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Léxico Filosofia

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comprender

Definition:
verstehen

Las siguientes indicaciones (1. ed. (1970): las indicaciones pasan por alto a propósito la diferencia ontológica.] relativas a las preguntas desde la a) a la e) deben ser entendidas y pensadas a su vez como preguntas. En efecto, el secreto del lenguaje, en el que se tiene que concentrar toda la reflexión, sigue siendo el fenómeno más cuestionable y más digno de ser pensado, sobre todo cuando se alcanza a comprender que el lenguaje no es una obra del hombre: el habla habla. El hombre sólo habla en la medida en que corresponde al lenguaje. Estas frases no han sido alumbradas por una «mística» fantástica. El lenguaje es un fenómeno originario cuya singularidad no se puede demostrar mediante hechos, sino que sólo se puede llegar a ver mediante una experiencia no preconcebida del lenguaje. El hombre puede inventar artificialmente sonidos y signos, pero sólo lo puede hacer desde la perspectiva de un lenguaje ya hablado y a partir de él. El pensar sigue permaneciendo crítico incluso ante los fenómenos originarios. En efecto, pensar críticamente significa distinguir (krinein) permanentemente entre aquello que exige una prueba para su justificación y aquello que sólo exige para su acreditación un simple ver y asumir. Siempre es más fácil en el primer caso aportar una prueba que, en el otro caso, abandonarse a la mirada que asume. Heideggeriana: FenoTeo

Si queremos comprender la esencia de la ciencia, tenemos antes que dejar bien clara la cuestión decisiva: ¿debe, para nosotros, seguir existiendo aún la ciencia, o debemos dejarla correr hacia un rápido final? Que deba haber ciencia no es algo incondicionalmente necesario. Pero, si debe haber ciencia y si debe existir para nosotros y por nosotros, ¿en qué condiciones puede entonces realmente existir? Heideggeriana: UniversidadeAlemana

Justo por eso el saber tiene que desplegar su máxima resistencia - sólo contra la cual se levanta todo el poder del ocultamiento del ente - para fracasar realmente. Precisamente así es como el ente se abre en su insondable inmutabilidad y ofrece al saber su verdad. Esta máxima sobre la impotencia creadora del saber es una frase de los griegos, en quienes, con demasiada facilidad, se quiere encontrar el modelo de un saber puramente asentado en sí mismo y, con ello, olvidado de sí, que se nos presenta como la actitud «teórica». Pero, ¿qué es la theoria para los griegos? Se suele decir: la pura contemplación, que permanece ligada a la plenitud y exigencia de las cosas. Apelando a los griegos, esta conducta contemplativa, se dice, habría de existir por ella misma. Pero esta apelación carece de fundamento. Pues, por un lado, la «teoría» no tenía lugar por ella misma, sino únicamente por la pasión de permanecer cerca del ente en cuanto tal y bajo su apremio. Mas, por otro lado, los griegos luchaban justamente por comprender y por ejercer ese cuestionar contemplativo como una, incluso como la suprema, forma de la energeia, del «estar-a-la-obra» del hombre. Su sentido no estaba, pues, en asimilar la praxis a la teoría, sino al revés, en entender la teoría misma como la suprema realización de una auténtica praxis. Para los griegos la ciencia no es un «bien cultural», sino el centro que determina desde lo más profundo toda su existencia como pueblo y como Estado. La ciencia tampoco es para ellos un puro medio para hacer consciente lo inconsciente, sino el poder que abarca y da rigor a toda la existencia. Heideggeriana: UniversidadeAlemana

Pero enseña la citada observación la indiferencia? Entonces por qué razón se han puesto en cursiva algunas palabras muy concretas de la nota y no las dictadas por el azar? Pues únicamente con el propósito de indicar que el pensar que piensa a partir de la pregunta por la verdad del ser pregunta más inicialmente que la metafísica. Sólo a partir de la verdad del ser se puede pensar la esencia de lo sagrado. Sólo a partir de la esencia de lo sagrado se puede pensar la esencia de la divinidad. Sólo a la luz de la esencia de la divinidad puede ser pensado y dicho qué debe nombrar la palabra «dios». ¿O acaso no tenemos que empezar por comprender y escuchar cuidadosamente todas estas palabras para poder experimentar después como hombres, es decir, como seres exsistentes, una relación de dios con el hombre? ¿Y cómo va a poder preguntar el hombre de la actual historia mundial de modo serio y riguroso si el dios se acerca o se sustrae cuando él mismo omite adentrarse con su pensar en la única dimensión en que se puede preguntar esa pregunta? Pero ésta es la dimensión de lo sagrado, que permanece cerrada incluso como dimensión si el espacio abierto del ser no está aclarado y, en su claro, no está próximo al hombre. Tal vez lo característico de esta era mundial sea precisamente que se ha cerrado a la dimensión de lo salvo. Tal vez sea éste el único mal. Heideggeriana: CartaH

En este nuevo método reside por lo tanto una doble particularidad: 1-Se afirma una suposición o hipótesis (Annahme), que permite en general comprender a los fenómenos de un determinado ámbito - aquí, por lo tanto, a los fenómenos del movimiento. 2-La suposición o hipótesis no afirma de ningún modo una cualidad oculta como la causa explicativa de los fenómenos, sino que contiene relaciones matemáticamente comprensibles, es decir, medibles, entre los momentos del fenómeno concebidos idealmente. Este modo de formulación del problema que Galilei por primera vez llevó a la práctica conscientemente logra el predominio con el correr del tiempo en las ramas especiales de la Física (Mecánica, Acústica, Doctrina del calor, Óptica, Doctrina del magnetismo y Electricidad). En cada uno de estos campos aspira la física a ecuaciones en las cuales son formuladas relaciones legales muy generales con respecto a los hechos del campo respectivo. Heideggeriana: TempoHistoria

El objeto de la física, ahora podemos decirlo así brevemente, es la legalidad (Gesetzlichkeit) del movimiento. Los movimientos transcurren en el tiempo. Pero ¿qué quiere decir esto? El tiempo tiene una significación espacial; sin embargo el tiempo, evidentemente, no es nada espacial, y precisamente siempre se contrapone uno frente a otro al espacio y al tiempo. Pero también evidentemente el espacio y el tiempo están relacionados de alguna manera. Galileo Galilei se refiere una vez en un pasaje de los Discorsi precisamente a esta afinidad de los conceptos de tiempo y movimiento. "Así como la uniformidad del movimiento se comprende y se determina a través de la igualdad de tiempos y espacios, también podemos, a través de una idéntica igualdad de las partes del tiempo, comprender como simple el aumento de velocidad (aceleración) realizado" [Discursos y demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencias, la mecánica y las leyes de la caída, 3 y 4 jornadas (1635). Traducidas y editadas por A. von Ottingen, 1881, Ostwalds, Klassiker der exakten Wissenschaften, nº 24, pág. 8.] evidentemente se trata, en la relación (Verhältnis) de movimiento y tiempo, de la medida del movimiento con la ayuda (364) del tiempo. La medida como determinación cuantitativa es un asunto de la matemática. Por lo tanto, si queremos obtener rigurosos conceptos de tiempo y movimiento, tenemos que considerar a éstos en su forma matemática. Heideggeriana: TempoHistoria

Estamos aquí ante una alternativa: o bien no estamos con respecto al concepto mencionado anteriormente frente a un concepto histórico en cuanto no se comprende porqué la mera determinación temporal tendría que hacer de un concepto general un concepto histórico, ya que también los fenómenos de la física se determinan temporalmente, o bien estamos frente a un concepto histórico, lo que en realidad es exacto, Pero entonces es la determinación temporal que en él se puede hallar una determinación temporal muy particular, que sólo se puede comprender a partir de la esencia de la ciencia histórica. Heideggeriana: TempoHistoria

Pero siempre un interés tiene que ser fijado a partir de un punto de vista, tiene que ser guiado por una pauta. La selección de lo histórico a partir de la profusión de lo dado se basa por consiguiente en una relación de valor (Werbeziehung). La finalidad de la ciencia histórica es pues representar el contexto de efecto y desarrollo de las objetivaciones de la vida humana en su singularidad y unicidad (Einmaligkeit) comprensibles en relación con los valores de la cultura. Pero aún no se ha mencionado una característica esencial de todo objeto histórico. El objeto histórico siempre ha pasado, en sentido histórico ya no existe más, entre él y el historiador existe una distancia temporal. El pasado tiene siempre un sentido sólo visto desde un presente. Lo pasado no sólo no es más, considerado desde nosotros, sino que también fue algo distinto de lo que somos nosotros y nuestro contexto vital hoy en el presente. El tiempo tiene en la historia, como se ve, una significación muy original. Sólo cuando esta otroridad (Andersheit) cualitativa de tiempos pasados se abre paso en la conciencia de un presente, se ha despertado el sentido histórico. En la medida en que el pasado histórico es siempre una otroridad de objetivaciones en la vida del hombre, y nosotros mismos vivimos en una de estas y creamos una semejante, está dada desde un principio la posibilidad de comprender al pasado, puesto que este no puede ser algo distinto incomparable. Pero existe la gran separación temporal (zeitliche Kluft) entre el historiador y su objeto. Si él la quiere representar, tiene que tener de alguna manera el objeto ante sí. Se trata de superar el tiempo, y desde el presente, por encima del abismo temporal aclimatarse en el pasado. La exigencia de la (370) superación temporal y la descripción de un pasado, dada necesariamente en la finalidad y el objeto de la ciencia histórica, será sólo, posible si además el tiempo mismo de algún modo entra en función. Ya Johannes Bodinus (1607) tiene en su Methodus ad facilem historiarum cognitionem un capítulo especial sobre el tiempo; allí se encuentra la frase: "qui sine ratione temporum (es interesante el plural) historias intelligere se posse putant, perinde falluntur, ut si labyrinthi errores evadere sine duce velint" [Methodus ad facilem historiarum cognotionem, 1607, cap. VII "De temporis universi ratione", pág. 431.] Heideggeriana: TempoHistoria

Una función no menos esencial desempeña el concepto de tiempo en la segunda tarea principal del método histórico: en el poner de manifiesto el contexto (Zusammenhang) de los hechos previamente fijados en detalle. Allí se trata en principio de comprender correctamente los hechos particulares en su significación para el contexto, es decir, se trata de interpretar correctamente el contenido objetivo de las fuentes. Heideggeriana: TempoHistoria

Lo cualitativo del concepto de tiempo histórico no significa otra cosa que la condensación - cristalización - de una objetivación de la vida dada en la historia. La ciencia histórica no trabaja pues con cantidades. ¿Pero qué son entonces las cifras históricas? En el concepto "el hambre en Fulda en el año 750" no puede el historiador con la cifra 750 hacer en sí nada; a él no le puede interesar la cifra como cuantum o como un elemento que tiene su determinado lugar en la progresión numérica del uno al infinito, como elemento que es divisible por 50 , y así sucesivamente. La cifra 750 y toda otra cifra histórica tiene en la ciencia histórica solamente valor y sentido teniendo presente lo históricamente significativo con respecto al contenido. Trecento, quattrocento, no son conceptos cuantitativos ni mucho menos. La pregunta por el cuando tiene en la física y en la historia un sentido muy diferente. Yo pregunto en la Física, por ejemplo, con respecto a la máquina de Atwood para demostrar las leyes de la caída, cuando llega la pesa a determinado lugar de la escala; cuando quiere decir en esto caso después de cuántos golpes del péndulo de los segundos. Si pregunto por el cuando de un acontecimiento histórico, en cambio, pregunto por su lugar en el contexto histórico cualitativo, no pregunto por un cuánto. Pero sin embargo el historiador se formula a veces también la pregunta por el cuánto. Así le interesará seguramente a la venidera historia de la guerra saber cuánto tiempo necesitó el ejército Mackensen para llevar adelante la ofensiva de los Cárpatos hasta el cuadrilátero fortificado ruso-polaco. Pero la determinación cuantitativa (unas doce semanas) no tiene en sí valor y significado para el historiador sino en tanto permite comprender a ella la monstruosa fuerza de empuje de nuestras tropas aliadas, la firmeza decisiva de toda la operación, y por otra parte en tanto permite juzgar la fuerza de resistencia del ejército ruso. Los números de los años son cómodas marcas numerales, pero las consideramos en si mismas sin sentido, ya que por cada número podría haber otro número equivalente si sólo se corriera el comienzo de la numeración. Pero justamente el comienzo de la cuenta del tiempo muestra que en todos los casos esta cuenta ha empezado en un acontecimiento históricamente significativo (fundación de la ciudad de Roma, nacimiento de Cristo, Hedschra o partida de Mahoma de la Meca a Medina, etc.). Heideggeriana: TempoHistoria

¿Cómo debemos comprender esto de que el ser mismo permanece fuera? ¿Quizás en el sentido de que el ser, al modo de un ente, se detiene en algún lugar y por alguna razón, porque le está obstruido el camino, no llega hasta nosotros? Pero sin embargo, en la metafísica y para ella el ser está en la visión: en cuanto ser del ente. Heideggeriana: NiilismoSer

Prescindiendo de que esta caracterización desconoce el simple aparecer y el mentar propio del pensar en cuanto tal, con este asentamiento del ser dentro del campo de disposición del sujeto representante no se podría ver ni comprender que, y de qué modo, el ser en cuanto tal, en su desocultamiento, se sustrae con éste al pensar, y lo hace mientras y en la medida en que el pensar ya siempre representa el ente en cuanto tal, es decir el ser. Por el contrario, el pensar pertenece al ser mismo en cuanto que, desde su esencia, queda involucrado en aquello que no le llega nunca al ser desde otro lado ni simplemente se le añade sino que proviene del ser mismo, y precisamente en cuanto Él mismo, y que «es» conjuntamente el ser mismo. Qué es esto? Heideggeriana: NiilismoSer

Pero ¿qué es lo que da ocasión y apoyo a esta negación en la unidad esencial del nihilismo? La pregunta no puede responderse inmediatamente. Por eso nos conformamos con comprender que en la esencia del nihilismo impera algo diferencial, algo diferencial que concierne al ser mismo. El «in-» no descansa ni en primer lugar ni solamente sobre una negación y su correspondiente negativo. Pero además, si en la esencia del nihilismo falta el rasgo fundamental de lo negativo en el sentido de lo destructivo, el propósito de superar el nihilismo de modo inmediato como algo pretendidamente sólo destructivo se muestra bajo una extraña luz. Con todo, más extraña aún sería la opinión de que un pensar que rechace la superación inmediata del nihilismo esencialmente pensado tendría que afirmar el nihilismo entendido de modo habitual. Heideggeriana: NiilismoSer

Querer superar el ser mismo querría decir arrancar de sus goznes la esencia del hombre. Se podría comprender la imposibilidad de este propósito en el sentido de que querer ir en contra del ser sería un gesto absurdo del pensar que, en cuanto tal, piensa desde el ser; en el sentido de que este propósito sería aún más absurdo - en el caso de que hubiera grados - que el intento del pensar de negar el ente en cuanto tal en el pensar, que es, sin embargo, algo que es. Pero aquí no está solamente en juego si el pensar, tomado por sí mismo, se contradice en su propia actividad y de este modo infringe una regla fundamental de sí mismo y cae en el absurdo. ¡Con cuánta frecuencia el pensar humano se enreda en contradicciones y permanece sin embargo en la vía por la que se satisfacen sus designios! Heideggeriana: NiilismoSer

En nuestra meditación sobre el nihilismo europeo no aspiramos a citar y comentar exhaustivamente todas las declaraciones de Nietzsche sobre esta cuestión. Quisiéramos comprender la esencia más íntima de esa historia que se designa con el nombre de nihilismo para acercarnos así al ser de lo que es. Si en ocasiones aportamos declaraciones que van en la misma dirección o incluso notas que se expresan en los mismos términos, hay que tener siempre en cuenta que en la mayoría de los casos éstas provienen de otro nivel del pensar y que sólo ofrecen su pleno contenido si se determina al mismo tiempo este desplazamiento de nivel, con frecuencia imperceptible. Lo importante no es si conocemos todos los «pasajes» sobre el «tema» nihilismo; lo esencial es que, por medio de los fragmentos apropiados, encontremos una relación persistente con aquello de lo que hablan. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Pero si la nada no fuese un ente pero tampoco nunca lo meramente nulo? ¿Y si entonces la pregunta por la esencia de la nada no estuviera aún planteada de modo suficiente con el recurso a aquel «o bien - o bien»? ¿Y si, finalmente, la falta de esta pregunta desplegada por la esencia de la nada fuera el fundamento de que la metafísica occidental tenga que caer en el nihilismo? Entonces, el nihilismo, experimentado y comprendido de manera más originaria y esencial, sería esa historia de la metafísica que conduce hacia una posición metafísica fundamental en la que la nada no sólo no puede sino que ya ni siquiera quiere ser comprendida en su esencia. Nihilismo querría decir entonces: el esencial no pensar en la esencia de la nada. Quizás radique en esto el que el propio Nietzsche se vea obligado a pasar al nihilismo - desde su punto de vista - «acabado». Puesto que reconoce al nihilismo como movimiento, y sobre todo como movimiento de la historia occidental moderna, pero no es capaz, sin embargo, de pensar la esencia de la nada porque no es capaz de preguntar por ella, Nietzsche tiene que convertirse en el nihilista clásico que expresa la historia que ahora acontece. Nietzsche reconoce y experimenta el nihilismo porque él mismo piensa de modo nihilista. El concepto nietzscheano de nihilismo es él mismo un concepto nihilista. A pesar de todo lo que comprende, no es capaz de reconocer la esencia oculta del nihilismo porque lo comprende de antemano y exclusivamente desde la idea de valor, como el proceso de desvalorización de los valores supremos. Nietzsche tiene que comprender así el nihilismo porque, manteniéndose en la senda y en el ámbito de la metafísica occidental, piensa a esta última hasta su final. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Surge así un peculiar estadio intermedio: 1) El mundo del devenir, es decir la vida vivida aquí y ahora junto con sus cambiantes ámbitos, no puede ser negada como real. 2) Este mismo mundo, el único real, en principio carece, sin embargo, de meta y de valor, por lo que así no se lo puede soportar. Reina no sólo el sentimiento de carencia de valor de lo real sino una carencia de orientación dentro de lo único real; falta comprender la razón de esa situación y la posibilidad de superarla. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si Nietzsche, por el hecho de comprender a estas categorías como valor, se sale del cauce de la metafísica y se designa entonces con justicia como «antimetafísico», o si sólo lleva la metafísica a su final definitivo y se convierte por ello él mismo en el último metafísico, éstas son cuestiones respecto de las cuales sólo nos encontramos en camino, pero cuya respuesta está ligada de la manera más íntima con la aclaración del concepto nietzscheano de nihilismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La sección B dice así: «Suponiendo que hemos reconocido hasta qué punto no es lícito ya interpretar el mundo con estas tres categorías, y que después de comprender esto el mundo comienza a volverse carente de sentido para nosotros: entonces tenemos que preguntarnos de dónde viene nuestra creencia en estas tres categorías, ¡probemos si no es posible negarles a ellas nuestra creencia! Si hemos desvalorizado estas tres categorías, la demostración de que no son aplicables al todo deja de ser una razón para desvalorizar el todo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En primer lugar, se trata de comprender el nihilismo de modo unitario como historia de las posiciones de valores. El título «posición de valores» lo empleamos aquí con un significado amplio. Abarca: la instauración de los valores supremos, la desvalorización de estos valores en el sentido de su destitución, la transvaloración de estos valores en cuanto nueva posición de valores. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ad 1) El nihilismo es una historia. Con esto no queremos decir simplemente que lo que llamamos nihilismo «tiene» una «historia» en la medida en que se lo puede seguir en su decurso temporal. El nihilismo es historia. En el sentido de Nietzsche, el nihilismo contribuye a constituir la esencia de la historia occidental porque contribuye a determinar la legalidad de las posiciones metafísicas fundamentales y de su relación. Pero las posiciones metafísicas fundamentales son el suelo y el ámbito de lo que conocemos como historia universal, en especial como historia occidental. El nihilismo determina la historicidad de esta historia. Por eso, para comprender la esencia del nihilismo no es tan importante contar la historia del nihilismo en cada siglo y describir sus formas. Todo tiene que apuntar en primer lugar a reconocer al nihilismo como legalidad de la historia. Si se quiere comprender esta historia como «decadencia», contando a partir de la desvalorización de los valores supremos, el nihilismo no es la causa de esta decadencia sino su lógica interna: esa legalidad del acontecer que lleva más allá de la mera decadencia y por lo tanto señala ya más allá de ella. Por eso, la comprensión de la esencia del nihilismo no consiste en el conocimiento de los fenómenos que pueden presentarse historiográficamente como nihilistas sino que consiste en comprender los pasos, los grados y estadios intermedios, desde la incipiente desvalorización hasta la necesaria transvaloración. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Cuando Nietzsche dice que el ente en su totalidad «no tiene ningún valor», no quiere dictar un juicio despectivo sobre el mundo. Sólo quiere mantener alejada toda estimación de valor de la totalidad en cuanto sería un desconocimiento de la esencia de la misma. La proposición: el ente en su totalidad no tiene ningún valor es, pensada en el sentido de la metafísica de la voluntad de poder, el rechazo más radical de la creencia de que los «valores» sean algo en sí, por encima del ente en su totalidad y válido para él. Que el ente en su totalidad carezca de valor quiere decir: está fuera de toda valoración, ya que por medio de ésta sólo se haría que el todo y lo incondicionado se volvieran dependientes de partes y condiciones que sólo son lo que son desde el todo. El mundo en devenir es, en cuanto voluntad de poder, lo in-condicionado. Sólo dentro del devenir: en referencia a formaciones de poder individuales, sólo puestas por medio de ellas y para ellas, hay condiciones, es decir puntos de vista de la conservación y acrecentamiento de los quanta de energía, sólo allí hay valores. ¿Entonces los valores surgen de la voluntad de poder? Ciertamente, pero pensaríamos de nuevo de modo erróneo si quisiéramos volver a comprender los valores como si fueran algo «al lado de» la voluntad de poder, como si en primer lugar estuviera ésta y, a continuación, instaurara «valores» que pondría en función de acuerdo con las circunstancias. Los valores, en cuanto condiciones de conservación y acrecentamiento del poder, sólo son como algo condicionado por lo único incondicionado, la voluntad de poder. Los valores son esencialmente condiciones condicionadas. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A pesar del comentario que acaba de realizarse de la expresión «ingenuidad hiperbólica», aún subsiste el peligro de que esta importante afirmación final del fragmento n. 12 sea profundamente mal comprendida. Ella encierra el resumen muy comprimido, y por ello fácilmente equívoco, de un importante pensamiento. Efectivamente, apelando a la afirmación de Nietzsche se podría sugerir que éste, de acuerdo con el tenor literal de la misma, dice lo contrario de lo que nosotros hemos dilucidado como esencia de la ingenuidad hiperbólica. Si la ingenuidad consiste en no saber que el origen de los valores está en que son puestos por los propios hombres en términos de poder, ¿cómo puede ser una «ingenuidad hiperbólica» «ponerse a sí mismo como sentido y medida del valor de las cosas»? Esto último es algo totalmente diferente de la ingenuidad. Es la suma consciencia del hombre que se apoya sobre sí mismo, es explícita voluntad de poder y de ningún modo impotencia de poder. Si tuviéramos que comprender la afirmación de ese modo, Nietzsche estaría diciendo: la «ingenuidad hiperbólica» consiste en no ser en absoluto ingenuo. No podemos atribuirle tamaña insensatez. ¿Qué dice entonces la afirmación? De acuerdo con la determinación que hace Nietzsche de la esencia de los valores, incluso aquellos que se ponen desconociendo el origen de los valores tienen que surgir de las posiciones humanas, es decir, de modo tal que el hombre se ponga a sí mismo como sentido y medida del valor: la ingenuidad no consiste en que el hombre ponga los valores y actúe como sentido y medida del valor. El hombre es ingenuo en la medida en que pone los valores como la «esencia de las cosas» que recae sobre él, sin saber que es él que las pone y que lo que las pone es una voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Las inadecuadas exposiciones que se han hecho de la doctrina nietzscheana del superhombre tienen siempre su única razón en que hasta ahora no se ha sido capaz de tomar en serio como metafísica a la filosofía de la voluntad de poder y de comprender las doctrinas del nihilismo, del superhombre y, sobre todo, del eterno retorno de lo mismo de modo metafísico como componentes esenciales necesarios, es decir, de pensarlas desde la historia y la esencia de la metafísica occidental. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por qué citamos esta nota precisamente ahora, se verá apenas hayamos aclarado nuevamente la marcha de nuestro preguntar. Se trata, frente a lo que Nietzsche deja ver como historia de la metafísica, de lanzar una mirada más originaria hacia ella. Con este propósito tenía que aclararse mejor, en primer lugar, la exposición y la concepción nietzscheana de la metafísica Es una concepción «moral». «Moral» quiere decir aquí: sistema de las estimaciones de valor. Toda interpretación del mundo, ya sea ingenua o llevada a cabo por medio del cálculo, es una posición de valores y con ello un formar y configurar el mundo a imagen del hombre. Sobre todo la posición de valores que se toma en serio el conocimiento del origen humano de los valores y lleva a su acabamiento el nihilismo tiene que comprender y querer expresamente al hombre como legislador. Tiene que buscar lo verdadero y real en la incondicionada humanización de todo ente. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ya la primera manifestación de conjunto que hace Nietzsche sobre su doctrina de la voluntad de poder en la obra Más allá del bien y del mal (1886) muestra el papel de medida de la autoexperiencia humana así cono la preeminencia del darse a sí del hombre en toda interpretación del mundo: «En el supuesto de que no hay ninguna otra cosa "dada" como real más que nuestro mundo de los apetitos y las pasiones, que no podemos ni ascender ni descender a ninguna otra "realidad" más que precisamente a la realidad de nuestras pulsiones - ya que el pensar sólo es la relación de estas pulsiones entre sí-: ¿no está permitido entonces hacer la prueba y plantear la pregunta de si esto "dado" no basta para comprender a partir de cosas similares también el llamado mundo mecánico (o "material")?» (VII, n. 36). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pasa a un primer plano la pregunta por el «método», es decir la pregunta por el «camino a tomar», la pregunta acerca de cómo conquistar y fundamentar una seguridad fijada por el hombre mismo. No hay que comprender aquí «método» en sentido «metodológico», como modo de exploración e investigación, sino en sentido metafísico como camino hacia una determinación esencial de la verdad que sea fundamentable exclusivamente por medio de las facultades del hombre. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Sin embargo, aún no hemos medido totalmente el contenido y el alcance de la determinación «cogito ist cogito me cogitare». Todo querer y toda toma de posición, todos los «afectos», los «sentimientos» y las «sensaciones» están referidos a algo querido, sentido, percibido. Aquello a lo que están referidos está así representado y remitido [vor-und zugestellt] en el sentido más amplio de estos términos. Por ello, todos los modos de comportamiento citados, no sólo el conocer y el pensar, están determinados en su esencia por el re-presentar que remite. Todos los modos de comportamiento tienen su ser en un re-presentar de ese tipo, son un representar de ese tipo, son representaciones, cogitationes. Los modos de comportamiento del hombre son experimentados, en su ejercicio y por su intermedio, como modos propios, como aquello en lo que él mismo se comporta en cada caso de tal o cual manera. Sólo ahora estamos en condiciones de comprender la concisa respuesta que da Descartes (Principia philosophiae, I, 9) a la pregunta: quid sit cogitatio? Dice así: «Cogitationis nomine, intelligo illa omnia, quae nobis consciis in nobis fiunt, quatenus eorum in nobis conscientia est. Atque ita non modo intelligere, velle, imaginari, sed etiam sentire, ídem est sis quod cogitareHeideggeriana: NiilismoEuropeu

En la interpretación corriente en Occidente del hombre como animal rationale, se experimenta en primer lugar en el ámbito de los animalia, zÓa, de los seres vivientes. Al ente que así aparece se le atribuye entonces, como distinción y carácter diferencial de su animalidad respecto de la de los meros animales, la ratio, el logos. En el logos está ciertamente la referencia al ente, tal como lo vemos por la conexión entre logos y kategoria. Esta referencia, sin embargo, no se hace valer como tal. Por el contrario, el logos es comprendido como una facultad que permite al ser viviente «hombre» conocimientos superiores y más amplios, mientras que los animales no pasan de ser seres vivientes «irracionales», - loga. Que, y cómo, la esencia de la verdad y del ser y la referencia a éste determinan la esencia del hombre, de manera tal que ni la animalidad ni la racionalidad, ni el cuerpo, ni el alma, ni el espíritu, ni todos ellos juntos alcanzan para comprender de modo inicial la esencia del hombre, es algo de lo que la metafísica nada sabe ni puede saber. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Para Nietzsche, la subjetividad también es incondicionada, pero en otro sentido, de acuerdo con la esencia de la verdad determinada de otro modo. Aquí la verdad misma es en esencia error, con lo que pierde validez la distinción entre verdad y no verdad. La distinción queda entregada a la sentencia soberana de la voluntad de poder, que dispone de manera incondicionada de los respectivos papeles de las respectivas perspectivas según las necesidades de poder del caso. Puesto que la disposición sobre lo verdadero y lo no verdadero, la sentencia sobre el respectivo papel de la respectiva apariencia y error, así como la producción de apariencia para la conservación y el acrecentamiento de poder están únicamente a cargo de la voluntad de poder, la esencia de la verdad adecuada al poder es, para Nietzsche, la «justicia». Sin embargo, para comprender el sentido nietzscheano de esta palabra «justicia» tenemos que dejar de lado inmediatamente todas las representaciones sobre la «justicia» que provengan de la moral cristiana, humanista, iluminista, burguesa y socialista. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Para comprender la filosofía de Nietzsche como metafísica y delimitar su lugar en la historia de la metafísica, no basta con explicar historiográficamente como «metafísicos» algunos de sus conceptos fundamentales. Debemos comprender la filosofía de Nietzsche como metafísica de la subjetividad. También respecto de este título, «metafísica de la subjetividad», vale lo que se dijo sobre la expresión «metafísica de la voluntad de poder». El genitivo tiene el doble sentido de genitivus subiectivus y genitivus obiectivus, expresiones en las que las denominaciones subiectivus y obiectivus tienen y adquieren un significado fuerte y estricto. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero una mirada a la metafísica y a su historia nos hará rectificar enseguida. La distinción de ente y ser se revela como ese Mismo desde el que surge toda metafísica del que sin embargo al surgir inmediatamente se escapa, ese Mismo que ella deja detrás de sí y fuera de su ámbito, como aquello que ya no piensa explícitamente y que ya no necesita pensar. La distinción de ente y ser posibilita todo nombrar, todo experimentar y todo comprender del ente en cuanto tal. El ente se dice en griego to on; el interpelar del ente en cuanto ente y, a continuación, el comprender del ente acontece en el logos. Por ello, la esencia de la metafísica, que lleva expresamente el ente en cuanto tal a la palabra y al concepto, puede redefinirse con el nombre de «onto-logia». Aunque formado con palabras griegas, el nombre no proviene de la época del pensamiento griego sino que fue acuñado en la época moderna y es empleado ya, por ejemplo, por el erudito alemán Clauberg (que era discípulo de Descartes y profesor en Herborn). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A este nombre de «ontología» se unen, según la respectiva posición metafísica fundamental y su conformación en el marco de las escuelas, diferentes opiniones sobre el conocimiento del ente y del ser. «Ontología» se ha convertido hoy otra vez en un nombre de moda; pero su tiempo ya parece haber pasado de nuevo. Por ello, es lícito recordar su uso más simple, vuelto hacia el significado de las palabras griegas; ontología: el interpelar y comprender el ser del ente. Con este nombre no designamos una disciplina especial de la metafísica, ni tampoco una «corriente» del pensamiento filosófico. Tomamos este título con tal amplitud que indica simplemente un acaecimiento, el acaecimiento de que el ente es interpelado en cuanto tal, es decir, en su ser. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Todas estas indicaciones son sólo paráfrasis de un único hecho básico, de que la distinción de entidad y ente forma el auténtico armazón de la metafísica. La caracterización del ser como a priori le da a esta distinción una impronta peculiar. Por eso, en las diferentes concepciones de la aprioridad que se alcanzan en cada una de las posiciones metafísicas fundamentales en conformidad con la interpretación del ser, es decir, al mismo tiempo, de las ideas, se halla también un hilo conductor para delimitar de manera más precisa el papel que desempeña en cada caso la distinción de ser y ente, sin que ella misma llegue nunca a ser pensada propiamente como tal. Pero para comprender las concepciones de la aprioridad del ser, especialmente en la metafísica moderna y, en conexión con ella, el origen del pensamiento del valor, es aún necesario pensar a fondo más decididamente en otro respecto la doctrina de Platón de la idea como carácter esencial del ser. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero, bien pensado, ¿son éstas contraposiciones en la esencia del ser mismo? ¿No son contraposiciones sólo del modo en el cual nosotros nos comportamos respecto del ser, en el representar y el comprender, en el usar y el confiarnos-a-él, en el retener (olvidar) y el decir? Incluso si fueran sólo contraposiciones de nuestra relación con el ser habríamos alcanzado, sin embargo, lo que buscamos: la determinación de nuestra relación con el ser (no sólo con el ente). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El filósofo no cree. Cuando el filósofo plantea la cuestión del tiempo, entonces está dispuesto a comprender el tiempo a partir del tiempo, concretamente a partir del aei, concepto que se presenta como eternidad, pero que en el fondo constituye un mero derivado de la esfera temporal. Heideggeriana: BZ

Hagamos ante todo una referencia provisional al tiempo que encontramos en la vida cotidiana, al tiempo de la naturaleza y al tiempo del mundo. El interés por la cuestión de qué es el tiempo se ha despertado nuevamente en la actualidad por el desarrollo de la investigación física, concretamente en su reflexión sobre los principios fundamentales acerca de lo que ella tiene que comprender y definir a este respecto: la medición de la naturaleza en el marco de un sistema de relaciones espacio-temporales. El estado actual de esta investigación está recogido en la teoría de la relatividad de Einstein. Veamos entonces algunas proposiciones de la misma: el espacio no es nada en sí mismo; no existe ningún espacio absoluto. Sólo existe a través de los cuerpos y de las energías contenidos en él. Coincidiendo con una antigua afirmación aristotélica, tampoco el tiempo es nada en sí. Sólo existe como consecuencia de los acontecimientos que tienen lugar en el mismo. No hay un tiempo absoluto, ni una simultaneidad absoluta. Más allá de lo destructivo de esta teoría, fácilmente pasa desapercibido el aspecto positivo que demuestra la equivalencia de aquellas ecuaciones que describen los procesos naturales en cualquiera transformaciones. Heideggeriana: BZ

El filósofo no cree. Si el filósofo pregunta por el tiempo, entonces está resuelto a comprender el tiempo a partir del tiempo, o bien a partir del aei, que tiene aspecto de eternidad, pero que se devela como un mero derivado del ser-temporal. Heideggeriana: BZ

10. El ser-con como relación existentiva propia sólo es posible en tanto que cada co-existente puede ser y es propiamente él mismo, en cada caso. Pero esta libertad del estar-uno-con-otro presupone en general la posibilidad de la autodeterminación de un ente del carácter del Dasein, y resulta problemático cómo puede existir el Dasein en cuanto esencialmente libre en la libertad del ser-uno-con-otro fácticamente vinculado. En la medida en que el ser-con es una determinación metafísica fundamental de la dispersión, muéstrase aquí que ésta se funda en última instancia en la libertad del Dasein: la esencia metafísica fundamental del Dasein metafísicamente aislado tiene su centro en la libertad. Pero ¿cómo ha de aprehenderse metafísicamente el concepto de la libertad? Este parece demasiado vacío y demasiado simple. ¡No obstante, la inexplicabilidad óntica no excluye el comprender ontológico-metafísico! Libertad es el título para problemas centrales (in-dependencia, vinculación, regulación, medida), algunos de los cuales serán tocados a propósito de la elucidación del concepto de mundo (§ 11c). Heideggeriana: TranscendenciaST

A menudo dijimos ya que ser es comprendido de antemano en todo aprehender de ente, la previa comprensión de ser da, por así decir, luz a todo aprehender de ente. "Ya de antemano", "previo" — ¿no es acaso eso anterior? ¡Por cierto! Pero también dijimos que lo anterior no concierne al orden del aprehender — y ahora hablamos de la previa comprensión de ser, de un comprender de antemano; el proteron de la ousia, de la idea, no es, empero, un proteron gnosei. Pero cabe observar que gnosis, bien entendida, significa aquí siempre conocimiento del ente, y el rechazo de este proteron quiere decir solamente, en sentido negativo, que ser no es el ente, y su ser-aprehendido no reside en el orden del aprehender del ente. Así, al fin, el ser es perfectamente anterior por respecto al ser-aprehendido en un sentido amplio, ante toda aprehensión del ente. Y al fin el ser se da de un modo que es totalmente diferente a la aprehensión del ente. El ser se da (gibt sich) "en sí" en un sentido originario — es proteron physei y pros emas; sólo que, bien entendido, no como algo óntico entre otros. El ser es el único "en sí" y el genuino ["en sí"]—de ahí la originariedad de la comprensión de ser, es decir (como habrá de mostrarse) la libertad. Heideggeriana: TranscendenciaST

Según Platón (Fedro 249 b 5 . c 6), un viviente que jamás ha visto la verdad no puede nunca percibir la figura de un hombre. Pues el hombre, en correspondencia con su modo de ser tiene que comprender y saber, de modo que, con tal ocasión, interpele lo conocido por él en referencia a su ser (kat eidos legein). El hombre sólo puede tener la verdad sobre algo en tanto que comprende al ente en su ser. La comprensión del ser es una rememoración de aquello que nuestra alma ya vio antes; antes, ciertamente, cuando ella todavía deambulaba junto a Dios y veía por encima de aquello que ahora denominamos el ente. Platón ve en el fenómeno de la rememoración una referencia de la comprensión de ser al tiempo, pero sólo puede esclarecérsela por medio de un mito. Heideggeriana: TranscendenciaST

En lugar de contentarnos con la tosca constatación de un antropomorfismo habría que preguntar: ¿qué estructuras del propio Dasein tienen que ser relevantes para la interpretación del ser de la substancia? ¿Cómo se modifican estas estructuras a fin de que sean apropiadas para comprender monadológicamente todo ente y todos los grados del ser? Heideggeriana: CursoMarburgo

El dejar ser a lo ente, que predispone un ánimo, penetra y precede a todo comportarse que se mantiene siempre abierto y se mueve en él. El comportarse del hombre está completamente predispuesto en su ánimo por el carácter abierto de lo ente en su totalidad. Pero esta «totalidad» aparece dentro del horizonte del cálculo y el afán cotidiano como lo incalculable e inaprehensible. Nunca se puede comprender a partir de eso ente que se manifiesta en cada caso, independientemente de si éste forma parte de la naturaleza o de la historia. Por mucho que la totalidad determine a todo permanentemente, siempre sigue siendo lo indeterminado e indeterminable, y por eso también suele coincidir casi siempre con lo que es más habitual y más impensado. Sin embargo eso que predispone el ánimo no es que sea nada, sino que es un encubrimiento de lo ente en su totalidad. El dejar ser oculta a lo ente en su totalidad en la misma medida en la que, en el comportarse singular, siempre le deja ser a lo ente respecto al que se comporta y de ese modo lo desoculta. El dejar ser es en sí mismo y al mismo tiempo un ocultar o encubrir. En la libertad ex-sistente del Dasein acontece el encubrimiento de lo ente en su totalidad, es el ocultamiento. Heideggeriana: EssenciaVerdade

Pero, ¿cómo debemos comprender la esencia interna de la universidad? Sobre esto ha de darnos noticias la historia de la Universidad Alemana; puesto que esa historia es la historia del espíritu alemán. Y la historia del espíritu alemán es el destino del pueblo alemán. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Nuestra exposición ha de limitarse naturalmente a los rasgos básicos. La descripción de los datos singulares y de las circunstancias más cercanas, todo lo "anecdótico" ha de ser dejado de lado. Pero, hasta, si el tiempo lo permitiera, el adentrarse en esto, no nos sería lícito hacerlo; pues lo que nos atañe aquí, es comprender lo esencial. Sólo habiendo comprendido esto, tendríamos recién la vista adecuada para lo así llamados hechos. Por otro lado, ha de destacarse también lo siguiente: Si probamos comprender lo esencial del acontecer actual, entonces ello no puede significar que nosotros lo expliquemos, es decir, que lo derivemos mediante el entendimiento desde causas. La historia, y con mayor razón la historia decisiva, no puede ser explicada jamás. Seguirá siendo un misterio. Y el misterio sólo lo capturaremos como uno tal, en la medida que - cooperando y colaborando con él - nos decidamos a favor o en contra de él. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Tan poco como alguien puede decir o puede siquiera preguntar, en qué consiste, por ejemplo, una elipse, sin conocer los principios básicos del espacio y el espacio, en general; así menos hemos de poder preguntar tampoco, con algo de sentido: quiénes somos nosotros, sin saber, de antemano, en qué sentido tenemos que interpretar y comprender, en principio, nuestro ser. Heideggeriana: FilosofiaAlema

¿Qué más fácil que pensar que el hombre transfiere su modo de captar las cosas en oraciones a la estructura de la propia cosa? Esta opinión aparentemente crítica, pero sin embargo demasiado precipitada, debería hacernos comprender de todos modos cómo es posible esa traslación de la estructura de la oración a la cosa sin que la cosa se haya hecho ya visible previamente. No se ha decidido todavía qué es lo primero y determinante, si la estructura de la oración o la de la cosa. Incluso es dudoso que se pueda llegar a resolver esta cuestión bajo este planteamiento. Heideggeriana: OOA1935

Cuando aquí y en otros lugares entendemos la verdad como desocultamiento, no nos estamos limitando a refugiarnos en una traducción más literal de una palabra griega. Estamos indagando qué elemento no conocido y no pensado puede subyacer a esa esencia de la verdad, en el sentido de corrección, que nos resulta familiar y por lo tanto está desgastada. En algunos momentos consentimos en confesar que, desde luego, a fin de demostrar y comprender lo correcto (la verdad) de un enunciado, no nos queda otro remedio que apelar a algo que ya es evidente. Este presupuesto es, en efecto, inexcusable. Mientras hablemos y opinemos así, seguiremos entendiendo la verdad únicamente como una corrección que, ciertamente, precisa de un presupuesto que nosotros mismos imponemos sólo Dios sabe cómo y por qué razón. Heideggeriana: OOA1935

Pero entonces, ¿qué hilo conductor podremos seguir para pensar la esencia del crear si no es el del oficio manual? ¿Cómo pensarla si no es contemplando aquello que hay que crear, la obra? A pesar de que la obra sólo se torna efectivamente real en el proceso de creación y por lo mismo depende de dicho proceso en su realidad efectiva, la esencia del crear está determinada por la esencia de la obra. Aunque el ser-creación de la obra tenga una relación con el crear, tanto el ser-creación como el crear deben determinarse a partir del ser-obra de la obra. Ahora ya no nos asombraremos por haber tratado primero durante tanto tiempo únicamente de la obra sin detenernos a analizar el ser-creación hasta el último momento. Si el ser-creación forma parte de la obra de manera tan esencial como resuena en la propia palabra obra, tendremos que procurar comprender más esencialmente lo que se ha podido determinar hasta ahora como ser-obra de la obra. Heideggeriana: OOA1935

Teniendo en cuenta la delimitación recién alcanzada de la esencia de la obra, según la cual en la obra está en obra el acontecimiento de la verdad, podemos caracterizar el crear como ese dejar que algo emerja convirtiéndose en algo traído delante, producido. El llegar a ser obra de la obra es una manera de devenir y acontecer de la verdad. En la esencia de la verdad reside todo. Pero ¿qué es la verdad para tener que acontecer en algo creado? ¿Hasta qué punto tiene la verdad una tendencia hacia la obra en el fondo de su esencia? ¿Se puede comprender esto a partir de la esencia de la verdad tal como ha sido aclarada hasta ahora? Heideggeriana: OOA1935

Siendo esto así, ¿estaba de más intentar resolver la pregunta por el carácter de cosa de la cosa? En absoluto. Es verdad que el carácter de obra no puede determinarse a partir del carácter de cosa, pero a partir del saber sobre el carácter de obra de la obra puede introducirse por buen camino la pregunta por el carácter de cosa de la cosa. Esto no es poco si recordamos cómo desde la Antigüedad el habitual modo de pensar ha atropellado el carácter de cosa de la cosa y le ha dado la supremacía a una interpretación de lo ente en su totalidad que es incapaz de comprender la esencia del utensilio y de la obra y que además nos ha cegado para la visión de la esencia originaria de la verdad. Heideggeriana: OOA1935

Para ver esto sólo es necesario comprender correctamente el concepto de lenguaje. Según la representación habitual, el lenguaje pasa por ser una especie de comunicación. Sirve para conversar y ponerse de acuerdo y, en general, para el entendimiento. Pero el lenguaje no es sólo ni en primer lugar una expresión verbal y escrita de lo que ha de ser comunicado. El lenguaje no se limita a conducir hacia adelante en palabras y frases lo revelado y lo oculto, eso que se ha querido decir: el lenguaje es el primero que consigue llevar a lo abierto a lo ente en tanto que ente. En donde no está presente ningún lenguaje, por ejemplo en el ser de la piedra, la planta o el animal, tampoco existe ninguna apertura de lo ente y, por consiguiente, ninguna apertura de lo no ente y de lo vacío. Heideggeriana: OOA1935

Por lo tanto, la «fijación» de la verdad, pensada convenientemente, no puede de ninguna manera entrar en oposición con el «dejar acontecer». En efecto, por un lado este «dejar» no es ningún tipo de pasividad, sino el quehacer supremo (vid. «Vorträge und Aufsätze», 1954, p. 49) en el sentido de la thesis, un « efectuar» y un «querer» que en el presente ensayo, véase la página 58, es caracterizado como el «sumirse extático del hombre existente en el desocultamiento del ser». Por otro lado, este «acontecer» del dejar acontecer de la verdad, es el movimiento que reina en el claro y el encubrimiento, y más exactamente en su unidad, concretamente es el movimiento del claro del autoencubrimiento como tal, del que procede a su vez todo lo que se ilumina. Este «movimiento» exige incluso una fijación en el sentido del traer delante, un traer que hay que comprender en el sentido explicado en la página 53 en la medida en que el traer delante creador «es más bien un recibir y tomar dentro de la relación con el desocultamiento». Heideggeriana: OOA1935

vueltas, círculos y cercos, que se toman voluntariamente como "último", subordinados, oscuros en su procedencia, permaneciendo incuestionados (cf. p. e. la vuelta en la estructura de las preguntas conductoras; el círculo del comprender). Heideggeriana: EreignisDeus

La ciencia se convierte en investigación gracias al proyecto y al aseguramiento del mismo en el rigor del proceder anticipador. Pero proyecto y rigor sólo se despliegan y convierten en lo que son en el método. Éste determina el segundo carácter esencial para la investigación. A fin de que el sector proyectado se torne objetivo hay que empujarlo a salir al encuentro en toda la multiplicidad de sus niveles e imbricaciones. Por eso, el proceder anticipador debe tener la vista libre para la variabilidad de lo que se encuentra. La plenitud de lo particular y de los hechos sólo se muestra en el horizonte de la constante renovación de la transformación. Pero los hechos deben tornarse objetivos, por eso el proceder anticipador debe representar lo variable en su transformación, conseguir fijarlo, dejando al mismo tiempo que el movimiento sea un movimiento. La fijación de los hechos y la constancia de su variación como tal, es la regla. Lo constante de la transformación en la necesidad de su transcurso, es la ley. Sólo en el horizonte de regla y ley adquieren claridad los hechos como los hechos que son. La investigación de hechos en el ámbito de la naturaleza es, en sí, exposición y preservación de reglas y leyes. El método por el que un sector de objetos llega a la presentación tiene el carácter de una clarificación a partir de lo claro, de una aclaración. Esta aclaración tiene siempre dos lados. Fundamenta algo desconocido por medio de algo conocido y, al mismo tiempo, garantiza eso conocido por medio de eso desconocido. La aclaración se lleva a cabo en la exploración o examen. En las ciencias de la naturaleza esto tiene lugar, según el tipo de campo de examen y la intención de la aclaración, por medio del experimento. Pero no es que las ciencias de la naturaleza se conviertan en investigación gracias al experimento, sino que es precisamente el experimento aquel que sólo es posible, única y exclusivamente, en donde el conocimiento de la naturaleza se ha convertido en investigación. La física moderna puede ser experimental gracias a que es esencialmente una física matemática. Como ni la doctrina medieval ni la episteme griega son ciencia en el sentido de la investigación, no hay experimento en ellas. Es verdad que fue Aristóteles el primero que comprendió lo que significa empeiria (experiencia), esto es, la observación de las cosas en sí mismas y de sus propiedades y transformaciones bajo condiciones cambiantes y, por tanto, el conocimiento del modo en que las cosas suelen comportarse por regla general. Pero una observación que tiene como meta semejante conocimiento, el experimentum, es esencialmente distinta de lo que distingue a la ciencia en cuanto investigación, esto es, del experimento de la investigación, y ello incluso cuando las observaciones de la Antigüedad o la Edad Media utilizaban números y medidas, incluso cuando la observación se ayuda de determinados dispositivos e instrumentos, porque sigue faltando por completo lo auténticamente decisivo del experimento. El experimento comienza poniendo como base una ley. Disponer un experimento significa representar una condición según la cual un determinado conjunto de movimientos puede ser seguido en la necesidad de su transcurso o, lo que es lo mismo, puede tornarse apto a ser dominable por medio del cálculo. Pero la disposición de la ley se lleva a cabo desde la perspectiva que se dirige al rasgo fundamental del sector de objetos. Éste es el que ofrece la medida y vincula a la condición el representar anticipador. Esta representación en la que y por la que se inicia el experimento no es una imaginación arbitraría. Por eso decía Newton: hypotheses non fingo, las hipótesis no se piensan de modo arbitrario. Se desarrollan a partir del rasgo fundamental de la naturaleza y están inscritas en él. El experimento es ese procedimiento llevado y dirigido en su disposición y ejecución por la ley que se establece como hipótesis a fin de producir los hechos que confirman o niegan la ley. Cuanto más exactamente se haya proyectado el rasgo fundamental de la naturaleza, tanto más exacta será la posibilidad del experimento. Por eso es completamente imposible que el escolástico medieval Roger Bacon, que tan a menudo se invoca, sea el precursor del moderno investigador experimental, limitándose a ser el sucesor de Aristóteles. En efecto, mientras tanto y debido al cristianismo, la auténtica posesión de la verdad ha sido trasladada a la fe, a la consideración de las Escrituras y de la doctrina de la Iglesia como verdaderas. El supremo conocimiento y doctrina es la teología, en tanto que interpretación de las divinas palabras de la Revelación plasmada en las Escrituras y proclamada por la Iglesia. Aquí, conocer no es investigar, sino comprender correctamente la palabra que establece la norma y la palabra de las autoridades que la proclaman. Es por este motivo por lo que, durante la Edad Media, en la adquisición de conocimiento adquiere la supremacía la explicación de las palabras y las opiniones doctrínales de las distintas autoridades. El componere scripta et sermones, el argumentum ex verbo, es decisivo y al mismo tiempo es el motivo por el que la filosofía platónica y aristotélica tuvo que convertirse en dialéctica escolástica. Si luego Roger Bacon exige el experimentum - y realmente lo exige -, no se está refiriendo al experimento de la ciencia en tanto que investigación, sino que lo que exige es en lugar del argumentum ex verbo el argumentum ex re, esto es, en lugar del debate sobre las opiniones doctrinales, la observación de las cosas mismas, la empeiria aristotélica. Heideggeriana: EIM

(1) Esta meditación no es ni necesaria para todos ni realizable o tan siquiera soportable por todos. Por el contrario, la falta de meditación forma buena parte de las distintas etapas de la realización y la empresa. Sin embargo, el cuestionamiento de la meditación nunca cae en la ausencia de fundamento y la incuestionabilidad, porque pregunta previamente por el ser. Para la meditación, el ser es siempre lo más digno de ser cuestionado. En él, la meditación encuentra la mayor resistencia externa, lo que le impele a ajustar cuentas con eso ente que se ha deslizado en la luz de su ser. La meditación sobre la esencia de la Edad Moderna sitúa al pensamiento y la decisión en el campo de influencia de las fuerzas esenciales propias de esta Edad. Dichas fuerzas actúan tal como actúan, sin dejarse afectar por las valoraciones cotidianas. Frente a ellas, sólo queda la disponibilidad para la resolución o la huida a la ahistoricidad. Pero para eso no basta con asentir a la técnica o plantear absolutamente la «movilización total» - cuando ha sido reconocida como existente - a partir de una posición incomparablemente más esencial. De lo que se trata en primer lugar y siempre es de comprender la esencia de la era a partir de la verdad del ser que reina en ella, porque sólo así se experimenta al mismo tiempo aquello que es más digno de ser cuestionado y que soporta y vincula desde el fundamento a un crear en dirección al porvenir, dejando atrás a lo que está ahí para que la transformación del hombre se convierta en una necesidad surgida del propio ser. Ninguna época se deja relegar por el poder de una negación. La negación sólo elimina al negador. Pero para poder seguir en el futuro afirmándose en su esencia, la Edad Moderna exige, gracias a su esencia, un alcance y una originariedad de la meditación para las que tal vez estemos preparando ya algo los que vivimos, pero que no podemos llegar a dominar todavía. Heideggeriana: EIM

Para la interpretación moderna de lo ente, la noción de valor es tan esencial como la de sistema. Únicamente donde lo ente se ha convertido en objeto del re-presentar se puede decir de algún modo que lo ente pierde su ser. Esta pérdida se percibe de una manera tan poco clara y vaga que rápidamente se ve colmada de nuevo y de tal modo que al objeto y a lo ente interpretado como tal se les asigna un valor y, en general, se mide lo ente por valores y los propios valores se convierten en la meta de toda actividad. Dado que la actividad se comprende como cultura, los valores se convierten en valores culturales y, a su vez, éstos se convierten en la expresión de las supremas metas del crear al servicio de un asegurarse el hombre como subjectum. De ahí ya sólo falta un paso para convertir a los propios valores en objetos. El valor es la objetivación de las metas de las necesidades del instalarse representador en el mundo como imagen. El valor parece expresar que es precisamente en la posición de relación con él donde se lleva a cabo lo más valioso y, sin embargo, el valor es Justamente el impotente y deshilachado disfraz de una objetividad de lo ente que ha perdido toda relevancia y trasfondo. Nadie muere por meros valores. A la hora de entender el siglo XIX resulta muy esclarecedora la particular posición intermedia mantenida por Hermann Lotze, el cual reinterpretó las ideas de Platón como valores y, al mismo tiempo, emprendió bajo el título «Microcosmos» el «Ensayo de una Antropología» (1856), una antropología que bebe todavía del espíritu del Idealismo alemán contribuyendo a alimentar su nobleza y la simplicidad de su modo de pensar, pero que al mismo tiempo se abre al positivismo. Como el pensamiento de Nietzsche permanece preso de la idea de valor, no le queda más remedio que explicar lo más esencial del mismo de una manera regresiva en tanto que inversión de todos los valores. Sólo cuando se consigue comprender el pensamiento de Nietzsche con independencia de la noción de valor, llegamos al punto desde el que la obra del último pensador de la metafísica se convierte en una tarea del preguntar y la hostilidad de Nietzsche contra Wagner se comprende como una necesidad de nuestra historia. Heideggeriana: EIM

Hasta tanto no se vea uno mismo obligado a una confrontación pensante con Nietzsche, acompañar de manera reflexiva su curso de pensamientos sólo puede tener por finalidad acercarse con el saber a lo que «acontece» [geschieht] en la historia [Geschichte] de la época moderna. Lo que acontece quiere decir: lo que sostiene y constriñe a la historia, lo que desencadena los hechos contingentes y proporciona de antemano el espacio libre para las resoluciones, lo que dentro del ente representado objetivamente y en situaciones es, en el fondo, aquello que es. Lo que acontece no lo experimentamos nunca con comprobaciones historiográficas de lo que «pasa». Como bien lo da a entender esta expresión, lo que «pasa» es aquello que desfila delante de nosotros en el primer plano y en el fondo del escenario público conformado por los sucesos y las opiniones que surgen sobre ellos. Lo que acontece no puede jamás llegar a conocerse historiográficamente. Sólo es posible saberlo de modo pensante al comprender lo que ha sido elevado al pensamiento y la palabra por aquella metafísica que ha predeterminado la época. Lo que suele llamarse la «filosofía» de Nietzsche y compararse con las filosofías anteriores, carece de importancia. Ineludible es, en cambio, lo que en el pensamiento nietzscheano de la voluntad de poder ha llegado a la palabra como fundamento histórico de lo que acontece bajo la figura de la modernidad en la historia occidental. Heideggeriana: VontadePoder

Por lo tanto, preguntamos con Nietzsche: ¿Qué es el conocimiento? ¿Qué es la ciencia? Con la respuesta - es voluntad de poder - sabremos inmediata y simultáneamente qué quiere decir voluntad de poder. Podemos plantear la misma pregunta respecto del arte, respecto de la naturaleza. Más aún, tenemos que plantearla si planteamos la pregunta por la esencia del conocimiento. Por qué y de qué modo existe precisamente para el pensar de Nietzsche una conexión destacada entre la esencia del conocimiento, el arte y la «naturaleza», es algo que en un primer momento no estamos en condiciones de comprender. Heideggeriana: VontadePoder

El entendimiento común, sin embargo, ve en este tipo de refutaciones un procedimiento muy efectivo. Se lo llama también «golpear al enemigo con su propia arma». Pero se pasa por alto que con tal proceder no se le ha quitado al enemigo el arma ni es posible quitársela, porque se ha renunciado a aprehenderla, es decir a comprender primero lo que la frase quiere decir. Pero puesto que siempre vuelven a ponerse en marcha estos artificios cuando se trata de proposiciones y pensamientos fundamentales de los pensadores, era necesario intercalar esta observación acerca de la refutación. De ella deducimos, asimismo, cuatro puntos que resulta importante saber para llevar a cabo de modo auténtico cualquier meditación esencial. Heideggeriana: VontadePoder

Cuando Nietzsche dice que la verdad es «ilusión», su sentencia significa lo mismo que dice Heráclito, y sin embargo no significa lo mismo. Significa lo mismo en la medida en que la sentencia de Nietzsche, tal como se mostrará, aún supone la interpretación inicial del ente en su totalidad como physis; no significa lo mismo en la medida en que entretanto, sobre todo a través del pensamiento moderno, la inicial interpretación griega del ente se ha transformado esencialmente, manteniéndose sin embargo en esta transformación. No debemos interpretar a Heráclito con el auxilio del pensamiento fundamental de Nietzsche ni comprender la metafísica de Nietzsche simplemente desde Heráclito y declararla «heraclítea»; por el contrario, sólo si vemos, o mejor, si atravesamos el abismo que se abre entre los dos como historia del pensar occidental se revelará su oculta copertenencia histórica. Sólo entonces podremos sopesar en qué sentido ambos pensadores, uno en el inicio, otro en el final de la metafísica occidental, tenían que pensar «lo mismo». Heideggeriana: VontadePoder

¿Verdad: «ilusión», verdad: «una especie de error»? Nuevamente e

Submitted on 26.02.2007 17:18
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