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principio de no contradicción

Definition:
Sólo ahora puede reconocerse también con claridad en qué sentido la proposición cogito sum es una «proposición fundamental» [Grundsatz] y un «principio». Siguiendo la idea más o menos correcta de que en el pensamiento de Descartes lo «matemático» desempeña «de cierto modo» un papel especial, suele recordarse que en las matemáticas aparecen ciertas proposiciones supremas, los «axiomas». Por otra parte, en la medida en que el pensamiento matemático piensa de modo «deductivo», estas proposiciones supremas son identificadas con las premisas mayores de las argumentaciones silogísticas. Partiendo de allí se supone, sin más reflexión, que la proposición cogito sum, a la que el propio Descartes señala como la «primera y más cierta», tiene que ser una proposición suprema y un «principio» en el sentido tradicional, algo así como la mayor de las premisas mayores de todo silogismo. En este razonamiento formalmente correcto y apoyado en parte en formulaciones del propio Descartes se pasa por alto, sin embargo, lo esencial: con la proposición cogito sum se da una nueva determinación de la esencia de «fundamento» y de «principium». «Fundamento» y «principium» es ahora el subiectum en el sentido del representar que se representa. Con ello queda decidido de manera nueva en qué sentido esta proposición sobre el subiectum es el principio fundamental, el principio por excelencia. La esencia de lo que tiene el carácter de principio se determina ahora desde la esencia de la «subjetividad» y por medio de esta última. Lo «axiomático» tiene ahora un sentido diferente respecto de la verdad del axioma que Aristóteles encuentra, como «principio de no contradicción», para la interpretación del ente en cuanto tal. El carácter «de principio» de la proposición cogito sum consiste en que determina de modo nuevo la esencia de la verdad y del ser, y lo hace de manera tal que se invoca esta determinación misma como la verdad primera, lo que aquí quiere decir, al mismo tiempo: como lo que es en sentido propio. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por eso, ni siquiera hace falta que la ciencia la rechace. La regla fundamental del pensar en general, a la que se recurre corrientemente, esto es, el principio de no contradicción, la lógica universal, echa abajo esta pregunta. Efectivamente, el pensar, que esencialmente siempre es pensar de algo, dedicado a pensar la nada tendría que contravenir su propia esencia. Heideggeriana: OQM

Entre el penúltimo y el último párrafo falta la transición; más exactamente: no se la formula expresamente porque resulta clara a partir de lo anterior. Nietzsche piensa implícitamente así: todo pensar en categorías, todo pensar previo en esquemas, es decir de acuerdo a reglas, es perspectivista, condicionado por la esencia de la vida, por lo tanto también lo será el pensar de acuerdo con la regla fundamental del pensamiento, con el principio de no contradicción. Lo que este axioma tiene de prescripción vinculante, es decir de necesidad para el pensamiento, tiene el mismo carácter que todo lo que es regla o esquema. Heideggeriana: VontadePoder

Siguiendo el hilo conductor que recorre esta nota, es decir la meditación sobre la esencia de los esquemas, sobre la regulación anticipadora del pensamiento en general y su origen, Nietzsche no llega ni abruptamente ni sin mediación a la regla fundamental bajo la que se encuentra todo conocer. Comienza con la referencia a situaciones en las que es especialmente claro el papel del principio de no contradicción como regla del pensar. Heideggeriana: VontadePoder

La constricción de hacer lo uno o lo otro es - dice Nietzsche - «subjetiva», una constricción que está en la constitución del sujeto humano; y esta constricción subjetiva de evitar la contradicción para simplemente poder pensar sobre un objeto, es «biológica». El principio de no contradicción, la regla que dicta evitar la contradicción, es la ley fundamental de la razón, ley fundamental en la que, por lo tanto, se expresa la esencia de la razón. El principio de no contradicción no dice, sin embargo, que «en verdad», es decir en realidad, algo contradictorio no pueda ser nunca al mismo tiempo real, sino que sólo dice que el hombre está constreñido a pensar así por razones «biológicas»; dicho de modo simplificado, el hombre tiene que evitar la contradicción para escapar a la confusión y al caos, o bien para dominarlos imponiéndoles la forma de lo que carece de contradicción, es decir, de lo unitario y en cada caso idéntico. Así como determinados animales marinos, como por ejemplo las medusas, desarrollan y extienden sus instrumentos prensiles, así también el animal «hombre» emplea la razón y su instrumento prensil, el principio de no contradicción, para orientarse en su ambiente y asegurar así su propia existencia consistente. Heideggeriana: VontadePoder

Se trataba de poner de relieve el modo de pensar biológico de Nietzsche en todos los aspectos. Pero al mismo tiempo, y sobre todo, se trataba también de llegar a ver que Nietzsche, en un sentido totalmente concordante con la tradición de la metafísica occidental, busca captar la esencia de la razón desde la perspectiva del principio supremo del pensar, el principio de no contradicción. Heideggeriana: VontadePoder

Para penetrar, por lo tanto, en el núcleo esencial de la esencia de la razón, y con ella de la praxis de la «vida», tenemos ante todo que seguir pensando en esta dirección. La explicación aparentemente sólo biológica que da Nietzsche de las categorías y de la verdad se traslada así por sí misma y de modo más claro a la región del pensar metafísico y de la pregunta conductora que mantiene en vilo y mueve a toda metafísica. Que las reflexiones de la nota n. 515 culminen en una interpretación del principio de no contradicción, accediendo así a un rasgo culminante de la consideración metafísica, pero que, al mismo tiempo, la interpretación del principio parezca dar pruebas de la forma más grosera de biologismo, lleva a nuestra meditación a su punto más crucial. En el fragmento que se ha colocado con razón a continuación del que comentamos (n. 516; primavera a otoño de 1887 y 1888), Nietzsche trata expresamente del principio de no contradicción. Heideggeriana: VontadePoder

Desde esta consideración aristotélica del principio de no contradicción, la pregunta siguiente no ha vuelto ya a encontrar sosiego: si este principio es un principio lógico, una regla suprema del pensar, o si es una proposición metafísica, es decir una proposición que establece algo sobre el ente en cuanto tal, sobre el ser. Heideggeriana: VontadePoder

Sobre la base de lo expuesto hasta el momento podemos ya prever en qué dirección tienen que ir la interpretación que hace Nietzsche del principio de no contradicción y su toma de posición respecto de él; pues si se supone que es un principio de la lógica, tiene que tener su origen, junto con la lógica y la esencia de la razón, en el aseguramiento de la existencia consistente de la vida. Por eso, estamos tentados de decir que Nietzsche no comprende el principio de no contradicción de modo lógico sino biológico. Hay que preguntarse, sin embargo, si precisamente en esta consideración del principio comprendido de modo aparentemente biológico no sale a la luz algo que impide toda interpretación biológica. La meditación sobre la consideración que hace Nietzsche del principio de no contradicción deberá ser para nosotros una primera vía para ir, a propósito de una cuestión decisiva para la metafísica, definitivamente más allá de lo que es aparentemente sólo biológico en la interpretación nietzscheana de la esencia de la verdad, del conocimiento y de la razón, aclarándola así en su ambigüedad. El primer y breve párrafo del fragmento n. 516 resulta extraño, sin embargo, pues no se corresponde de ninguna manera con lo que sigue; dice así: «No conseguimos afirmar y negar una y la misma cosa: ésta es una proposición empírica subjetiva, en ella no se expresa una "necesidad", sino sólo una incapacidad.» Heideggeriana: VontadePoder

En primer lugar - en base a las explicaciones dadas antes - observaremos que sí conseguimos afirmar y negar una y la misma cosa; lo que no conseguimos es afirmarla y negarla al mismo tiempo respecto de lo mismo y en el mismo aspecto. ¿O también esto finalmente se consigue? Ciertamente; pues si no se consiguiera nunca, jamás se habría pensado de modo contradictorio; no habría habido nunca algo así como un pensar que se contradice. Pero si hay una proposición verificada por el testimonio de la experiencia, es precisamente ésta, que los hombres se contradicen en su pensar, y por lo tanto, sobre una y la misma cosa afirman al mismo tiempo lo contrario. Que hay contradicciones, es una proposición empírica; que conseguimos, incluso en demasía, afirmar y negar lo mismo, está comprobado, y con ello el hecho de que, con facilidad y frecuencia, la «constricción subjetiva» de evitar la contradicción no aparece. Entonces presumiblemente no hay ninguna constricción; y sí, en su lugar, una peculiar libertad que quizás no sólo sea la razón de la posibilidad de contradecirse sino incluso la razón de la necesidad del principio de no contradicción. Heideggeriana: VontadePoder

¿Pero qué sentido tienen aquí los hechos y la invocación de hechos? Todos ellos están ya y sólo asegurados en razón de que se obedece al principio de no contradicción. El hecho de que haya contradicciones, de que el pensar que se contradice no sea demasiado inusual, es una experiencia que en nada contribuye a la meditación sobre la esencia de este principio. Lo que enuncia el principio de no contradicción, lo puesto en él, no se basa en la experiencia, del mismo modo, o con mayor razón aún, en que tampoco la proposición «dos por dos = 4» se basa en la experiencia, es decir en un conocimiento que vale siempre sólo hasta donde llegan nuestros conocimientos actuales. Si «2 por 2 = 4» fuera una proposición empírica, tendríamos que agregar cada vez, si quisiéramos pensarla de acuerdo con su esencia: «2 por 2 = 4, por lo que sabemos hasta el momento; es posible que algún día 2 por 2 sea igual a 5 o a 7». ¿Pero por qué no pensamos así? ¿Acaso porque sería demasiado complicado? No, sino porque (al pensar 2 por 2) ya estamos pensando lo que llamamos 4. Con mayor razón aún, lo que pensamos en el principio de no contradicción, que es ya previamente la regla que permite la pensabilidad de la citada igualdad, no lo sabemos a partir de la experiencia, es decir, de manera tal que lo que allí pensamos pueda un día ser diferente y que lo pensado sólo valga entonces hasta donde llega nuestro nivel actual de conocimientos. ¿Qué pensamos entonces en el principio de no contradicción? Heideggeriana: VontadePoder

En esta proposición se piensa y dice un adynaton, un imposible. Cuál es el carácter de imposibilidad que tiene aquí lo imposible se determina evidentemente en parte a partir de aquello a cuya imposibilidad aquí se alude: el presenciar y no presenciar al mismo tiempo (ma hyparkein te kai me hyparkein). Lo imposible se refiere al presenciar y a la presencia. Pero la presencia es, de acuerdo con la experiencia fundamental nunca propiamente explicitada de los pensadores griegos, la esencia del ser. En el principio de no contradicción se trata del ser del ente. Lo adynaton es una incapacidad [Unvermögliches] en el ser del ente. El ser no es capaz de algo. Heideggeriana: VontadePoder

En todo caso, hay una cosa que Nietzsche ve con claridad, que en el principio de no contradicción lo decisivo es una imposibilidad. Por consiguiente, la interpretación del principio tiene que dar ante todo explicaciones acerca del tipo y la esencia de este adynaton. De acuerdo con el primer párrafo citado, Nietzsche entiende este «imposible» en el sentido de un «no ser capaz de». Recalca expresamente que no se trata aquí de una «necesidad». Esto quiere decir: que algo no pueda ser al mismo tiempo esto y su contrario depende de que nosotros no somos capaces de «afirmar y negar una y la misma cosa». Nuestra incapacidad de afirmar y negar lo mismo tiene por consecuencia que algo no puede representarse, fijarse, es decir «ser», al mismo tiempo como esto y su contrario. Pero nuestro no poder pensar de otro modo no proviene de ninguna manera de que lo pensado mismo requiera tener que pensar así. Lo «imposible» es una incapacidad de nuestro pensar, o sea un no poder subjetivo, y de ninguna manera un no admitir objetivo por parte del objeto. A este imposible objetivo se refiere Nietzsche con la palabra «necesidad». Por lo tanto, el principio de no contradicción sólo tiene validez «subjetiva», depende de la constitución de nuestra capacidad de pensar. Con una alteración biológica de nuestra capacidad de pensar el principio de no contradicción podría perder su validez. ¿No la ha perdido ya? Heideggeriana: VontadePoder

Aquel pensador que junto con Nietzsche ha llevado a cabo el acabamiento de la metafísica, es decir Hegel, ¿no ha superado acaso en su metafísica la validez del principio de no contradicción? ¿No enseña Hegel que la contradicción pertenece a la esencia más íntima del ser? ¿No es también ésa la doctrina esencial de Heráclito? Pero para Hegel y para Heráclito, la «contradicción» es el «elemento» del «ser», por lo que trastocamos ya todo si hablamos de una contradicción del decir y del hablar en lugar de una contrariedad [Widerwendigkeit] del ser. Pero el mismo Aristóteles, que acuñó expresamente por vez primera aquel principio sobre el ser del ente, también habla de antiphasis. Además de la citada, da otras versiones del principio por las que parece que se tratara efectivamente sólo del enfrentamiento de enunciados, phaseis. Heideggeriana: VontadePoder

Cualquiera que sea el modo en el que tenga que responderse a estas preguntas, de ellas desprendemos lo siguiente: el principio de no contradicción y lo que él dice se refieren a una pregunta fundamental de la metafísica. Por ello, ya sea que Nietzsche interprete la imposibilidad a la que se alude en él en el sentido de una incapacidad subjetiva del hombre - dicho simplemente: como una predisposición biológica que está allí delante -, ya sea que esta interpretación sólo sea a su vez una capa superficial, en cualquier caso Nietzsche se mueve en el ámbito del pensar metafísico, de ese pensar que tiene que decidir sobre la esencia del ente. Y no se mueve dentro de esta región en contra de su voluntad o, menos aún, sin saberlo, sino que lo hace a sabiendas, y sabiéndolo de manera tan decisiva que en los párrafos siguientes del n. 516 penetra en regiones de decisión esenciales de la metafísica. Un signo exterior de ello es ya que introduzca la discusión en sentido propio con una alusión a Aristóteles. Esto no implica sólo el establecimiento de un contacto historiográfico con una opinión doctrinal anterior, sino una cierta recuperación del terreno histórico sobre el que descansa la propia interpretación nietzscheana de la esencia del pensar, del tener-por-verdadero y de la verdad. Heideggeriana: VontadePoder

«Si, según Aristóteles, el principio de no contradicción es el más cierto de todos los principios, si es el último y más básico al que remiten todas las demostraciones, si en él radica el principio de todos los otros axiomas: con tanto mayor rigor habría que sopesar qué afirmaciones en el fondo ya supone. O bien con él se afirma algo referente a lo real, al ente, como si ya se lo conociera de otro lado, concretamente que no se le pueden atribuir predicados opuestos. O bien el principio quiere decir: que no se le deben atribuir predicados opuestos. En ese caso, la lógica sería un imperativo, no para el conocimiento de lo verdadero sino para poner y acomodar un mundo que deba llamarse verdadero para nosotros.» Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche recalca explícitamente que Aristóteles establece que el principio de no contradicción es el «principio de todos los otros axiomas». Efectivamente, lo dice con suficiente claridad al final de Met. IV 3, 1005 b 33-34, donde concluye la consideración positiva del principio con las siguientes palabras: physei gar arche kai ton allon axiomaton aute panton. «Por su esencia, efectivamente, es punto de partida y dominio para y sobre los otros axiomas éste, y absolutamente.» No obstante, para medir el alcance de esta estimación del principio de no contradicción que hace Aristóteles, es decir para ver de antemano de modo justo el ámbito de tal alcance, es necesario saber en qué contexto trata este axioma de rango supremo. Según un prejuicio secular, el principio de no contradicción pasa por ser una regla del pensar y un axioma de la lógica. Que parece serlo, resulta obvio. Esta apariencia ya se había extendido en tiempos de Aristóteles, lo que señala que no es una apariencia casual. Aristóteles comenta el principio de no contradicción en el tratado ya citado, que comienza con las siguientes palabras: estin episteme tis he theorei to on he on kai ta touto hyparchonta kath auto. «Hay un tipo de saber que capta en la mirada el ente en cuanto que es ente (o sea, la entidad) y por consiguiente considera lo que pertenece a la entidad misma y la constituye.» Heideggeriana: VontadePoder

Al saber de la entidad del ente - en una palabra, del ser - lo llama Aristóteles prote philosophia, la filosofía en primera línea, es decir el saber y pensar filosófico en sentido propio. En el curso del despliegue de este saber de la entidad del ente, Aristóteles plantea la pregunta de si a este saber y preguntar también le corresponde la consideración de las que se denominan bebaiotatai archai, de aquello que es, del modo más firme, punto de partida y dominio para todo ser. De ellas forma parte lo que llamamos el principio de no contradicción. Aristóteles responde afirmativamente a la pregunta. Esto quiere decir: este «axioma» es la estimación de lo que de antemano pertenece al ser del ente. El principio de no contradicción dice «algo» sobre el ser. Contiene el proyecto esencial del on he on, del ente en cuanto tal. Heideggeriana: VontadePoder

Si comprendemos el principio en el sentido de la tradición que se ha vuelto dominante - y con ello de modo no estricta y plenamente aristotélico -, sólo dice algo sobre el modo en el que tiene que operar el pensar para ser un pensar del ente. Si en cambio comprendemos el principio de no contradicción de modo aristotélico, tenemos que preguntar por lo que este principio pone propiamente de antemano y pone de tal manera que, no obstante, puede ser, a continuación, una regla para el pensar. Heideggeriana: VontadePoder

El principio de no contradicción como principio del ser (Aristóteles) Heideggeriana: VontadePoder

La toma de posición de Nietzsche respecto del principio de no contradicción, en conformidad con el estilo permanente de su consideración sobre la esencia del pensar, de la razón y de la verdad, tiene la siguiente forma: si el principio de no contradicción es el más elevado de todos los principios, entonces, y precisamente entonces, es necesario preguntar «qué afirmaciones en el fondo ya supone». La pregunta que aquí Nietzsche exige que se plantee ha sido contestada hace tiempo - a saber, por Aristóteles - y de manera tan decidida que aquello por lo que Nietzsche pregunta constituye para Aristóteles el contenido único de este principio. Pues, según Aristóteles, el principio dice algo esencial sobre el ente en cuanto tal: que toda ausencia [Abwesen] resulta extraña a la presencia [Anwesen], porque la arrebata llevándola a su inesencia [Unwesen] y pone así la inconsistencia, destruyendo de este modo la esencia [Wesen] del ser. Pero el ser tiene su esencia en la presencia y en la consistencia. Por ello, los respectos de acuerdo con los cuales ha de representarse un ente en cuanto tal tienen que tener en cuenta esta presencia y esta consistencia por medio del ma, el «al mismo tiempo», y por medio del kata to auto, el «respecto de lo mismo». Heideggeriana: VontadePoder

Ni criterios morales, ni culturales, ni políticos llegan hasta la responsabilidad en la que por su esencia está colocado el pensamiento. Aquí, en la interpretación del principio de no contradicción, sólo rozamos esa región e intentamos elevar al saber algo mínimo, pero ineludible: con el principio de no contradicción se afirma algo sobre el ente en su totalidad, y nada menos que esto: la esencia del ente consiste en la constante ausencia de contradicción. Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche reconoce que el principio de no contradicción es un principio sobre el ser del ente. Pero no reconoce que esta concepción del principio de contradicción fue enunciada precisamente por el pensador que por primera vez puso y concibió de manera completa este principio como principio del ser. Si esta falta de reconocimiento por parte de Nietzsche fuera simplemente un error historiográfico no deberíamos hablar más de él. Pero significa algo diferente: que Nietzsche desconoce el fundamento histórico de su propia interpretación del ente, no mide el alcance de sus tomas de posición y no es capaz por ello de establecer cuál es su propio sitio, con lo que tampoco puede alcanzar al adversario que quiere alcanzar y que, para cumplir con tal propósito, previamente tiene que ser comprendido y atacado en su posición más propia. Heideggeriana: VontadePoder

Aristóteles no tenía necesidad de preguntar además por los presupuestos [Voraussetaungen] del principio de no contradicción, porque lo concebía ya como la posición anticipada [Voraus-ansetzung] de la esencia del ente, puesto que en tal poner llegaba a su acabamiento el inicio del pensar occidental. Heideggeriana: VontadePoder

Era necesario intercalar esta observación para que no nos tomemos con demasiada ligereza la postura que adopta Nietzsche respecto de Aristóteles a propósito de la interpretación del principio de no contradicción, para que nos esforcemos en seguir el paso propio de Nietzsche del modo más claro y preciso posible. Pues de lo que aquí se trata es de la decisión sobre los principios supremos de la metafísica y lo que quiere decir lo mismo, de la esencia más íntima del pensar metafísico, del pensar y de la verdad en general. Heideggeriana: VontadePoder

El principio de no contradicción como orden (Nietzsche) Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche reconoce que en el principio de no contradicción está presupuesta una proposición sobre el ente en cuanto tal, pero desconoce que esta presuposición es la única y propia posición de este principio llevada a cabo por Aristóteles. Pero dejemos ahora este desconocimiento. En su lugar, preguntemos otra cosa. Si Nietzsche insiste con tanta decisión en que se indague lo que está presupuesto en el principio de no contradicción, él mismo tendrá que preguntar en esa dirección. Tendrá que aclarar qué se dice sobre el ente, desde el momento en que la presuposición del principio de no contradicción consiste en una decisión sobre el ente. Pero Nietzsche no pregunta qué se establece sobre el ente en esta presuposición, pues lo verdadero del principio no puede estar para él en lo que contiene, sino que lo verdadero del principio consiste en el modo en que es un tener-por-verdadero, en cómo pone lo que en él está puesto. Por consiguiente, Nietzsche plantea la pregunta de si es posible en general una posición tal que establezca qué es en esencia el ente y en caso afirmativo, cual sería el carácter que únicamente podría tener. Sólo con la caracterización del carácter de posición de la posición que constituye la presuposición del principio de no contradicción, se comprende en su esencia, en sentido nietzscheano, el tener-por-verdadero que se enuncia en el principio de no contradicción. Heideggeriana: VontadePoder

Con esto Nietzsche afirma ciertamente la posibilidad de una posición que establezca como qué debe aprehenderse el ente en su esencia. Pero esta posición no se basa en que el representar y el pensar se ajusten a la medida del ente para extraer de ello cuál sea la esencia del ente. Para ello ya tendríamos que saber en qué consiste la esencia del ente, y todo ajustarse a la medida y toda comprobación posterior resultarían superfluos. El principio de no contradicción no es un ajustarse a la medida de algo real de alguna manera capturable, sino que es él mismo posición de una medida. Prescribe qué es ente y qué puede valer únicamente como algo que es, a saber, lo que no se contradice. El principio es el que indica qué debe valer como ente. Enuncia un deber, es un imperativo. Heideggeriana: VontadePoder

La interpretación del principio de no contradicción como imperativo que dice lo que debe valer como ente está en consonancia con la concepción nietzscheana de la verdad como un tener-por-verdadero. Sólo esta interpretación del principio de no contradicción y el comentario de la misma nos conducen hacia la esencia más íntima del tener-por-verdadero. En efecto, si la verdad no puede ser un reproductivo ajustarse a la medida y debe ser un tener-por, ¿a qué tiene que atenerse éste? Despojado de toda medida y de todo sostén, no se expone él mismo a la falta de fundamento del propio arbitrio? El tener-por-verdadero necesita, por lo tanto, en sí y por sí de una medida que indique qué debe tenerse por ente, es decir por verdadero, qué debe valer como verdadero. Pero en la medida en que el tener-por-verdadero sólo descansa sobre sí mismo, esta medida conductora sólo puede proceder de un tener-por más originario que pro-pone [vor-setz] desde sí qué debe valer como ente y como verdadero. Heideggeriana: VontadePoder

¿De dónde toma su ley esta originaria posición de un criterio? ¿Es un ciego azar, llevado a cabo alguna vez por alguien y que desde entonces resulta vinculante por razón de esa facticidad? No, pues en ese caso se habría introducido de nuevo de modo subrepticio, cambiando sólo su forma, una determinación esencial del ser basada en la funesta apelación a un ente que ya está allí delante y está asegurado como tal. El ente sería, en ese caso, el «principio» que está de hecho allí delante y es «universalmente» reconocido. Pero la esencia de este principio [Satz] se determina a partir del tipo de posición [Setzung] que en él impera. La posición del criterio para lo que debe poder valer como ente que se encuentra en el principio de no contradicción es un «imperativo», o sea una orden. De este modo nos vemos trasladados a una región totalmente diferente. Heideggeriana: VontadePoder

Por el momento no vemos más que lo siguiente: si el principio de no contradicción es el principio supremo del tener-por-verdadero, si, en cuanto tal, sostiene y posibilita la esencia del tener-por-verdadero, y si el carácter de la posición de este principio es una orden, entonces la esencia del conocimiento tiene en lo más íntimo el tipo esencial de la orden. El conocer, sin embargo, en cuanto re-presentar del ente, de lo consistente, es, en cuanto aseguramiento de la existencia consistente, una constitución esencial necesaria de la vida misma. Por lo tanto la vida tiene, en sí, en su vitalidad, el rasgo esencial de ordenar. El aseguramiento de la existencia consistente de la vida humana se lleva a cabo, por consiguiente, en una decisión sobre lo que deba valer en general como ente, sobre lo que quiera decir ser. Heideggeriana: VontadePoder

¿Cómo acontece esta decisión? ¿Tiene lugar formulando una definición de «ser» o aclarando el sentido de la palabra «ser? ¡Lejos de ello! Ese acto fundamental, y por lo tanto lo esencial del aseguramiento de la existencia consistente, consiste en colocar al ser viviente «hombre» en la trayectoria visual de una perspectiva dirigida a algo así como ente y en mantenerlo en movimiento dentro de ella. El acto fundamental de la fundación de una perspectiva se lleva a cabo en la representación de aquello que el principio de no contradicción enuncia sólo ulteriormente en forma de principio. Ahora no podemos seguir considerando al principio como un axioma evidente, en sí válido, sino que tenemos que tomar en serio su carácter de posición. El principio es una orden. Aunque no sepamos aún cómo debemos comprender este carácter de orden en cuanto a su proveniencia esencial, a partir de lo anterior pueden destacarse ya cuatro puntos y formar con ellos, por así decirlo, un escalón con el que nos elevemos un paso más para apoderarnos de la visión interna de la esencia plena de la verdad. Heideggeriana: VontadePoder

2) En base a lo expuesto hasta ahora, ¿cómo podemos hacer comprensible el carácter de orden del conocer? La interpretación del principio de no contradicción dio como resultado: el trazado de un horizonte que da la medida, la delimitación de lo que quiere decir ente y de lo que de cierto modo rodea el ámbito de todo ente singular, ese trazado de horizonte es un imperativo. ¿Cómo se hace concordar esto con lo que surgió de la nota n. 515 como esencia de la razón, o sea con el carácter inventivo del conocer? Ordenar e inventar, mandar y configurar en un libre juego, ¿no se excluyen mutuamente como el agua y el fuego? Probablemente, o más bien ciertamente, mientras nuestros conceptos de ordenar e inventar no vayan más allá de su sentido más conocido y corriente. En efecto, en este caso hablamos ya de ordenar cuando simplemente se transmite lo que se denomina una orden, una «orden» que quizás sólo tenga el nombre de tal y en realidad no lo sea, en el supuesto, claro, de que comprendamos el ordenar en su esencia y a ésta sólo la encontremos allí donde una posibilidad de comportamiento [Verhalten] y de actitud [Haltung] es elevada por vez primera a ley, cuando se la crea en cuanto ley. Entonces, la palabra «orden» no significa sólo el anuncio de una exigencia y el requerimiento de que se la cumpla. Heideggeriana: VontadePoder

3) Gracias a la descripción del carácter de posición del principio de no contradicción como «imperativo», gracias a la referencia a la consonancia esencial entre ordenar e inventar, recibe también su aclaración el párrafo final de la nota n. 415, que hasta ahora habíamos pasado por alto. Heideggeriana: VontadePoder

Aquí se contraponen «incapacidad» y «verdad». La palabra «incapacidad» es, sin embargo, una expresión sumamente equívoca, en la medida en que sugiere la representación de un mero no poder en el sentido de que no tenga lugar un comportamiento, cuando a lo que se alude es precisamente a un tener-que, a un necesario comportarse de tal y cual manera. La razón de que Nietzsche hable, sin embargo, de una incapacidad, se explica por la intención de conseguir la contraposición más extrema al concepto tradicional de verdad, para que de este modo su interpretación del conocer y del tener-por-verdadero sea tan llamativa que se vuelva casi un escándalo. Lo que Nietzsche contrapone con los términos «incapacidad» y «verdad» es lo mismo a lo que alude en el n. 516. Allí dice: el principio de no contradicción no es un axioma que valga por razón de que se ajuste a la medida de lo real. El axioma no es una adaequatio intellectus et rei, no es una verdad en sentido tradicional, es la posición de un patrón de medida. El peso de la contraposición radica en destacar el carácter de posición, invención y orden, a diferencia de la copia que reproduce algo que está allí delante. La extremada expresión «incapacidad» quiere decir, precisamente: la falta de contradicción y su acatamiento no provienen de la representación de la ausencia de cosas que se contradigan, sino de una necesaria capacidad de ordenar y del tener-que puesto en ella. Heideggeriana: VontadePoder

«Constricción subjetiva» significa la constricción conforme a la esencia de la subjetividad, es decir, de la libertad. Pero sin embargo, Nietzsche dice: «La constricción subjetiva»... «es una constricción biológica»; al inferir de acuerdo con la regla del principio de no contradicción lo llama un «instinto»; y en el párrafo previo dice que la razón, la facultad de pensar es «una mera idiosincrasia de determinadas especies animales». No obstante, también dice con claridad: este principio de no contradicción, cuya necesidad y validez están en cuestión en cuanto a su esencia, es un «imperativo», es decir, pertenece al ámbito de la libertad, ámbito que para la libertad no se encuentra ya listo en alguna parte sino que es fundado por ella misma. La esencia de la constricción a la que se alude en el principio de no contradicción no se determina jamás desde la región biológica. Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche comprende la verdad como tener-por-verdadero. Éste es - si se lo piensa más profundamente, retrocediendo al fundamento de su posibilidad - el inventivo pre-suponer un horizonte de entidad, la unidad de las categorías en cuanto esquemas. El inventivo pre-suponer tiene su ejercicio fundamental en lo que expresa el principio de no contradicción: en el fijar lo que en general quiera decir entidad. Entidad querrá decir: consistencia, en el sentido de tal consolidación. Ese fijar es el originario tener-por-verdadero que da a todo conocimiento la prescripción hacia el ente en cuanto tal. El tener-por-verdadero tiene originariamente el carácter de una orden. ¿De dónde toma su patrón de medida este dar orden? ¿Qué le indica aunque más no sea la dirección? ¿El tener-por-verdadero en cuanto ordenar no se convierte en el juguete de un arbitrio impenetrable y no vinculado a nada? Heideggeriana: VontadePoder

Pero, ¿qué es entonces aquello en que la ciencia moderna de la naturaleza y la técnica moderna concuerdan siendo de esta forma lo mismo? ¿Qué es lo propio y genuino de ambas? Para traer y poner esto ante nuestra vista, al menos de forma aproximada, es menester reflexionar sobre lo nuevo de la ciencia moderna de la naturaleza. Ésta de forma más o menos consciente viene determinada por la siguiente pregunta que le sirve de hilo conductor: ¿cómo hay que proyectar de antemano la naturaleza como ámbito objetual [como ámbito de conocimiento MJR] para que los procesos naturales resulten de antemano susceptibles de cálculo? Esta pregunta encierra dos cosas: por un lado una decisión acerca del carácter de la realidad de la naturaleza. Max Planck, el fundador de la física cuántica, expresó esta decisión con una frase muy breve: "Es real lo que puede medirse". Sólo lo que de antemano es susceptible de cálculo y medición, sólo lo que ya de entrada resulta abordable en términos de cálculo, puede considerarse ente. Además la pregunta rectora de la ciencia de la naturaleza incluye el principio del primado del método, es decir, del primado del procedimiento sobre aquello que en tal proceder contra la naturaleza, es decir, que en tal procedimiento, queda asegurado como un objeto susceptible de determinarse y someterse a comprobación. Un rasgo característico de este procedimiento es que en la física teórica el principio de no contradicción de los enunciados y la simetría de las ecuaciones se consideran de antemano determinantes. Mediante la proyección matemática de la naturaleza, que la física teórica efectúa, y mediante una inquisición experimental adecuada a esa proyección, la naturaleza es desafiada a responder, se le exige, por así decir, que dé razón de sí en determinados aspectos. A la naturaleza se la pone por así decir en la perspectiva de un haber de mostrarse en una objetualidad u objetividad susceptible de cálculo (Kant). Heideggeriana: LTLT

Submitted on 26.02.2007 20:33
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