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eidos

Definition:
εἶδος: «aspecto», «forma»; «especie», «clase». [GA59, p. 109; NB, p. 35 (articulación de λόγος [logos], εἶδος, οὐσία [ousia]), 41; GA17, p. 24; GA19, pp. 44-47, 285-288 (dicotomía y diaíresis como modos del δηλοῦν), 263, 463-487, 522-524, 547, 556, 572, 584, 609; GA20, pp. 201 (pregunta por el ser), 236; GA22, pp. 44, 96-97 (Platón), 142, 211.] [LHDF]


Souvenons-nous que chez les Grecs, il n’y a pas de distinction entre artisan et artiste – sinon par la σοφία ! La σοφία est ce savoir d’une telle excellence qu’il dépasse de tous côtés le simple fait d’avoir devant soi l’εἶδος. C’est dire que la ποίησιc de l’artiste est plus qu’une ποίησις. Plus en quel sens? Au sens où elle vise un autre mode d’être que celui d’une chose en usage, elle vise un être-en-œuvre, au sens d’un apparaître – un apparaître du divin. La statue est le lieu de manifestation du divin, la table est le lieu où l’être-table disparaît dans un étant-table. Ne croyons surtout pas que la statue du Dieu était pour les Grecs le Dieu présent lui-même sous forme d’un étant-Dieu ! On ne peut comprendre que si l’on ne confond pas l’idole avec la divinité. La statue d’Athéna appelle Athéna. C’est l’appelant d’Athéna, qu’aucun Grec n’identifie jamais à Athéna.

Celui qui travaille (quand c’est un menuisier par exemple) vise l’être de ce qu’il est en train de produire. Par exemple le menuisier qui fait une table vise l’être-table. Cet être s’appelle depuis Platon εἶδος. Pour bien menuiser une table, le menuisier a l’œil fixé sur l’εἶδος-table : il sait ce qu’est une table et tout ce qu’elle demande pour être une table qui remplisse son office de table.

Il ne faut surtout pas saisir cela de façon abstraite, car c’est au contraire tout à fait terre à terre. Ce qui fait qu’une table est une table est simple : d’abord, c’est solide et à une certaine distance du sol, de plus une table habituelle n’est pas une table basse (mais pour un Japonais qui est habitué à manger agenouillé, c’est une table haute qui n’a pas de sens). εἶδος est un mot dans la mouvance du verbe εἰδέναι, lui-même venu à partir du verbe ἰδειν et de l’augment e qui indique le passé. [FHQ:57]


L’εἶδος, c’est par exemple l’idéal d’un verre, ou d’un gobelet. Pour faire un gobelet, il faut l’εἶδος. Un bon moyen de ne pas partir de travers avec Platon est ainsi de penser à un idéal comme celui de la table. C’est ce que Max Weber appelle l’Ideal Type : quand on veut faire une sociologie, on construit un Type comme l’idéal de la démocratie, à partir duquel on va pouvoir étalonner. L’idéal ne plane pas au-dessus, mais il n’est jamais non plus réalisé dans le réel (dans la table par exemple). L’idéal est toujours d’une certaine manière «plus». Si je regarde mon bureau, je vois qu’il est abîmé ici et là. Mais l’εἶδος-table ne peut avoir quelque chose qui la rend un peu moins que ce qu’elle est, ou pas aussi parfaite. Ce qui est étrange est que les Grecs et Platon sont tellement émerveillés par ce qu’ils découvrent qu’ils l’étendent à ce qui est vivant : on voit le chat à travers l’εἶδος-chat.

Mais quand c’est un sculpteur, celui qui travaille ne peut pas viser un tel εἶδος – car il n’y a pas d’εἶδος de la statue au même titre qu’il y a un εἶδος de la table.

Cela, c’est étonnant. C’est ce que va retrouver Kant : l’œuvre d’art est un travail du «jugement réfléchissant» et non du «jugement déterminant » où je sais d’avance ce que je cherche. La raison immédiate en est que la statue ne fait pas partie des choses qui servent à quelque chose. Une table sert à manger, à écrire, à poser des choses. Mais une statue ? L’εἶδος de la statue se découvre en faisant la statue, alors que l’εἶδος de la table précède la table. (« Cela sert à » est un rapport fondamental aux choses – mais le nuage sert-il à porter la pluie ?) [FHQ:58-59]


Este modo de interpelar y poner en evidencia, de hacer público en la palabra, aparece de manera señalada cuando en un juicio público se acusa a alguien de ser culpable de tal o cual cosa. El poner en evidencia que interpela tiene su modo más visible y por ello más habitual en la acusación pública. Por eso kategorein significa especialmente un interpelar que pone en evidencia en el sentido de “acusar”. También resuena, sin embargo, el sentido fundamental de un interpelar que revela. Con ese significado puede usarse el sustantivo kategoria. La kategoria es, entonces, el interpelar de una cosa en dirección de lo que es, de manera tal que, por medio de este interpelar de cierto modo la cosa misma, en lo que ella misma es, llega a la palabra, se pone de manifiesto y entra en el ámbito abierto de lo público. Una kategoria de este tipo lo son las palabras “mesa”, “caja” o “casa”, la palabra “árbol” y otras similares, aunque también rojo, pesado, delgado, o valiente, o sea toda palabra que interpela algo que es en lo que le es propio y manifiesta así qué aspecto tiene el ente y cómo es. El aspecto, aquello en lo que un ente se muestra como lo que es, se dice en griego to EIDOS o he idea. La categoría es la interpelación de un ente respecto de lo que es en cada caso propio de su aspecto, o sea, tomado en un sentido muy amplio, el nombre propio. Con este significado es empleada la palabra kategoria por Aristóteles (Phys. B 1, 192 b 17). No funciona allí de ningún modo como una expresión reservada al lenguaje filosófico (”término técnico”). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Para aprehender la esencia platónico-griega de la idea tenemos que apartar toda referencia a la determinación moderna de la idea como perceptio y por lo tanto la relación entre idea y “sujeto”. Para ello, la mejor ayuda es recordar que idea quiere decir en cierto modo lo mismo que EIDOS, nombre que también emplea Platón con frecuencia en lugar de idea. El EIDOS quiere decir “aspecto”. Sólo que el aspecto de una cosa nosotros lo volvemos a entender inmediatamente de modo moderno como el parecer que nos formamos acerca de la cosa. Pensado de modo griego, el “aspecto” de un ente, de una casa, por ejemplo, es decir la “casidad”, es aquello en lo que ese ente llega al aparecer, es decir, a la presencia, al ser. El “aspecto” [Aussehen] no es — pensado de modo “moderno” — un “aspecto” [Aspekt] para un “sujeto”, sino aquello en lo que el ente correspondiente (la casa) tiene su existencia consistente y aquello de donde proviene porque en ello está constantemente, es decir, es. Visto desde las casas individuales existentes, la “casidad” , la idea, es, entonces, lo “universal” respecto de lo particular, y por ello la idea es caracterizada pronto como lo koinon, aquello que es común a muchos individuos. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Según Platón (Fedro 249 b 5 . c 6), un viviente que jamás ha visto la verdad no puede nunca percibir la figura de un hombre. Pues el hombre, en correspondencia con su modo de ser tiene que comprender y saber, de modo que, con tal ocasión, interpele lo conocido por él en referencia a su ser (kat EIDOS legein). El hombre sólo puede tener la verdad sobre algo en tanto que comprende al ente en su ser. La comprensión del ser es una rememoración de aquello que nuestra alma ya vio antes; antes, ciertamente, cuando ella todavía deambulaba junto a Dios y veía por encima de aquello que ahora denominamos el ente. Platón ve en el fenómeno de la rememoración una referencia de la comprensión de ser al tiempo, pero sólo puede esclarecérsela por medio de un mito. Heideggeriana: TranscendenciaST

Por to tanto, para llegar a una determinación suficiente de la mónada, tenemos que tener en cuenta to siguiente: 1. Las mónadas, las unidades, los puntos, no precisan ellos mismos una unificación, porque son ellos los que proporcionan la unidad. Son capaces de algo. 2. En cuanto elementos que proporcionan unidad, las unidades son ellas, mismas originariamente unificadoras, hasta cierto punto activas. Por eso, Leibniz llama a estos puntos vis primitiva, force primitive, fuerza originaria. 3. La concepción de la mónada tiene una intención ontológico-metafísica. Por eso, Leibniz tampoco llama puntos matemáticos a los puntos, sino points metaphysiques, “puntos metafísicos” (Gerh. IV 482; Erdm. 126). Además se les llama “átomos formales”, no materiales; no son las últimas partículas elementales de la hyle, de la materia, sino el principio originario a indivisible de la formación, de la forma, del EIDOS. Heideggeriana: CursoMarburgo

¿En qué medida la pregunta por la nada abarca y atraviesa la totalidad de la metafísica? La metafísica se expresa sobre la nada desde los tiempos antiguos en una frase que desde luego es susceptible de varias interpretaciones: ex nihilo nihil fit, de la nada nada nace. Si bien es cierto que cuando se explica esta frase nunca se problematiza de verdad a la propia nada, en cualquier caso dicha frase permite expresar la concepción fundamental de lo ente que rige en cada caso. La metafísica de la Antigüedad concibe la nada con el significado de lo no ente, es decir, la materia informe que no puede formarse a sí misma y por ende no puede formar un ente con forma y aspecto (EIDOS). Ente es la configuración que se configura y se presenta como tal en la imagen y figura (vista, aspecto). El origen, el derecho y los límites de esta concepción del ser se explican tan poco como la propia nada. La dogmática cristiana, por el contrario, niega la verdad de la frase ex nihilo nihil fit y de este modo le da a la nada un significado distinto, en el sentido de la completa ausencia del ente extradivino: ex nihilo fit-ens creatum. Ahora la nada se convierte en el concepto opuesto al ente auténtico, al summun ens, a Dios como ens increatum. Llegados aquí, la interpretación de la nada también muestra cuál es la concepción fundamental de lo ente. Ahora bien, la explicación metafísica de lo ente se mantiene en el mismo plano que la pregunta por la nada. Siguen faltando las dos preguntas por el ser y la nada como tales. Por eso, tampoco preocupa en absoluto la dificultad de que, si Dios crea desde la nada, tiene que poder relacionarse él mismo de algún modo con la nada. Pero si Dios es Dios, no puede conocer la nada, si admitimos que lo “absoluto” excluye de sí todo lo que tiene que ver con la nada. Heideggeriana: QueMetafisica

Lo que le da a las cosas su consistencia y solidez, pero al mismo tiempo provoca los distintos tipos de sensaciones que confluyen en ellas, esto es, el color, el sonido, la dureza o la masa, es lo material de las cosas. En esta caracterización de la cosa como materia (hyle) está puesta ya la forma (morphe). Lo permanente de una cosa, su consistencia, reside en que una materia se mantiene con una forma. La cosa es una materia conformada. Esta interpretación de la cosa se apoya en la apariencia inmediata con la que la cosa se dirige a nosotros por medio de su aspecto (EIDOS). La síntesis de materia y forma nos aporta finalmente el concepto de cosa que se adecua igualmente a las cosas de la naturaleza y a las cosas del uso. Heideggeriana: ObraArte

La idea de creación basada en la fe podría perder fácilmente ahora su fuerza rectora de cara al saber de lo ente en su totalidad, pero con todo, una vez iniciada su marcha, la interpretación teológica de todo ente (tomada de una filosofía extraña), esto es, la concepción del mundo según la materia y la forma, puede seguir su camino. Esto ocurre en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna. La metafísica de la Edad Moderna reposa en parte sobre el entramado materia-forma acuñado en la Edad Media, que ya sólo recuerda a través de los nombres la sepultada esencia del EIDOS y la hyle. Y así es como la interpretación de la cosa según la materia y la forma — ya sea bajo la formulación medieval o la kantiana-trascendental — se ha vuelto completamente habitual y se da por supuesta. Pero no por eso deja de ser un atropello al ser-cosa de la cosa, exactamente igual que las restantes interpretaciones de la coseidad de la cosa. Heideggeriana: ObraArte

La verdad es el desocultamiento de lo ente en cuanto ente. La verdad es la verdad del ser. La belleza no aparece al lado de esta verdad. Se manifiesta cuando la verdad se pone en la obra. Esta manifestación — en tanto que ser de la verdad dentro de la obra y en tanto que obra —, es la belleza. Así, lo bello tiene su lugar en el acontecer de la verdad. No es algo relativo al gusto, en definitiva, un mero objeto del gusto. Por el contrario, lo bello reside en la forma, pero únicamente porque antaño la forma halló su claro a partir del ser como entidad de lo ente. En aquel entonces el ser aconteció como EIDOS. La idea se ordena en la morphe. El sunolon, la totalidad unida de la morphe y la hyle, esto es, el ergon, es al modo de la energeia. Este modo de presencia se convierte en actualitas del ens actu. La actualitas llega a ser a su vez realidad efectiva. La realidad efectiva se torna objetividad. La objetividad pasa a ser vivencia. En ese modo en que lo ente es como efectivamente real para el mundo determinado por Occidente, se esconde una peculiar manera de ir siempre juntas la belleza y la verdad. A la transformación de la esencia de la verdad corresponde la historia de la esencia del arte occidental. Ésta se comprende tan poco a partir de la belleza tomada en sí misma como a partir de la vivencia, suponiendo que el concepto metafísico del arte pueda llegar hasta su esencia. Heideggeriana: ObraArte

La interpretación moderna de lo ente está aún más alejada del mundo griego. Una de las más antiguas sentencias del pensamiento griego sobre el ser de lo ente dice así: to gar auto noein estin te kai einai. Esta frase de Parménides quiere decir que la percepción de lo ente pertenece al ser porque es él el que la exige y determina. Lo ente es aquello que surge y se abre y que, en tanto que aquello presente, viene al hombre como a aquel que está presente, esto es, viene a aquel que se abre él mismo a lo presente desde el momento en que lo percibe. Lo ente no accede al ser por el hecho de que el hombre lo haya contemplado primero, en el sentido, por ejemplo, de una representación como las de la percepción subjetiva. Es más bien el hombre el que es contemplado por lo ente, por eso que se abre a la presencia reunida en torno a él. Contemplada por lo ente, incluida y contenida dentro de su espacio abierto y soportada de este modo por él, involucrada en sus oposiciones y señalada por su ambigüedad: ésta era la esencia del hombre durante la gran época griega. Por eso, a fin de llevar su esencia a su cumplimiento, este hombre tenía que reunir (legein) eso que se abre a sí mismo en su espacio abierto, salvarlo (sozein) mantenerlo atrapado y preservarlo y permanecer expuesto (aletheuein) a todas las disensiones de la confusión. El hombre griego es en tanto que percibe lo ente, motivo por el que en Grecia el mundo no podía convertirse en imagen. Por el contrario, el hecho de que para Platón la entidad de lo ente se determine como EIDOS (aspecto, visión), es el presupuesto, que condicionó desde siempre y reinó oculto largo tiempo de modo mediato, para que el mundo pudiera convertirse en imagen. Heideggeriana: ImagemMundo

Tenemos que cuidarnos, sin embargo, de malinterpretar esta sentencia en un sentido moderno, gnoseológico, y ver en ella, por ejemplo, la distinción kantiana entre “fenómeno” y “cosa en sí”, falseando además el concepto de “fenómeno” hasta convertirlo en “mera apariencia”. El peso de la antigua sentencia griega descansa, por el contrario, en que lo que se muestra, lo que ofrece una visión, y por lo tanto la visión misma, vale como ente, porque “ente” quiere decir: surgir, phyein. Pero el presenciar que surge es un imperar que presencia, physis. Sólo bajo el poder de esta predeterminación inicial del ente como physis puede entenderse la posterior interpretación griega de la entidad del ente, o sea la interpretación platónica. En efecto, cómo habría de ser la “idea” lo más ente del ente si no estuviera previamente decidido que ser-ente quiere decir: mostrarse que surge y que presencia: ofrecer el aspecto (EIDOS), la visión (idea) que tiene una “cosa”. dokeonta, “lo que en cada caso se muestra”, no equivale para Heráclito a la opinión meramente subjetiva entendida en sentido moderno, y esto por dos razones: 1) porque dokein significa mostrarse, aparecer, dicho esto desde el ente mismo; 2) porque los primeros pensadores y los griegos en general nada sabían del hombre como un yo-sujeto. Precisamente el que goza de mejor parecer — y esto quiere decir: el más digno de fama — es aquel que tiene la fuerza de prescindir de sí y dirigir la mirada exclusivamente a lo que “es”. Pero esto y precisamente esto es lo que se muestra, la visión y la imagen que se ofrece. El carácter de imagen no consiste en ser algo preparado, como por ejemplo en la copia que reproduce la imagen de algo. El sentido griego de “imagen” — si es que podemos utilizar esta palabra — es el llegar al aparecer, phantasia, y ésta comprendida a su vez como: entrar en la presencia. Con las mutaciones del concepto griego de ser en el curso de la historia de la metafísica se transforma correlativamente el concepto de imagen reinante en occidente. La “imagen”, en la Antigüedad, en la Edad Media y en la Edad Moderna, no sólo se diferencia por su contenido y su nombre, sino por su propia esencia. Heideggeriana: VontadePoder

Platón diferencia entre el ontos on y el me on, entre lo entitativamente ente [das seiendhaft Seiende] y lo “ente” que no debería ser ni llamarse así. El ontos on, el ente que tiene carácter de ser, lo que es propiamente, es decir conforme a la esencia del ser, es to EIDOS, el aspecto, aquello en lo que algo muestra su semblante, su idea, es decir lo que algo es, su qué-es. El me on también es y por lo tanto — pensado de modo griego — también se presenta, muestra un aspecto y un semblante, un EIDOS; pero el semblante está deformado, desfigurado, el aspecto y la vista están ensombrecidos y enturbiados; por ello el me on es to eàdvlon. Las cosas llamadas reales, las cosas palpables para el hombre — esta casa, aquel barco, aquel árbol, este cartel, etc. — son, pensadas de modo platónico, en todos los casos eàdvla, algo que ofrece un aspecto pero que sólo tiene el aspecto del aspecto en sentido propio: me onta, cosas que ciertamente son que en cierto modo presencian y tienen su semblante, pero cuyo aspecto está sin embargo menoscabado de tal o cual manera porque tiene que mostrarse en la impronta de una materia sensible. Pero en esta casa determinada, que tiene tal o cual tamaño, que ha sido construida con tal o cual material, se muestra no obstante la casidad, y el ser casa de esta casa consiste en el presenciar de la casidad. La casidad, lo que hace que una casa sea una casa, es lo propiamente ente en ella; lo verdaderamente ente es el EIDOS, la “idea”. Heideggeriana: VontadePoder

¿En qué tiene su fundamento esta distinción y por lo tanto el no impugnado y cada vez más obvio predominio de lo allí distinguido a lo largo de toda la historia de la metafísica? El qué-es (to ti estin) y el que-es (to estin) se superponen en su diferenciación con la distinción que sustenta en todas partes la metafísica y que se consolida por vez primera y al mismo tiempo de modo definitivo — aunque con una capacidad de variar hasta volverse irreconocible en la distinción platónica del ontos on y el me on (cfr. Aristóteles, Met. Z 4, 1030a 17). El ontos on, lo entitativamente, es decir, lo “verdaderamente” ente en el sentido de la aletheia, es el “semblante”, el aspecto presente. En tal presencia [Anwesenheit] esencian [wesen] unidos al mismo tiempo qué es un ente y que es, a saber, en el presente [Gegenwart] del aspecto. El “mundo verdadero” es el mundo de antemano decidido en cuanto a su que-es. En la medida en que, sin embargo, en cuanto “verdadero” se distingue del aparente y éste muestra sólo turbiamente el qué-es y por consiguiente no “es” “verdaderamente”, aunque al mismo tiempo tampoco es nada sino que es un ente, precisamente en el me on aparece el que-es de modo más llamativo, ya que está despojado del puro semblante en el que se muestra el qué-es. Con y en la distinción entre el ontos on y el me on se separan to ti estin y to estin (el ti y el oti). El que-es se vuelve una característica del “éste” respectivo (tode ti) y del ekaton, que al mismo tiempo, sin embargo, hace aparecer en cada caso el qué-es (EIDOS) y sólo de ese modo determina un que del ser y con ello un ente como ente del caso. La idea se convierte ahora expresamente en EIDOS en el sentido de la morphe de una hyle, de manera tal que la entidad se traslada al sunolon, sin que se haya eliminado aquella distinción (acerca del sentido griego originario de morphe, fundamentalmente diferente de la distinción de forma y materia, cfr. Aristóteles, Phys. B l). Posteriormente, y especialmente gracias a la interpretación teológica de la concepción bíblica de creación, aparece en múltiples formas (existentia, essentia y el principium individuationis). Heideggeriana: EternoRetorno

El comienzo metafísico de la época moderna es una transformación de la esencia de la verdad cuyo fundamento queda oculto. La verdad se vuelve certeza. Para ésta todo radica exclusivamente en el aseguramiento del ente representado que se lleva a cabo en el representar mismo. A una con la transformación de la esencia de la verdad se desplaza la estructura esencial del representar. Hasta entonces, Y desde el comienzo de la metafísica, el re-presentar (noein) es aquel percibir que, en todas partes, no recibe simplemente al ente de modo pasivo sino que, por el contrario, dirigiendo la vista de manera activa, deja que se dé lo presente en cuanto tal en su aspecto (EIDOS). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

4. La preeminencia de la idea lleva, con el EIDOS, a que el ti estin ocupe la posición del ser que sirve de norma. El ser es en primer lugar el qué-es. Heideggeriana: HistoriaSer

Aspecto — EIDOS , idea Heideggeriana: HistoriaSer

En el manifestarse de la manifestación reina una “inversión de la propia conciencia”. El rasgo fundamental de la experiencia de la conciencia es esta inversión. Es incluso “nuestra aportación”. Lo que se presenta a la conciencia en este tornarse no es “para la conciencia”, concretamente no es para la conciencia natural. Lo que se presenta en la inversión no es “para ella”, la conciencia, a la “que contemplamos”, sino “para nosotros”, que la consideramos. ¿Quiénes son esos “nosotros”? Son los que en la inversión de la conciencia natural, aunque dejan que ésta persista en su opinión, al mismo tiempo y de modo expreso están a la expectativa de la manifestación de lo que se manifiesta. Esta expectación, que observa expresamente la manifestación, es esa observación bajo cuya forma se consuma la skepsis, la cual ha previsto la absolutez de lo absoluto y se ha provisto de ella por adelantado. Lo que hace su aparición en el escepticismo que se consuma, se muestra “para nosotros”, esto es, para aquellos que pensando en la entidad de lo ente ya están provistos del ser. La inversión de la conciencia que reina en la skepsis, es la marcha de ese proveerse por medio del cual la conciencia se provee ella misma de la manifestación. Lo que se muestra a eso así provisto, forma ciertamente parte de la propia conciencia según su contenido y es “para ella”. Pero la manera en que se muestra lo que se manifiesta, a saber, en tanto que manifestación, es el aspecto de lo que se manifiesta, su EIDOS, que configura todo lo que se manifiesta, lo pone a la vista y lo conforma, la morphe, la forma. Hegel lo llama “lo formal”. Éste no es nunca “para ella”, para la conciencia natural inmediatamente representadora. En la medida en que lo formal es para ella, no lo es siempre más que como objeto, pero nunca como objetividad. Lo formal, la entidad de lo ente, es “para nosotros”, que en la inversión no dirijamos de modo inmediato nuestra mirada a lo que se manifiesta, sino a la manifestación de lo que se manifiesta. La inversión de la conciencia, que es una inversión del representar, no se vuelve desde el representar directo a un camino lateral, sino que se dirige, dentro del representar natural, hacia aquello de donde le viene en primer lugar al representar directo lo que percibe como eso que se presenta. Heideggeriana: HegelExperiencia

También el ser de aquello que en la certeza es lo sabido tiene el rasgo fundamental de la presencia. Se presenta como manifestación. Pero en la presencia del saber, esto es, del subiectum en el sentido de la res cogitans, la manifestación ya no es el mostrarse de la idea como EIDOS, sino de la idea como perceptio. La manifestación es ahora la presencia al modo de la presentación en el ámbito de la representación. La manifestación del saber que se manifiesta es la presencia inmediata de la conciencia. Pero esta presencia está presente al modo de la experiencia. Con ella, lo absoluto, el espíritu, accede a “todo el reino de [su] verdad”, el cual se halla desplegado. Pero los momentos de su verdad son las figuras de la conciencia, las cuales, en la marcha de la experiencia, se han desprendido de todo lo que en cada momento parece ser lo verdadero sólo para la conciencia natural, en la medida en que en su historia éste es sólo para ella en cada momento. Si, por el contrario, la experiencia está consumada, la manifestación de lo que se manifiesta ha alcanzado ese puro aparecer bajo cuya forma lo absoluto se presenta absolutamente junto a sí mismo y es la propia esencia. A partir de este puro aparecer reina el poder, que ejerce en la propia conciencia el movimiento de la experiencia. El poder de lo absoluto que reina en la experiencia “empuja a la conciencia a su verdadera existencia”. Existencia significa aquí la presencia al modo del manifestarse. En este punto coincide la pura manifestación de lo absoluto con su esencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

El valor es valor en la medida en que vale. Vale, en la medida en que es dispuesto en calidad de aquello que importa. Así, es dispuesto por un enfocar y mirar hacia aquello con lo que hay que contar. El punto de visión, la perspectiva, el círculo de visión significan aquí vista y ver en un sentido determinado por los griegos, aunque teniendo en cuenta la transformación sufrida por la idea desde el significado de EIDOS al de perceptio. Ver es ese representar que, desde Leibniz, es entendido expresamente bajo el rasgo fundamental de la aspiración (appetitus). Todo ente es representador, en la medida en que al ser de lo ente le pertenece el nisus el impulso de aparecer en escena que ordena a algo que aparezca (manifestación) y de este modo determina su aparición. La esencia caracterizada como nisus de todo ente se entiende de esta manera y pone para sí misma un punto de vista que indica la perspectiva que hay que seguir. El punto de vista es el valor. Heideggeriana: NietzscheDeus

Como esencia de la voluntad, la esencia de la voluntad de poder es el rasgo fundamental de todo lo efectivamente real. Nietzsche dice (Volunta de Poder, afor. 693 del año 1888) que la voluntad de poder es “la esencia más íntima del ser”. “ El ser” significa en este caso, según el lenguaje de la metafísica, lo ente en su totalidad. La esencia de la voluntad de poder y la propia voluntad de poder en tanto que carácter fundamental de lo ente, no se dejan por ello constatar por medio de la observación psicológica, sino que, por el contrario, es la propia psicología la que recibe su esencia, esto es, la posibilidad de disponer y conocer su objeto, de manos de la voluntad de poder. Por lo tanto, Nietzsche no concibe la voluntad de poder psicológicamente, sino que, por el contrario determina nuevamente la psicología como “morfología y teoría del desarrollo de la voluntad de poder” (Más allá del bien y del mal, afor. 23). La morfología es la ontología del on, cuya morphe transformada en perceptio debido al cambio del EIDOS, se manifiesta en el appetitus de la perceptio como voluntad de poder. El hecho de que la metafísica — que piensa desde siempre lo ente como hypokeimenon sub-jectum, en relación con su ser —, se convierta en esta psicología así determinada, demuestra, aunque sólo como manifestación colateral, la existencia de este acontecimiento esencial que consiste en la transformación de la entidad de lo ente La ousia (entidad) del subjectum se convierte en subjetidad de la autoconciencia, la cual hace aparecer a su esencia como voluntad de voluntad. La voluntad, en cuanto voluntad de poder, es la orden para adquirir más poder. A fin de que, en la superación de su propio poder, la voluntad pueda superar el grado alcanzado en cada caso, hay que alcanzar previamente ese grado, asegurarlo y conservarlo. El aseguramiento de cada grado de poder correspondiente es la condición necesaria para la superación del poder. Pero esta condición necesaria no es suficiente para que la voluntad pueda quererse a sí misma, esto es, para que ese querer ser más fuerte, para que ese aumento de poder, sea. La voluntad tiene que dirigir su mirada a un campo de visión y empezar por abrirlo para que de allí empiecen a mostrarse posibilidades que le indiquen el camino a un aumento de poder. La voluntad debe por tanto disponer una condición de ese querer ir más allá de sí misma. La voluntad de poder debe disponer a la vez las condiciones de conservación de poder y las de aumento de poder. Forma parte de la voluntad la disposición de esas condiciones que se pertenecen mutuamente. Heideggeriana: NietzscheDeus

La producción, ciertamente, hace entrar la jarra en aquello que le pertenece como propio. Ahora bien, esto que es propio de la esencia de la jarra no es nunca fabricado por la producción. Separada de su fabricación, la jarra, que está para sí misma, tiene que acogerse coligada allí. En el proceso de la producción, la jarra, ciertamente, tiene primero que mostrar su aspecto al que la produce. Pero esto que se muestra-a-sí, el aspecto (el EIDOS, la idea), caracteriza a la jarra sólo desde el punto de vista de que el recipiente está frente al que lo produce como lo que tiene que ser producido. Heideggeriana: Coisa1949

La plata es aquello de lo que está hecha la copa de plata. En cuanto tal materia (hyle) es corresponsable de la copa. Ésta es deudora de la plata, es decir, tiene que agradecerle a la plata aquello de lo que está hecha. Pero el utensilio sacrificial no se limita a estar en deuda sólo con la plata. En cuanto copa, esto que está en deuda con la plata aparece en el aspecto de copa y no en el de prendedor o de anillo. De este modo, el utensilio sacrificial está al mismo tiempo en deuda con el aspecto (EIDOS) de copa. La plata en la que ha adquirido su aspecto la copa, el aspecto en el cual aparece la plata son, cada uno a su modo, corresponsables del utensilio sacrificial. Heideggeriana: PreguntaTecnica

Según el significado habitual, la palabra Gestell mienta enseres, por ejemplo una estantería para libros. Gestell se le llama también a un esqueleto. Igual de espantoso es el uso de esta palabra que ahora se nos impone, por no decir nada de la arbitrariedad con la que de esta suerte se abusa de las palabras de la lengua adulta. ¿Se puede llevar aún más lejos esta ocurrencia peregrina? Seguro que no. Con todo, esta peregrina ocurrencia es una vieja usanza del pensar. Y además a ella se pliegan los pensadores precisamente allí donde hay que pensar lo más alto. Nosotros, los que hemos nacido después, no estamos en situación de medir qué significa que Platón se atreva a utilizar la palabra EIDOS para aquello que esencia en todas las cosas y en cada una de ellas. Pues EIDOS, en la lengua cotidiana significa el aspecto que ofrece una cosa visible a nuestros ojos sensibles. Sin embargo, a esta palabra Platón le exige lo totalmente inhabitual, nombrar Aquello que precisamente no se convierte nunca en algo que el sentido de la vista pueda percibir. Pero ni así hemos terminado, ni mucho menos, con lo habitual. Porque idea no nombra solamente el aspecto no sensible de lo visible sensible. Aspecto, idea significa y es también lo que constituye la esencia de lo audible, tocable, sentible, de todo aquello que, de un modo u otro, es accesible. Frente a lo que Platón le exige a la lengua y al pensar en este caso y en otros, el uso que nos hemos atrevido a hacer ahora de la palabra Gestell para designar la esencia de la técnica moderna, es casi inofensivo. Con todo, el uso lingüístico exigido ahora sigue siendo algo excesivo, sujeto a malentendidos. Heideggeriana: PreguntaTecnica

De este modo, pues, la estructura de emplazamiento, en tanto que sino del hacer salir lo oculto, si bien es la esencia de la técnica, no lo es nunca en el sentido de género y de essentia. Si nos fijamos en esto, nos alcanza algo sorprendente: es la técnica la que nos pide que pensemos en otro sentido aquello que entendemos habitualmente bajo el nombre de “esencia”. Pero ¿en qué sentido? Ya cuando decimos “las cosas de la casa” (Hauswesen: la esencia de la casa), “los asuntos del estado” (Staatswesen: la esencia del estado), estamos pensando, no en lo general de un género sino en el modo como la casa y el estado prevalecen, se administran, se despliegan y decaen. Es el modo como ellas esencian. J. P Hebel, en un poema, “Un fantasma en la calle Kander”, que Goethe amaba de un modo especial, emplea la antigua palabra die Weserei (literalmente: “la esenciería”). Significa el Ayuntamiento, en la medida en que allí se coliga la vida del municipio y está en juego, es decir, esencia la vida del pueblo. Del verbo wesen (esenciar) procede el sustantivo. Wesen (esencia), entendido como verbo, es lo mismo que währen (durar); no sólo semánticamente sino también en su composición fonética. Ya Sócrates y Platón piensan la esencia de algo como lo que esencia en el sentido de lo que dura. Pero piensan lo que dura como lo que perdura (aei on). Pero lo que perdura lo encuentran en aquello que, en tanto que permanece, resiste a cualquier cosa que pueda ocurrir. Esto que permanece lo descubren a su vez en el aspecto (EIDOS, idea), por ejemplo, en la idea de “casa”. Heideggeriana: PreguntaTecnica

Las preguntas suscitadas hace un momento alcanzan una problematicidad todavía más aguda, si las tomo como quise exponérselas hace poco a raíz de mi conferencia en Munich (La pregunta por la técnica). Si la técnica es la movilización del mundo por la forma de el trabajador, acontece por la presencia acuñadora de esa especial voluntad de poder particularmente humana. En la presencia y la representación se anuncia el rasgo fundamental de lo que se descubrió al pensar occidental como Ser. “Ser” quiere decir, desde lo griego temprano hasta lo postrero de nuestro siglo: presencia. Toda clase de presencia y presentación proviene del acontecimiento de la presencia. Pero la “voluntad de poder” es, como la efectividad de lo efectivo una manera del aparecer del “Ser” del ente. “Trabajo”, de donde recibe por su parte la forma de el trabajador el sentido, es idéntico con “Ser”. Aquí queda por pensar si y en qué medida la esencia del “Ser” es en sí la referencia para con la esencia humana (véase ¿Qué significa pensar?, pág. 73 y sig.) En esa referencia tuvo que fundarse entonces la relación entre el “trabajo” entendido metafísicamente y el “Trabajador”. Me parece que las siguientes preguntas apenas pueden ya soslayarse: ¿Podemos pensar la forma de el trabajador como forma, podemos pensar la idea platónica como EIDOS todavía más originariamente en su origen esencial? Si no, ¿qué razones prohíben [401] esto y exigen en lugar de ello que aceptemos simplemente forma e idea como lo último para nosotros y como lo primero en sí? Si es así, ¿en qué camino puede moverse la pregunta por el origen esencial de la idea y de la forma? ¿Surge, para decirlo formalmente, la esencia de la forma en el ámbito de origen de lo que llamo el Ge-Stellt? [aquí, “in-formación”] ¿Pertenece, según esto, también el origen esencial de la idea al mismo ámbito del que provino la esencia de la forma próxima a ella? ¿O es el Ge-Stellt sólo una forma de un hacer humano? Si éste fuera el caso, entonces seguiría siendo la esencia del Ser y además el Ser del ente un hijo del representar humano. La época en la que el pensar europeo pensó así arroja aún las últimas sombras sobre nosotros. Heideggeriana: PreguntaSer

En este punto se preguntó si es suficiente concebir la referencia del estar presente a lo que está presente como desocultar, tomando al desocultar como algo para sí, es decir, sin adicionarle ninguna determinación ulterior de contenido. Si el desocultar reside ya en todos los modos de la poiesis, del hacer, del operar, ¿cómo es posible excluir estos modos y conservar como algo puro y para sí al desocultar? ¿Qué significa entonces semejante desocultar, mientras no se lo determine ulteriormente en cuanto a su contenido? A este respecto se introdujo una importante diferencia entre el desocultar que pertenece, por ejemplo, a la poiesis y el desocultar mentado por Heidegger. Mientras que el primero se refiere al EIDOS — esto es lo que en la poiesis es expuesto, desocultado —, el desocultar meditado por Heidegger se refiere al ente entero. A partir de ahí se hizo mención de la distinción entre “el hecho de que se sea” (Dass-sein) y el “qué se sea” (Was-sein), cuya procedencia es oscura e impensada (cfr. Heidegger, Nietzsche, II, pp. 399 ss.). Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

El EIDOS es el ser del ente, así como, por otra parte, en los Tiempos Modernos lo es la idea en su acepción cartesiana. ¿Qué es el en tanto que primera respuesta a la pregunta griega: ¿qué es el ser del ente? ¿Cómo comprender esta respuesta a partir de lo que hemos visto? Que el ser de este libro sea “idea” ¡he aquí exactamente lo que resulta incomprensible! Para Platón, este libro es un me on. No es, por lo tanto, un ouk on, una nada, un no-ente, puesto que está aquí. Pero no es un ente, en el sentido de que no es eso que lo hace ser como este ente que es. Heideggeriana: SeminarioThor1969

Este libro no es más que una cierta forma de volver sensible la esencia-libro. Es necesario aquí distinguir ouk on de me on, negación de privación. La privación se traduce por una carencia, y esta carencia estalla en la diferencia entre EIDOS y eidolon. Este libro no es EIDOS, sino eidolon. Heideggeriana: SeminarioThor1969

No obstante, hay libros que no son este libro y que son realmente libros. ¿Cuál es la pura esencia del libro? ¿En qué sentido puede decirse que el EIDOS es el ontos on? ¿En qué consiste la excesiva sobreabundancia (Übermass) en el caso de este libro? ¿En qué medida la idea platónica se corresponde exactamente con lo que los griegos llamaban presencia, ousia, Anwesenheit? Cambiar, alterarse, es ausentarse: abwesen. Sólo la idea es presencia pura, presencia nunca ausente; presentar-se-en-permanencia. Esto es lo que sobreabunda: la presencia entrando en presencia, die anwesende Anwesenheit — esto es el ontos on. Sobre esto Nietzsche ha tenido el sentimiento más vivo, particularmente en el texto De cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en fábula (Crepúsculo de los ídolos). Heideggeriana: SeminarioThor1969

No perder nunca de vista que las determinaciones del phainesthai y del alethes juegan plenamente en el EIDOS platónico. Por idea se está siempre tentado de entender idein, mientras que lo que prima es el aspecto, la apariencia que la cosa tiene, no la visión que se tiene de ella y que se puede tomar sólo porque primeramente ella la dona. Nada menos griego que lo que dice Schopenhauer de Platón (frase sobre el desierto que existe por el sólo hecho de que yo lo pienso); al contrario de Schopenhauer, Aristóteles: incluso si nadie los viera, los astros seguirían brillando (Metafísica Z 1041 a). Heideggeriana: SeminarioThor1969

En segundo lugar, se vuelve sobre la distinción entre EIDOS y eidolon, marcando que la naturaleza de la falta presente en el eidolon, es la de alterar la presencia del EIDOS. La madera — de la que está hecho un bastón — es, para Platón, más la mezcla que el soporte del EIDOS. Lo que se ve por ejemplo si, alejando aún más el él eidos-bastón, sumerjo este bastón en el agua: entonces el bastón se rompe. Puede decirse así que para Platón la madera del bastón rompe el eidos-bastón, siendo el resultado de esa ruptura este bastón de aquí, ídolo de bastón: me on. En Aristóteles, precisamos para terminar estos complementos, el EIDOS deviene morphe (la morphe que implica la poiesis); y la hyle deviene lo de qué para la morphe (la madera para el eidos-bastón) — donde se percibe nítidamente la acentuación del carácter poiético en el análisis aristotélico del ente. Heideggeriana: SeminarioThor1969

Después de estas reflexiones sobre la época, Heidegger vuelve a la cuestión planteada durante una sesión precedente: ¿cómo se diferencia la frase de Hegel “el ser puro y la nada pura son lo mismo” y la tesis de ¿Qué es metafísica? en cuanto a las relaciones del ser y la nada? Para Hegel, tanto el ser como la nada son lo absoluto en su más extrema alienación. ¿Pero para Heidegger? La identidad del ser y la nada es dicha partir de la diferencia ontológica. ¿Pero en qué dimensión se mueve la determinación hegeliana considerada a partir de la diferencia ontológica? La proposición de Hegel no conduce a la diferencia ontológica: es, como lo indica el título mismo de la obra de Hegel, una frase ontológica. En efecto, toda la Lógica es un conjunto de proposiciones ontológicas enunciadas bajo la forma dialéctico-especulativa, a partir de lo cual se comprende que la Lógica reúna los pensamientos de Dios antes de la creación. ¿Pero qué quiere decir “creación”? Creación es creación del mundo. En alemán: Herstellung, en griego: poiesis. Son creados los entes. ¿De qué tiene necesidad, sin embargo, la producción de entes? Es necesario considerar aquí el ejemplo aristotélico del arquitecto. El arquitecto crea a partir del EIDOS. Antes de la creación, Dios piensa el EIDOS del mundo, es decir la totalidad de las categorías. Tal es el sentido de la ontología o Lógica hegeliana. Presenta tal cual la ontología en la que Dios toma la medida de su creación. Heideggeriana: SeminarioThor1969



Submitted on 19.09.2023 09:52
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