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lo abierto

Definition:
erschliessen

En el temple de ánimo, el Dasein ya está siempre afectivamente abierto como aquel ente al que la existencia [Dasein] le ha sido confiada en su ser, un ser que él tiene que ser existiendo. Abierto no quiere decir conocido como tal. Y justamente en la más indiferente y anodina cotidianidad el ser del Dasein puede irrumpir como el nudo factum de «que es y tiene que ser». Lo que se muestra es el puro «que es»; el de-dónde [Woher] y el adónde [Wohin] quedan en la oscuridad. Que con pareja cotidianidad el Dasein no «ceda» a tales estados de ánimo, es decir que no sea dócil a su abrir y que no se deje llevar ante LO ABIERTO, no es una prueba en contra del dato fenoménico de la aperturidad afectiva del ser del Ahí en su «que» [es], sino una confirmación del mismo. Por lo regular, el Dasein esquiva, de un modo óntico-existentivo, el ser que ha sido abierto en el estado de ánimo; desde un punto de vista ontológico-existencial esto significa: en eso mismo a lo que semejante estado de ánimo no se vuelve, se desvela el Dasein en su estar entregado al Ahí. En el mismo esquivar, está abierto el Ahí. STJR §29

Se desconocería completamente el fenómeno de lo que el estado de ánimo abre y cómo lo hace, si se quisiera poner bajo un mismo denominador con LO ABIERTO lo que el Dasein templado «a la vez» conoce, sabe o cree. Incluso cuando el Dasein en la fe está «seguro» de su «adónde [Wohin]» o cuando a la luz de la razón cree saber acerca de su de-dónde [Woher], nada de esto puede oponerse al dato fenoménico de que el estado de ánimo pone al Dasein ante el «que [es]» de su Ahí, que con inexorable enigmaticidad fija en él su mirada. Desde un punto de vista ontológico-existencial no hay el menor derecho para rebajar la «evidencia» de la disposición afectiva, midiéndola por la certeza apodíctica propia del conocimiento teorético de lo que simplemente está-ahí. Pero no menor es la falsificación de los fenómenos cuando éstos son desplazados al campo de lo irracional. El irracionalismo – como contrapartida del racionalismo – sólo habla como bizco de aquello de lo que éste habla como ciego. STJR §29

La disposición afectiva es un modo existencial fundamental como el Dasein es su Ahí. No sólo caracteriza ontológicamente al Dasein, sino que a la vez, en virtud de su carácter aperiente, tiene una importancia metodológica fundamental para la analítica existencial. Como toda interpretación ontológica en general, la analítica existencial sólo puede pedir cuenta, por así decirlo, acerca de su ser a un ente que ya antes ha sido abierto. Y deberá atenerse a las más destacadas y amplias posibilidades de apertura del Dasein para recibir de ellas la aclaración de este ente. La interpretación fenomenológica deberá entregar al Dasein mismo la posibilidad de la apertura originaria y dejarlo, en cierto modo, interpretarse a sí mismo. Ella se limita a acompañar esta apertura, con el fin de elevar existencialmente a concepto el contenido fenoménico de LO ABIERTO. STJR §29

El ocupado estar en medio de lo a la mano se da a comprender desde la significatividad abierta en la comprensión del mundo, la condición respectiva que puede tener lo que comparece. Que la circunspección descubre quiere decir que ella interpreta el mundo ya comprendido. Lo a la mano accede explícitamente a la visión comprensora. Todo preparar, ordenar, arreglar, mejorar, completar, se lleva a cabo en tanto que lo circunspectivamente a la mano es explicitado en su para-qué [Wozu] y se hace objeto de un ocuparse que se rige por lo que se ha hecho visible en esta explicitación. Lo que la circunspección explícita en su para-qué [Wozu], y precisamente en cuanto tal, lo explícitamente comprendido, tiene la estructura de algo en cuanto algo. A la pregunta circunspectiva acerca de lo que sea este determinado ente a la mano, la interpretación circunspectiva responde diciendo: es para… La indicación del para-qué [Wozu] no consiste simplemente en nombrar algo, sino que lo nombrado es comprendido en esta forma: lo que está en cuestión debe ser considerado como tal. Lo abierto en el comprender, lo comprendido, ya es accesible siempre de un modo tal que en él se puede destacar explícitamente su «en cuanto qué». El «en cuanto» expresa la estructura explicitante de lo comprendido; es lo constitutivo de la interpretación. El trato circunspectivo-interpretante con el ente a la mano del mundo circundante, que lo «ve» en cuanto mesa, puerta, coche o puente, no tiene necesidad de exponer también en un enunciado determinativo lo circunspectivamente interpretado. Toda simple visión antepredicativa de lo a la mano ya es en sí misma comprensora-interpretante. ¿Pero no es la carencia de este «en cuanto» lo que constituye la simplicidad de la pura percepción? El ver que tiene lugar en esta visión es siempre comprensor-interpretante. Encierra en sí los respectos remisionales explícitos (del para-qué [Wozu]) que son propios de la totalidad respeccional a partir de la cual queda comprendido lo simplemente compareciente. La articulación de lo comprendido en el acercamiento interpretante del ente en la forma de «algo en cuanto algo» es previa al enunciado temático acerca de él. No es en éste donde surge por vez primera el «en cuanto», sino que en él tan sólo se expresa; lo que no sería posible si no se encontrara allí como expresable. El que a la simple visión le pueda faltar el carácter explícito de un enunciado no autoriza a negarle a esta visión toda interpretación articuladora y, consiguientemente, la estructura del «en cuanto». La simple visión de las cosas inmediatas en el habérselas con ellas comporta de un modo tan originario la estructura de la interpretación que precisamente una aprehensión de algo, por así decirlo, libre de «en cuanto» demanda una cierta readaptación. El nada-más-que-tener-ante-sí una cosa se da en el puro quedarse mirando esa cosa en cuanto ya-no-comprenderla. Esta percepción carente de «en cuanto» es una privación del simple ver comprensor, no más originaria que éste, sino derivada de él. Que el «en cuanto» no esté expresado ónticamente no debe inducir a pasarlo por alto como estructura existencial a priori del comprender. STJR §32

Si la analítica existencial del Dasein necesita mantener una primordial claridad respecto de su función ontológico-fundamental, entonces deberá buscar, para la realización de su tarea preliminar, que consiste en sacar a luz el ser del Dasein, una de las más amplias y originarias posibilidades de apertura, implícita en el Dasein mismo. El modo de la apertura en la que el Dasein se lleva ante sí mismo debe ser tal que en ella se haga accesible en una forma, por así decirlo simplificada. Con LO ABIERTO en ella, la totalidad estructural del ser buscado deberá entonces salir a luz de un modo elemental. STJR §39

Como una disposición afectiva que satisface estas exigencias metodológicas, se pondrá a la base del análisis el fenómeno de la angustia. La elaboración de esta disposición afectiva fundamental y la caracterización ontológica de LO ABIERTO en ella en cuanto tal, arrancará del fenómeno de la caída y delimitará la angustia frente al fenómeno afín del miedo, analizado más arriba. La angustia, en cuanto posibilidad de ser del Dasein, junto con presentar al Dasein mismo en ella abierto, presenta también el fundamento fenoménico para la captación explícita de la totalidad originaria del ser del Dasein. Este ser se revelará como cuidado. La elaboración ontológica de este fenómeno existencial fundamental exige una delimitación frente a ciertos fenómenos que a primera vista podrían ser identificados con el cuidado. Tales fenómenos son la voluntad, el deseo, la inclinación y el impulso. El cuidado no puede ser derivado de ellos, puesto que ellos mismos están fundados en aquél. STJR §39

La caída del Dasein en el uno y en el «mundo» de la ocupación la hemos llamado una «huida» ante sí mismo. Pero no todo retroceder ante…, ni todo dar la espalda a… es necesariamente una huida. El retroceder por miedo ante LO ABIERTO por el miedo, ante lo amenazante, tiene el carácter de la huida. La interpretación del miedo como disposición afectiva hizo ver lo siguiente: el ante-qué del miedo es siempre un ente perjudicial intramundano que desde una cierta zona se acerca en la cercanía y que, no obstante, puede no alcanzarnos. En la caída el Dasein se da la espalda a sí mismo. El ante-qué de este retroceder debe tener, en general, el carácter del amenazar; pero eso ante lo que el Dasein retrocede es un ente de la misma índole del ente que retrocede: es el Dasein mismo. El ante-qué de este retroceder no puede concebirse como algo «temible», porque lo temible siempre comparece como ente intramundano. La única amenaza «temible», la amenaza descubierta en el miedo, proviene siempre de un ente intramundano. STJR §40

Aquello por lo que la angustia se angustia se revela como aquello ante lo que ella se angustia: el estar-en-el-mundo. La identidad del ante-qué y del por-qué de la angustia se extiende incluso al angustiarse mismo, porque éste, en cuanto disposición afectiva, es un modo fundamental del estar-en-el-mundo. La identidad existencial del abrir y LO ABIERTO, de tal manera que en este último queda abierto el mundo como mundo y el estar-en en tanto que poder-ser aislado, puro y arrojado, deja en claro que con el fenómeno de la angustia se ha hecho tema de interpretación una disposición afectiva eminente. Así la angustia aísla y abre al Dasein como un solus ipse. Pero este «solipsismo» existencial, lejos de instalar a una cosa-sujeto aislada en el inocuo vacío de un estar-ahí carente de mundo, lleva precisamente al Dasein, en un sentido extremo, ante su mundo como mundo, y, consiguientemente, ante sí mismo como estar-en-el-mundo. STJR §40

Si queremos captar ontológicamente la totalidad del todo estructural, deberemos preguntar en primer lugar: el fenómeno de la angustia y LO ABIERTO en ella ¿es capaz de dar, en forma fenoménicamente cooriginaria, el todo del Dasein de modo tal que la mirada que busca la totalidad pueda encontrar su cumplimiento en lo así dado? El conjunto de lo que allí se encuentra puede ser resumido en la siguiente enumeración formal: el angustiarse, en cuanto disposición afectiva, es una manera de estar-en-el-mundo; el ante-qué de la angustia es el estar-en-el-mundo en condición de arrojado; aquello por lo que la angustia se angustia es el poder-estar-en-el-mundo. Por consiguiente, el fenómeno de la angustia tomado en su totalidad muestra al Dasein como un estar-en-el-mundo fácticamente existente. Los caracteres ontológicos fundamentales de este ente son la existencialidad, la facticidad y el estar-caído [Verfallensein]. Estas determinaciones existenciales no son partes de un compositum al que pudiera alguna vez faltarle una de ellas, sino que conforman una trama originaria que constituye la totalidad del todo estructural que se busca. En la unidad de dichas determinaciones del ser del Dasein, este ser puede ser aprehendido en cuanto tal. ¿Cómo deberá caracterizarse esta unidad? STJR §41

4. A la constitución de ser del Dasein le pertenece la caída. Inmediata y regularmente el Dasein está perdido en su «mundo». El comprender en tanto que proyectarse hacia las posibilidades de ser, se ha emplazado allí. El absorberse en el uno significa el dominio del estado interpretativo público. Lo descubierto y LO ABIERTO lo está en el modo del disimulo y de la obstrucción que resultan de la habladuría, la curiosidad y la ambigüedad. El estar vuelto hacia el ente no ha desaparecido, pero está desarraigado. El ente no queda enteramente oculto, sino que está justamente descubierto, pero a la vez disimulado; se muestra – pero en el modo de la apariencia – . Parejamente, lo ya antes descubierto vuelve a hundirse en el disimulo y el ocultamiento. A fuer de esencialmente cadente, el Dasein está, por su misma constitución de ser, en la «no verdad». Este término, al igual que el de la «caída», se usa aquí en un sentido ontológico. Toda «valoración» óntica negativa debe ser excluida cuando se lo usa en este sentido analítico-existencial. A la facticidad del Dasein son inherentes la obstrucción y el encubrimiento. El sentido ontológico-existencial plenario de la proposición «el Dasein está en la verdad» implica cooriginariamente que «el Dasein está en la no-verdad». Pero tan sólo en la medida en que el Dasein está abierto, también está cerrado; y sólo en la medida en que con el Dasein ya está siempre descubierto el ente intramundano, semejante ente queda – en cuanto es algo que puede comparecer intramundanamente – encubierto (oculto) o disimulado. STJR §44

La posibilidad más propia, irrespectiva e insuperable es cierta. La manera de estar cierto de ella se determina en función de la verdad (aperturidad) que le es propia. Pero, el Dasein abre como posibilidad la posibilidad cierta de la muerte sólo en tanto que, adelantándose hacia ella, la hace posible para sí como el poder-ser más propio. La aperturidad de la posibilidad se funda en la posibilitación que se adelanta. El mantenerse en esta verdad, es decir, el estar cierto de LO ABIERTO, requiere precisamente el adelantarse. La certeza de la muerte no puede calcularse mediante la estadística de los casos de muerte registrables. Ella no se mueve de ninguna manera en el ámbito de una verdad relativa al ente que está-ahí, el cual comparece en su forma más pura cuando queda al descubierto para un dejar-comparecer puramente contemplativo del ente en sí mismo. Para que el Dasein pueda alcanzar la «objetividad» pura [Sachlichkeit], es decir, la indiferencia de la evidencia apodíctica, es necesario que previamente se haya perdido en las cosas [Sachverhalte] y esto puede constituir una tarea particular y una posibilidad del cuidado. Si el estar cierto de la muerte no tiene este carácter, ello no significa que sea de un grado inferior a aquella evidencia apodíctica, sino que quiere decir que no pertenece en absoluto al orden jerárquico de las evidencias acerca de lo que está-ahí. STJR §53

Con el fenómeno de la resolución hemos sido llevados ante la verdad originaria de la existencia. Al estar resuelto, el Dasein queda desvelado para él mismo en su cada vez fáctico poder-ser y, de esta manera, él es en sí mismo este desvelar y quedar desvelado. A la verdad le pertenece siempre su respectiva certeza. La apropiación explícita de LO ABIERTO o descubierto es el estar-cierto. La verdad originaria de la existencia exige un igualmente originario estar-cierto, en tanto que mantenerse en aquello que la resolución abre. Ella se da a sí misma la correspondiente situación fáctica y se pone en ella. La situación no se deja calcular previamente ni dar como algo que está-ahí esperando su captación. Sólo es abierta en un libre resolverse, primeramente indeterminado, pero abierto a la determinabilidad. ¿Qué significa entonces la certeza propia de esta resolución? Ella debe mantenerse en lo que ha sido abierto por el acto resolutorio. Pero esto quiere decir que ella justamente no debe obstinarse en la situación, sino que debe comprender que, por su propio sentido aperiente, el acto resolutorio tiene que mantenerse libre y abierto para la correspondiente posibilidad fáctica. La certeza del acto resolutorio significa: mantenerse libre para su posible y acaso fácticamente necesaria revocación. Semejante tener-por-verdadero de la resolución (como verdad de la existencia) no deja empero en modo alguno recaer en la irresolución. Al contrario: este tener-por-verdadero en cuanto es un resuelto mantenerse libre para la revocación, es el modo propio de estar-resuelto a la repetición de sí mismo. Pero, justamente con ello, la pérdida en la irresolución queda existentivamente socavada. El tener-por-verdadero de la resolución tiende, por su sentido mismo, a mantenerse permanentemente libre, es decir, libre para el poder-ser entero del Dasein. Esta constante certeza sólo le es garantizada a la resolución si ella se comporta en relación a la posibilidad respecto de la cual puede estar absolutamente cierta. En su muerte, el Dasein tiene que «revocarse» absolutamente. Estando constantemente cierta de esto, es decir, adelantándose, la resolución logra su propia y cabal certeza. STJR §62

Más arriba se ha caracterizado el existir propio e impropio en relación a los modos de temporización de la temporeidad que lo fundan. De acuerdo con eso, la irresolución de la existencia impropia se temporiza en el modo de una presentación que no está a la espera y que olvida. El irresoluto se comprende a sí mismo a partir de los sucesos y azares inmediatos que en esa presentación comparecen en variable afluencia. Perdiéndose a sí mismo en sus múltiples quehaceres, el irresoluto pierde en ellos su tiempo. De ahí procede ese decir que le es tan característico: «no tengo tiempo para nada». Y así como el que existe en forma impropia pierde constantemente el tiempo y nunca «tiene» tiempo, así también el carácter distintivo de la temporeidad de la existencia propia es que esta existencia, en su resolución, nunca pierde el tiempo, y que «siempre tiene tiempo». Porque la temporeidad de la resolución tiene, por lo que respecta a su presente, el carácter del instante. En el modo propio como el instante presenta la situación no es el presentar lo que toma la dirección, sino que la presentación está retenida en el futuro que está siendo sido. La existencia instantánea se temporiza como extensión íntegra en forma de destino, en el sentido de la estabilidad propia e histórica del sí-mismo. La existencia que es tempórea de esta manera tiene «en forma estable» su tiempo para lo que la situación exige de ella. Pero de este modo la resolución abre el Ahí tan sólo como situación. Por consiguiente, LO ABIERTO no puede comparecer nunca para el resuelto en tal forma que éste pudiera perder en ello su tiempo sin resolverse. STJR §79


Submitted on 23.08.2021 10:23
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