según la cual un determinado conjunto de movimientos puede ser seguido en la necesidad de su transcurso o, lo que es lo mismo, puede tornarse apto a ser dominable por medio del cálculo. Pero la disposición de la ley se lleva a cabo desde la perspectiva que se dirige al rasgo fundamental del sector de objetos. Éste es el que ofrece la medida y vincula a la condición el representar anticipador. Esta representación en la que y por la que se inicia el experimento no es una imaginación arbitraría. Por eso decía Newton: hypotheses non fingo, las hipótesis no se piensan de modo arbitrario. Se desarrollan a partir del rasgo fundamental de la naturaleza y están inscritas en él. El experimento es ese procedimiento llevado y dirigido en su disposición y ejecución por la ley que se establece como hipótesis a fin de producir los hechos que confirman o niegan la ley. Cuanto más exactamente se haya proyectado el rasgo fundamental de la naturaleza, tanto más exacta será la posibilidad del experimento. Por eso es completamente imposible que el escolástico medieval Roger Bacon, que tan a menudo se invoca, sea el precursor del moderno investigador experimental, limitándose a ser el sucesor de Aristóteles. En efecto, mientras tanto y debido al cristianismo, la auténtica posesión de la verdad ha sido trasladada a la fe, a la consideración de las Escrituras y de la doctrina de la Iglesia como verdaderas. El supremo conocimiento y doctrina es la teología, en tanto que interpretación de las divinas palabras de la Revelación plasmada en las Escrituras y proclamada por la Iglesia. Aquí, conocer no es investigar, sino comprender correctamente la palabra que establece la norma y la palabra de las autoridades que la proclaman. Es por este motivo por lo que, durante la Edad Media, en la adquisición de conocimiento adquiere la supremacía la explicación de las palabras y las opiniones doctrínales de las distintas autoridades. El componere scripta et sermones, el argumentum ex verbo, es decisivo y al mismo tiempo es el motivo por el que la filosofía platónica y aristotélica tuvo que convertirse en dialéctica escolástica. Si luego Roger Bacon exige el experimentum - y realmente lo exige -, no se está refiriendo al experimento de la ciencia en tanto que investigación, sino que lo que exige es en lugar del argumentum ex verbo el argumentum ex re, esto es, en lugar del debate sobre las opiniones doctrinales, la observación de las cosas mismas, la empeiria aristotélica. Heideggeriana: EIM

El entretejimiento de ambos procesos, decisivo para la esencia de la Edad Moderna, que hace que el mundo se convierta en imagen y el hombre en subjectum, arroja también una luz sobre el proceso fundamental de la historia moderna, el cual, a primera vista, parece casi absurdo. Cuanto más completa y absolutamente esté disponible el mundo en tanto que mundo conquistado, tanto más objetivo aparecerá el objeto, tanto mas subjetivamente o, lo que es lo mismo, imperiosamente, se alzará el subjectum y de modo tanto más incontenible se transformará la contemplación del mundo y la teoría del mundo en una teoría del hombre, en una antropología. Así las cosas, no es de extrañar que sólo surja el humanismo allí donde el mundo se convierte en imagen. Pero del mismo modo en que en la gran época griega era imposible algo semejante a una imagen del mundo, tampoco era posible que prevaleciera algún tipo de humanismo en dicho momento. Por eso, el humanismo en sentido histórico estricto, no es más que una antropología estético-moral. Aquí, este nombre no se refiere a una investigación científico-natural del hombre, ni significa la doctrina fijada por la teología cristiana acerca de un hombre creado, caído y redimido. Este nombre designa aquella interpretación filosófica del hombre que explica y valora lo ente en su totalidad a partir del hombre y para el hombre (10). Heideggeriana: EIM

La liberación para la nueva libertad es, negativamente, el desligarse de la seguridad de salvación cristiano-eclesiástica, creyente en la revelación. Dentro de ésta, la verdad de la salvación no se limita a la referencia fideística a Dios sino que, al mismo tiempo, decide acerca del ente. Lo que se llama filosofía queda como sierva de la teología. El ente, en sus diferentes órdenes, es lo creado por el Dios creador y lo que por medio del Dios redentor es nuevamente elevado de la caída y devuelto a lo suprasensible. La liberación respecto de la verdad como certeza de salvación, puesto que coloca al hombre en el ámbito libre de la inseguridad y se atreve a la osadía de su propia elección esencial, tiene que ir, sin embargo, en sí misma hacia una libertad que proporcione ahora con mayor razón un aseguramiento del hombre y que determine de manera nueva la seguridad. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Aristóteles llama a la ciencia, caracterizada por él como aquella que contempla lo ente en cuanto ente, filosofía primera. Pero ésta no sólo considera lo ente en su entidad, sino que también considera a eso ente, que corresponde puramente a la entidad, como ente supremo. Esto ente, to theion, lo divino, también es llamado «el ser» en una curiosa ambigüedad. La filosofía primera es también, como ontología, la teología de lo verdaderamente ente. Sería más exacto llamarla teiología. La ciencia de lo ente como tal es, en sí, onto-teológica. Heideggeriana: HegelExperiencia

De acuerdo con esto, Hegel no llama a la presentación del saber que se manifiesta ciencia de la experiencia de la conciencia, sino «ciencia». Sólo es una parte «de la» ciencia. Por eso, por encima del título «Ciencia de la experiencia de la conciencia» pone expresamente «Primera parte». La ciencia de la experiencia de la conciencia remite en sí a la otra parte de la ciencia. La otra parte no se encuentra, en cuanto a su rango, colocada detrás de la primera, del mismo modo que la teología, dentro de la filosofía primera, no está detrás de la ontología. Pero aquélla tampoco va delante de ésta. Ambas tampoco están en el mismo orden. Ambas son, cada una a su modo, lo mismo. Hablar de una primera y una segunda parte es algo externo, aunque no casual, porque desde Platón y Aristóteles hasta Nietzsche, el fundamento de la unidad de la esencia onto-teológica de la metafísica permanece tan oculto que no se ha preguntado ni una sola vez por él. En lugar de ello, la ontología y la teología vacilan, dependiendo del punto de vista, entre si es una o la otra ciencia la que se puede considerar primera y auténtica dentro de la filosofía primera. Para Hegel, la ciencia de la experiencia de la conciencia, esto es, la ontología de lo verdaderamente ente en su existencia, remite a la otra parte de la ciencia como a «la auténtica ciencia». Heideggeriana: HegelExperiencia

La ciencia de la fenomenología del espíritu es la teología de lo absoluto en relación con su parusía en el viernes santo dialéctico-especulativo. Allí muere lo absoluto. Dios ha muerto. Esto quiere decirlo todo menos que no hay ningún dios. Pero la «Ciencia de la Lógica» es la ciencia de eso absoluto que se hace presente junto a sí en el inicio en su saberse como concepto absoluto. Ella es la teología de la absolutez de lo absoluto antes de la creación. Una y otra teología son ontología, son mundanas. Piensan la mundanidad del mundo en la medida en que aquí mundo significa lo ente en su totalidad, un ente que presenta el rasgo fundamental de la subjetidad. Este mundo, así entendido, determina su ente, estando éste presente en la representación que representa a lo absoluto. Con todo, la ciencia del saber absoluto no es teología mundana del mundo por el hecho de que secularice la teología cristiana y eclesiástica, sino porque pertenece a la esencia, de la ontología. Ésta es más antigua que cualquier teología cristiana, la cual, a su vez, tiene que ser en primer lugar efectivamente real para que pueda emprenderse en ella algún tipo de proceso de secularización. La teología de lo absoluto es el saber de lo ente como ese ente que, entre los pensadores griegos, hace aparecer su esencia ontoteológica y la sigue sin perseguirla nunca hasta su fundamento. En el lenguaje de la ciencia absoluta se hace evidente que la teología cristiana es metafísica en lo que sabe y en cómo sabe lo sabido por ella. Heideggeriana: HegelExperiencia

El nihilismo, en el sentido de Nietzsche, no tapa por lo tanto en absoluto ese estado representado de manera puramente negativa que supone que ya no se puede creer en el dios cristiano de la revelación bíblica, y hay que saber que Nietzsche no entiende por cristianismo la vida cristiana que tuvo lugar una vez durante un breve espacio de tiempo antes de la redacción de los Evangelios y de la propaganda misionera de Pablo. El cristianismo es, para Nietzsche, la manifestación histórica, profana y política de la Iglesia y su ansia de poder dentro de la configuración de la humanidad occidental y su cultura moderna. El cristianismo en este sentido y la fe cristiana del Nuevo Testamento, no son lo mismo. También una vida no cristiana puede afirmar el cristianismo y usarlo como factor de poder, en la misma medida en que una vida cristiana no necesita obligatoriamente del cristianismo. Por eso, un debate con el cristianismo no es en absoluto ni a toda costa un ataque contra lo cristiano, así como una crítica de la teología no es por eso una crítica de la fe, cuya interpretación debe ser tarea de la teología. Mientras pasemos por alto estas distinciones esenciales nos moveremos en las bajas simas de las luchas entre diversas visiones del mundo. Heideggeriana: NietzscheDeus

En la frase «Dios ha muerto», la palabra Dios, pensada esencialmente, representa el mundo suprasensible de los ideales, que contienen la meta de esta vida existente por encima de la vida terrestre y, así, la determinan desde arriba y en cierto modo desde fuera. Pero si ahora la verdadera fe en Dios, determinada por la Iglesia, se va moviendo hacia adelante, si, sobre todo, la doctrina de la fe, la teología, en su papel como explicación normativa de lo ente en su totalidad, se ve limitada y apartada, no por eso se rompe la estructura fundamental por la que una meta situada en lo suprasensible domina la vida terrestre y sensible. Heideggeriana: NietzscheDeus

En el siglo XIX se vuelve usual hablar de valores y pensar en valores. Pero sólo se hizo verdaderamente popular gracias a la difusión de las obras de Nietzsche. Se habla de valores vitales, de valores culturales, de valores eternos, del orden y rango de los valores, de los valores espirituales, que se cree encontrar, por ejemplo, en la Antigüedad. Gracias a una ocupación erudita con la filosofía y a la reforma del neokantismo se llega a la filosofía de los valores. Se construyen sistemas de valores y en ética se persiguen los estratos de valores. Hasta la teología cristiana determina a Dios, el summum ens qua summum bonum, como el valor supremo. Se considera a la ciencia como libre de valores y se arroja a las valoraciones del lado de las concepciones del mundo. El valor y todo lo que tiene que ver con el valor se convierte en un sustituto positivo de lo metafísico. La frecuencia con que se habla de valores está en paralelo con la indefinición del concepto. Dicha indefinición, a su vez, está en paralelo con la oscuridad del origen de la esencia del valor en el ser. Aun suponiendo que ese valor tan reclamado no sea nada, no por eso deja de verse obligado a tener su esencia en el ser. Heideggeriana: NietzscheDeus

Pero si, con todo el valor no le permite al ser que sea el ser que es en cuanto ser mismo, esa supuesta superación será, ante todo, la consumación del nihilismo. En efecto, la metafísica no sólo no piensa el propio ser, sino que ese no-pensar el ser se arropa en la apariencia de que, desde el momento en que estima el ser como valor es indudable que piensa el ser de la manera más digna, de tal modo que toda pregunta por el ser se torna superflua para siempre Pero si, pensando en relación con el propio ser, el pensamiento que piensa todo según valores es nihilismo, entonces hasta la experiencia de Nietzsche del nihilismo - la de que se trata de la desvalorización de los valores supremos -, es nihilista. La interpretación del mundo suprasensible, la interpretación de Dios como valor supremo, no ha sido pensada a partir del propio ser. El último golpe contra Dios y contra el mundo suprasensible consiste en que Dios, lo ente de lo ente, ha sido rebajado a la calidad de valor supremo. El golpe más duro contra Dios no es que Dios sea considerado incognoscible, ni que la existencia de Dios aparezca como indemostrable, sino que el Dios considerado efectivamente real haya sido elevado a la calidad de valor supremo. En efecto, este golpe no procede precisamente de los que están ahí y no creen en Dios, sino de los creyentes y sus teólogos, que hablan de lo más ente entre todos los entes sin que jamás se les ocurra pensar en el propio ser, con el fin de darse cuenta de que ese pensar y ese hablar, vistos desde la fe, son la blasfemia por excelencia en cuanto se mezclan con la teología de la fe. Heideggeriana: NietzscheDeus

La metafísica es en sí, y sin duda porque trae al ente como ente la representación doble y unívocamente de la verdad del ser en lo más general y en lo más alto. Ella es, a la vez, por su esencia ontología en el sentido más riguroso y teología. Esta esencia onto-teológica de la propia filosofía (prote philosophia) debe estar fundamentada en el modo como se hace patente el on, es a saber como on. El carácter teológico de la ontología no consiste por ello en que la metafísica griega fuera tomada y transformada más tarde a través de la teología eclesiástica del cristianismo. Consiste más bien, en el modo como ella ha engendrado en sí desde el comienzo al ente como ente. Este estado de no oculto del ente dio la posibilidad para que la teología cristiana poseyese la filosofía griega, bien para su fruto, bien para su perjuicio, esto pueden establecerlo los teólogos por su experiencia de lo cristiano reflexionando para ello en lo que está escrito en la Primera epístola del Apóstol Pablo a los Corintios: Ouchì emóramen ho theós tèn sophían tou kósmou; No ha hecho Dios locura la sabiduría de este mundo? (I Cor. 1.20). Empero la sophia tou kosmou es lo que según 1.22 los ..., lo que los griegos buscan, "Hellenes zetousin". Aristóteles llama la prote philosophia (la propia filosofía) aún taxativamente la zetoumene, la buscada. Se resuelve la teología cristiana, aún una vez a tomar en serio con las palabras del Apóstol y de acuerdo a ellas, a la filosofía como una locura ? Heideggeriana: EWM

Sea cual sea el modo como prevalece el sino del hacer salir lo oculto, el estado de desocultamiento en el que se muestra cada vez todo lo que es, alberga el peligro de que el hombre se equivoque con lo no oculto y lo malinterprete. De este modo, cuando todo lo presente se presenta a la luz de la conexión causa-efecto, incluso Dios puede perder, para el representar, toda su sacralidad y altura, lo misterioso de su lejanía. A la luz de la causalidad, Dios puede descender al nivel de una causa, haciéndose la causa efficiens. Entonces, incluso dentro de los límites de la teología, se convierte en el Dios de los filósofos, es decir, de aquellos que determinan lo no oculto y lo oculto según la causalidad del hacer, sin pararse ahí nunca a considerar el provenir esencial de esta causalidad. Heideggeriana: QCT

Esto expresa lo mismo que la observación introducida por Hegel (de modo pasajero, hacia el final, y entre paréntesis), en el fragmento sobre el comienzo (Lass., I, 63): «(y sería Dios el que tendría el más indiscutible derecho a que se comenzase por él)». Según la pregunta que sirve de título al fragmento, se trata aquí del «comienzo de la ciencia». Si tiene que comenzar por Dios, será la ciencia de Dios: la teología. Este nombre se emplea aquí con su significado tardío, según el cual, la teo-logía es la expresión del pensar representativo acerca de Dios. «Theologos», «Theologia» significa en primer lugar el decir mítico-poético sobre los dioses, fuera de cualquier relación con alguna doctrina de fe o de una iglesia. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

¿Por qué la «ciencia» - así reza desde Fichte el nombre para la metafísica - es una teología? Respuesta: porque la ciencia es el desarrollo sistemático del saber y el ser de lo ente sólo es verdadero cuando se sabe a sí mismo como tal saber. El título escolar que surge en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna para la ciencia del ser, esto es, de lo ente en cuanto tal en general, es ontosofía u ontología. Ahora bien, la metafísica occidental ya era desde su principio en Grecia, y antes de estar vinculada a este título, ontología y teología. Este es el motivo por el que en la lección inaugural «¿Qué es metafísica?» (1929), determinamos la metafísica como la pregunta por lo ente en cuanto tal y en su conjunto. La totalidad del conjunto es la unidad de lo ente, que unifica en su calidad de fundamento que hace surgir algo. Para el que sepa leer, esto quiere decir que la metafísica es onto-teo-logía. Hoy en día, el que por medio de una larga tradición haya conocido directamente tanto la teología de la fe cristiana como la de la filosofía, prefiere callarse cuando entra en el terreno del pensar que concierne a Dios. Pues el carácter onto-teológico de la metafísica se ha tornado cuestionable para el pensar, y no debido a algún tipo de ateísmo, sino debido a la experiencia de un pensar al que se le ha manifestado en la onto-teo-logía la unidad aún impensada de la esencia de la metafísica. Con todo, esta esencia de la metafísica continúa siendo para el pensar lo más digno de ser pensado, siempre que el diálogo con la tradición que le ha sido destinada no se interrumpa arbitraria y con ello inoportunamente. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

La introducción añadida a la quinta edición de ¿Qué es metafísica? (1949), se refiere expresamente a la esencia onto-teológica de la metafísica (pp. 17 ss.; 7. ed., pp. 18 y ss.). Sin embargo, sería apresurado afirmar que la metafísica sea teología sólo porque es ontología. Antes habrá que decir que la metafísica es teología, esto es, un discurso sobre Dios, porque el Dios entra en la filosofía. De este modo, la pregunta acerca del carácter onto-teológico de la metafísica, se precisa en esta nueva pregunta: ¿Cómo entra el Dios en la filosofía, no sólo en la moderna, sino en la filosofía como tal? Esta pregunta sólo se podrá contestar después de haberla desarrollado suficientemente como tal pregunta. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

Pasemos a considerar ahora la procedencia de la esencia de la estructura onto-teológica de toda metafísica, dando ese paso. Nos preguntamos: ¿cómo entra el Dios, y de acuerdo con él, la teología, y junto con ella, la característica fundamental onto-teo-lógica, dentro de la metafísica? Planteamos esta pregunta en el marco de un diálogo con toda la historia de la filosofía. Pero al mismo tiempo, preguntamos con la mirada puesta particularmente en Hegel. Y esto nos conduce a contemplar en primer lugar un asunto singular. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

¿Con qué fin mencionamos esto? Con el fin de conocer el auténtico peso de las denominaciones usadas: ontología, teología y onto-teología. A decir verdad, las denominaciones ontología y teología suelen tomarse normalmente a primera vista exactamente igual que otras conocidas, tales como psicología, biología, cosmología, arqueología. El sufijo - logia, significa, de modo sólo aproximativo pero usual, que se trata de una ciencia del alma, de lo vivo, del cosmos, y de lo antiguo. Pero en el sufijo «logia» no se esconde sólo lo lógico en el sentido de lo consecuente y de la enunciación en general, es decir, de lo que articula, mueve, asegura y comunica todo el saber de las ciencias. El sufijo «logia», es, en cada caso, un conjunto de relaciones de fundamentación en las que los objetos de las ciencias se representan, o lo que es lo mismo, se comprenden desde la perspectiva de su fundamento. Pero la ontología y la teología sólo son «logias» en la medida en que profundizan en lo ente como tal y lo fundamentan en el todo. Dan cuenta del ser en tanto que fundamento de lo ente, le dan razones al logos, y son, en un sentido esencial, conformes al logos, esto es, son la lógica del logos. En consecuencia, habrá que llamarlas más exactamente, onto-lógica y teo-lógica. Pensada de modo más conforme a su asunto y de manera clara, la metafísica es onto-teológica. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

Esta explicación toca presumiblemente algo verdadero, pero sigue siendo absolutamente insuficiente para analizar la esencia de la metafísica, ya que ésta no es sólo teo-lógica, sino también onto-lógica. Y sobre todo, la metafísica no es sólo lo uno o lo otro también sino que, antes bien, la metafísica es teo-lógica porque es onto-lógica: es esto porque es aquello. La constitución onto-teológica de la esencia de la metafísica no se puede explicar ni desde la teología ni mediante la ontología, suponiendo que pudiera bastar alguna vez una explicación para el asunto que queda por pensar. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

Debido a que el pensar de la metafísica permanece introducido dentro de la diferencia, que se encuentra impensada como tal, y en virtud de la unidad unidora de la resolución, la metafísica es al tiempo y unitariamente, ontología y teología. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

Más tarde el joven Hebel frecuentó el liceo de Karlsruhe. Estudió teología en Erlangen, se hizo vicario en la protestante Markgraeflerland y, poco después, institutor en Lorrach. A la edad de treinta y un años retornó, esta vez en calidad de maestro, al liceo de Karlsruhe, en donde fue profesor y más tarde director. de la escuela. Accedió por fin a altos cargos y dignidades, tanto eclesiásticos como civiles, que asumió hasta el día de su muerte, el 22 de septiembre de 1826; tenía entonces sesenta y seis años de edad. En esta forma, Hebel pasó más de la mitad de su vida lejos de su tierra natal. Heideggeriana: HebelAmigo

Si recordamos una vez más la historia del pensar europeo-occidental, descubrimos que la pregunta por el ser, como pregunta por el ser del ente, es dual. Por un lado pregunta: ¿Qué es el ente en general como ente? Las consideraciones en torno a esta pregunta, en el curso de la historia de la filosofía se llevan a cabo bajo el título de ontología. La pregunta "qué es el ente", pregunta al mismo tiempo: ¿cuál es y cómo es el ente en el sentido del ente supremo? Es la pregunta por lo divino y por Dios. El ámbito de esta pregunta se llama teología. La dualidad de la pregunta por el ser del ente se puede comprender en el título onto-teología. La doble 3a pregunta: "¿qué es el ente" dice por un lado: ¿qué es (en general) el ente? por otro dice: ¿qué (cuál) es el ente por antonomasia? Heideggeriana: KantSer

Ante todo es preciso señalar que Kant expone la tesis dentro del círculo de cuestiones de la teología filosófica. Ésta domina la totalidad de la pregunta por el ser del ente, es decir, la metafísica en su contenido nuclear. Desde ahí se hace visible que la tesis sobre el ser no es una doctrina abstracta y aislada, cosa que nos podría sugerir fácilmente su significación literal. Heideggeriana: KantSer

A esta interpretación parecía invitar el título «ontología fundamental» usado para caracterizar el propósito y la marcha de Ser y tiempo - un título que pronto, y cabalmente con la intención, por cierto, de salir al paso de este malentendimiento, fue abandonado-. Lo decisivo, que debe ser tenido en cuenta al respecto, es la relación de la ontología fundamental con la única pregunta, elaborada en Ser y tiempo, por el sentido del ser. Según Ser y tiempo, la ontología fundamental es la analítica ontológica del estar humano. «Por consiguiente la ontología fundamental, de la cual pueden únicamente dimanar todas las demás, ha de ser buscada en la analítica existencial del estar humano» (Ser y tiempo, p. 31). De acuerdo con esto, parece como si la ontología fundamental fuese el fundamento de la ontología misma, que aún falta, pero que ha de ser edificada sobre ella. Pues si lo que importa es la pregunta por el sentido del ser, pero el sentido es proyectado, el proyecto acontece en el comprender y como comprender, y la comprensión del ser constituye el rasgo fundamental del estar humano, entonces la elaboración del horizonte de comprensión del estar humano es la condición de toda elaboración de la ontología, que, como pudiera parecer, sólo puede ser edificada sobre la ontología fundamental de dicho estar. Así la relación que guarda la ontología fundamental con la elucidación del sentido del ser que no llegó a ser publicada sería, tal vez, análoga a la relación que guarda la teología fundamental con la sistemática teológica. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

La misma especie de movilidad que reside en el paso del estar presente al dejar estar presente se muestra en el tránsito del dejar estar presente al desocultar y de éste al dar. En cada caso da el pensar el paso atrás. Así pudiera dejarse ver el modo de proceder de este pensar por analogía con el método de una teología negativa. Esto se muestra también en el hecho de que y cómo los modelos ónticos dados en el lenguaje son descartados y destruidos. Chocante es, por ejemplo, el uso de verbos como «tender», «destinar», «retener», «apropiar», que no sólo muestran en tanto que verbos una forma temporal, sino además un expreso sentido temporal para algo que no es nada temporal. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

Submitted on 27.02.2007 18:07
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