eternidad

Category: Heidegger - Obra em espanhol
Submitter: Murilo Cardoso de Castro

eternidad

Pero también es verdad que el asunto del pensar no se alcanza poniendo en circulación un montón de chácharas sobre “la verdad del ser” y la “historia del ser”. Lo único que importa es que la verdad del ser llegue al lenguaje y que el pensar alcance dicho lenguaje. Tal vez entonces el lenguaje reclame el justo silencio en lugar de una expresión precipitada. Pero ¿quién de entre nosotros, hombres de hoy, querría imaginar que sus intentos de pensar pueden encontrar su lugar siguiendo la senda del silencio? Si llega lejos, tal vez nuestro pensar pueda indicar dónde está la verdad del ser y mostrarla como lo que hay que pensar. De este modo, dicha verdad se sustraería mejor al mero suponer y opinar y quedaría adscrita a esa obra manual de la escritura que tan rara se ha vuelto. Las cosas importantes acaban por llegar a tiempo, aunque sea a última hora y aunque no estén destinadas a la ETERNIDAD. Heideggeriana: CartaHumanismo

“El tiempo es lo que cambia y se diversifica: la ETERNIDAD se mantiene simple” Meister Eckhart Heideggeriana: TempoHistoria

Ni el reconocimiento del ente como cosa de hecho [Tat-Sache] más elemental (como voluntad de poder) lleva a Nietzsche a pensar el ser en cuanto tal, ni tampoco accede a este pensar por la vía de la interpretación del ser como un “valor necesario”, ni tampoco el pensamiento del “eterno retorno de lo mismo” se convierte en un impulso para pensar la ETERNIDAD como instante desde lo súbito del despejado presenciar, el retorno como modo del presenciar y ambos, de acuerdo con su proveniencia esencial, desde el “tiempo” inicial [an-fänglich]. [Es decir, tiempo apropiante [er-eignende] ; es decir, tiempo desde el acaecimiento apropiante, el despejamiento y el “espacio de tiempo” [Zeit-Raum].] Heideggeriana: NiilismoSer

En lo anterior se supone que este poder creer del hombre en su propio “valor” es algo necesario. Es necesario porque se trata en todos los casos de la autoafirmación del hombre. Para poder permanecer seguro de su propio valor, el hombre tiene que poner un valor supremo para el ente en su totalidad. Pero si se decepciona la creencia en una unidad que atraviese el todo surge la comprensión de que con todo actuar y efectuar (”devenir”) no se consigue nada. ¿Qué encierra esta comprensión? Nada menos que el que este efectuar y devenir no es nada “efectivamente real” [Wirkliches] ni nada que sea verdaderamente, sino sólo un engaño. El efectuar [Wirken] es entonces lo irreal [das Unwirkliche]. El “devenir” aparece ahora no sólo como algo sin meta ni sentido, sino como algo que en sí mismo carece de peso y es, por lo tanto, irreal. Para poder salvar, a pesar de todo, esto que es irreal y asegurar al hombre un valor propio es necesario que, por encima del “devenir” y de lo “mutable”, de lo propiamente irreal y sólo aparente, se ponga un “mundo verdadero” en el que se conserve lo permanente, lo que no es afectado por ningún cambio y ninguna carencia, por ninguna decepción. La posición de este “mundo verdadero”, de lo suprasensible que se encuentra más allá, se produce a costa de la apreciación del “mundo” de aquí. Éste se rebaja a un peregrinar — breve, si se lo compara con la ETERNIDAD — a través de lo pasajero, cuya fatiga será recompensada en la ETERNIDAD en la medida en que de ella recibe su valor. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Qué es el tiempo? Si el tiempo encuentra su sentido en la ETERNIDAD, entonces habrá que comprenderlo a partir de ésta. Con ello, el punto de partida y el curso de la indagación estarían previamente diseñados: de la ETERNIDAD al tiempo. Este modo de plantear la cuestión es correcto en el supuesto de que dispongamos del mencionado punto de partida, es decir, que conozcamos y comprendamos adecuadamente la ETERNIDAD. Ahora bien, si la ETERNIDAD fuera una cosa distinta del vacío ser siempre, del “aei” (siempre), si Dios fuera la ETERNIDAD, entonces la manera de considerar el tiempo inicialmente propuesta habría de mantenerse en un estado de perplejidad mientras no conozca a Dios, mientras no comprenda la pregunta que interroga por él. Si nuestro acceso a Dios pasa por la fe y si el entrar en el tema de la ETERNIDAD no es otra cosa que esa fe, en tal caso la filosofía jamás tendría acceso a la ETERNIDAD, y por consiguiente, en el plano metodológico nunca podrá tomarla como una posible perspectiva para discutir la cuestión del tiempo. La filosofía nunca podrá disipar esta perplejidad. Así, el verdadero experto en cuestiones del tiempo es el teólogo; y si mal no recuerdo, la teología se las ha tenido que haber con el tiempo bajo diversos aspectos. Heideggeriana: ConceitoTempo

En primer lugar, la teología trata de la existencia humana en cuanto ser ante Dios y de su temporalidad en su relación con la ETERNIDAD. Dios mismo no necesita ninguna teología; su existencia no está fundamentada en la fe. Heideggeriana: ConceitoTempo

El filósofo no cree. Cuando el filósofo plantea la cuestión del tiempo, entonces está dispuesto a comprender el tiempo a partir del tiempo, concretamente a partir del aei, concepto que se presenta como ETERNIDAD, pero que en el fondo constituye un mero derivado de la esfera temporal. Heideggeriana: ConceitoTempo

Las consideraciones siguientes no son teológicas. El camino teológico, que ustedes son dueños de seguir, al abordar el problema del tiempo sólo puede tener el sentido de hacer más difícil la pregunta por la ETERNIDAD, preparándola en la forma correcta y planteándola con propiedad. pero nuestra reflexión tampoco es filosófica, pues no pretende ofrecer una definición sistemática y universalmente válida del tiempo, definición que habría de emprender su investigación por debajo del tiempo, en el contexto de las otras categorías. Heideggeriana: ConceitoTempo

Las siguientes reflexiones tratan del tiempo. ¿Qué es el tiempo? ? Si el tiempo encuentra su sentido en la ETERNIDAD, entonces tiene que entendérselo desde ésta. Con ello están prediseñados el punto de partida y el camino de esta indagación: desde la ETERNIDAD al tiempo. El planteamiento de esta pregunta está en orden bajo el supuesto de que dispongamos del mencionado punto de partida, y, por lo tanto, que conozcamos la ETERNIDAD y la comprendamos suficientemente. Si la ETERNIDAD fuese algo otro que el vacío ser-siempre, el aei, si Dios fuese la ETERNIDAD, entonces el modo más cercano de considerar el tiempo permanecería en la perplejidad, en tanto que no sabe acerca de Dios, en tanto que no comprende la encuesta dirigida a él. Si el acceso a Dios es la fe y el comprometerse con la ETERNIDAD no es otra cosa que esta fe, entonces la filosofía no tendrá jamás la ETERNIDAD y, por consiguiente, ésta no podría nunca ser empleada metódicamente como punto de vista posible para la discusión del tiempo. Jamás podrá apartarse esta perplejidad para la filosofía. Entonces, el teólogo es el legítimo conocedor del tema del tiempo; y si la memoria no engaña, la teología tiene que ver con el tiempo de múltiples modos. Heideggeriana: EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)

Primeramente, la teología trata de la existencia humana (menschliches Dasein) como ser ante Dios, trata de su ser temporal en su relación con la ETERNIDAD. Dios mismo no requiere de teología, su existencia no está fundada por la fe. Heideggeriana: EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)

El filósofo no cree. Si el filósofo pregunta por el tiempo, entonces está resuelto a comprender el tiempo a partir del tiempo, o bien a partir del aei, que tiene aspecto de ETERNIDAD, pero que se devela como un mero derivado del ser-temporal. Heideggeriana: EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)

La siguiente consideración no es teológica. En términos teológicos — y ustedes son libres de entenderlo así-, la consideración del tiempo sólo puede tener el sentido de hacer más difícil la pregunta por la ETERNIDAD, de prepararla en el recto modo y plantearla en sentido propio. Pero este tratamiento tampoco es filosófico, en la medida en que no pretende aportar una determinación sistemática, universalmente válida, del tiempo, una determinación que tendría que llevar la pregunta más atrás, detrás del tiempo, hacia el nexo con las otras categorías. Heideggeriana: EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)

Ahora bien: ¿por qué la analítica preparatoria del Dasein con vistas al develamiento de la posibilidad de la comprensión de ser es una puesta de manifiesto de la temporeidad del Dasein? ¿Por qué el proyecto metafísico del Dasein se mueve en dirección al tiempo y a su interpretación radical? ¿Acaso porque la teoría de la relatividad trata del tiempo, vale decir, del principio de una medición objetiva del tiempo? ¿O acaso porque Bergson, y en su secuela Spengler, tratan del tiempo? ¿O porque Husserl ha trabajado la fenomenología de la conciencia interna del tiempo; o porque Kierkegaard habla de la temporalidad en sentido cristiano, a diferencia de la ETERNIDAD; o quizá porque Dilthey considera central la historicidad del Dasein, y pone en conexión historicidad y tiempo? ¿Estaría, pues, proyectada la analítica del Dasein en dirección al tiempo porque se ha pensado que uno se las puede arreglar muy bien fundiendo todos esos nombres? ¿Brevemente, porque puede a uno ocurrírsele que hay que entremezclar esos diversos tratamientos del problema del tiempo y, como se dice, pensarlos “hasta sus últimas consecuencias”? Esta es, con mucho, la representación que el pequeño Moritz tiene de la filosofía, y que cree que de cinco autores se hace un sexto; (yo ya discutí a Kierkegaard cuando todavía no había literatura dialéctica, y a Dilthey, cuando era indecente mencionarlo en un seminario filosófico). Por lo demás, el llamado pensar hasta las últimas consecuencias tiene su propio sesgo. Para pensar algo hasta las últimas consecuencias, e incluso a Kierkegaard, Husserl, Bergson y Dilthey juntos, hay que tener previamente esa ultimidad, en dirección a la cual ha de pensarse hasta las últimas consecuencias; y siempre queda la pregunta: ¿por qué precisamente los mencionados? Pero, antes bien, la analítica del Dasein como temporeidad con vistas al develamiento de la interna posibilidad de la comprensión de ser no está determinada por ninguna otra cosa más que por el contenido de relaciones (Sachverhalt) de este problema fundamental de la metafísica; dicho más exactamente: por la visión fundamental de que la comprensión de ser está en una conexión originaria, pero, por de pronto, completamente oscura y enigmática, con el tiempo. Heideggeriana: TranscendenciaST

Pero aplacemos, por un segundo, estas dificultades y pensemos a fondo una cosa de lejos aún más importante. Al enunciar la proposición verdadera “la moneda es redonda” — entonces esto sucede a raíz de una adecuarse de nuestro decir con la cosa [Sache]. Esa es la norma, la medida, para nuestro decir. Pero, lo que ahí es normativo, lo dador de medida, ha de sernos, por esto mismo, ya, accesible. El aspecto de las cosas tiene que habérsenos mostrado ya previamente, para que podamos enunciar algo sobre aquello. Y el modo como se muestra la visión de la cosa [Anblick des Dinges], tiene que ser, con todo, él mismo “verdadero”. En otras palabras, la verdad de la proposición, no es, en absoluto, la verdad originaria; sino más bien: que las proposiciones se adecuen a las cosas y a los hechos [en general, al ente, en aquello que es y cómo lo es], debe poder orientar; supone que el ente ya ha sido hecho patente, antes de que se haya enunciado sobre éste cualquier tipo de proposición. Esta patencia del ente en su ser es la verdad originaria. En ella — podemos decir — se halla trasladado el hombre en tanto Dasein que él es. Y si, con anterioridad, no nos fuesen ya evidentes lo natural, lo vegetal, lo animal, lo instrumental, lo espacial, lo temporal, lo histórico, lo divino, entonces seríamos incapaces, en toda la ETERNIDAD, de experimentar o de utilizar, de resistir y de adorar jamás esto o aquello como planta, esto o aquello como animal, esta cosa como martillo y tenaza, esto como figura espacial, aquello como algo temporal, esto como historia, y aquello como Dios. Somos — en la medida que estamos expuestos a lo patente [abierto] del ente en cuanto que tal. Mas en la medida que el ente es patente, asimismo también está oculto; pues el ente no es accesible siempre tan sólo en una “perspectiva” y dentro de esta también sólo en determinados estratos. Lo demás nos permanece cerrado. Allí donde existe patencia, existe a su vez ocultamiento [Verborgenheit]. Heideggeriana: FilosofiaAlema

Pero lo venidero, la verdad del ser como denegación, tiene en sí la garantía de la grandeza, no de la vacía y enorme ETERNIDAD, sino del trayecto más breve. Heideggeriana: EreignisDeus

Si este llamado del más extremo hacer señales, el secretisimo acontecimiento-apropiador, sucede aún una vez abiertamente, o si la necesidad enmudece y falta todo dominio, y si, cuando el llamado tiene lugar, es entonces percibido, si el salto en el ser-ahí y con ello, a partir de su verdad, la vuelta se hace aún historia, en esto se decide el futuro del hombre. El puede espoliar y devastar los planetas con sus maquinaciones aún por siglos, lo gigantesco de este impulso puede “desarrollarse” hacia lo inimaginable y asumir la forma de una aparente rigurosidad, de disciplinar el desierto como tal; la grandeza del ser, mientras tanto, permanece ocluida, puesto que no tiene ya lugar decisión alguna acerca de la verdad y no verdad y sobre su esencia. Tan sólo se calcula el saldo del éxito y el fracaso de las maquinaciones. Este calcular se extiende hacia una presunta “ETERNIDAD”, que no es ninguna ETERNIDAD sino sólo el etcétera infinito de la fugacidad completamente devastada. Heideggeriana: EreignisDeus

La distinción que hace la fe cristiana entre el carácter perecedero de lo terrenal y la ETERNIDAD del cielo o del infierno no es más que la forma que adquiere la distinción de la que hablamos, la distinción entre un mundo verdadero y un mundo sensible, bajo la influencia de una determinada creencia de redención y salvación. La crítica que hace Nietzsche del cristianismo tiene como presupuesto la interpretación de este último como una degeneración del platonismo; su crítica no consiste más que en esta interpretación. Heideggeriana: VontadePoder

Pero la vida, y aquí en especial la vida humana, regulará de antemano la posición de las condiciones propias de sí misma y en general la posición de las condiciones de aseguramiento de su vitalidad, de acuerdo con el modo en que ella misma determine su esencia. Si ante todo y continuamente de lo que se trata para la vida es sólo de conservarse y de tener asegurado permanentemente su existencia consistente, si vida no quiere decir más que aseguramiento de la existencia consistente recibida y asumida, entonces la vida convertirá en sus condiciones más propias aquello que satisfaga y sirva a este aseguramiento de su existencia consistente. Lo que más condiciona en este sentido será entonces lo de mayor valor. Si en la vida se trata para la vida de conservar constantemente a la vida misma en cuanto tal en su existencia consistente, entonces no sólo tiene que haber asegurado condiciones particulares correspondientes. Como condición de la vida, es decir como valor, sólo podrá valer en general aquello que posea el carácter de conservación y aseguramiento de la existencia consistente. Sólo esto puede calificarse como “ente”. Pero si lo verdadero es lo que se tiene por ente, entonces todo lo que pretenda valer como verdadero debe tener el carácter de lo consistente y fijo; el “mundo verdadero” tiene que ser un mundo consistente, es decir, aquí, un mundo sustraído al cambio y la alteración. Con esto queda aclarado el sentido inmediato de las frases con las que Nietzsche comenta en qué sentido reconduce la oposición “mundo verdadero-mundo aparente” a “relaciones de valor”. Nietzsche dice: “Hemos proyectado nuestras condiciones de conservación como predicados del ser en general”. “Nuestras” — esto no alude a las condiciones de vida del hombre que vive actualmente, ni tampoco a las del hombre en general, sino a las del hombre del “mundo” occidental, griego, romano-cristiano, germano-romano-moderno-. Esta humanidad, puesto que en cierto modo lo que le importa en primer y último término es la consistencia, la perduración y la ETERNIDAD, ha puesto afuera, en el “mundo”, en el “todo”, aquello que le importa en su vida. El modo en el que se interpreta la esencia del ente, como consistencia, nace del modo en el que la vida se toma a sí misma en cuanto a lo que le es propio: como aseguramiento de la existencia consistente de sí misma. Por lo tanto, sólo estas determinaciones — consistencia, perduración y fijeza — dicen qué es y qué puede invocarse como ente, de qué pueden enunciarse las determinaciones “ente” y “ser”. Heideggeriana: VontadePoder

8. La existencia en el sentido schellinguiano es estrechada por Kierkegaard al ente que “es” en la contradicción de temporalidad y ETERNIDAD: al hombre que quiere ser él mismo. Existir como fe, es decir, atenerse a la realidad de lo real que el hombre mismo es en cada caso. Heideggeriana: HistoriaSer

Para percatarnos de que, y en qué medida, Nietzsche piensa desde un principio metafísico la venganza y la redención de la venganza, es decir, a partir del ser que define todo ente, es menester que consideremos con qué carácter esencial se manifiesta el ser del ente en la época moderna. El aludido carácter esencial del ser sale a la luz en forma clásica con una pocas frases que Schelling dejó estampadas en el año de 1809 en sus Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad humana y los objetos con ella relacionados. Las siguientes frases están apartadas expresamente en el texto original por un guión respecto de lo que antecede, destacándose así de propósito su significación fundamental. Dicen así: “En última y suprema instancia no hay otro ser alguno sino el querer. Querer es el ser primigenio y solamente a éste [a saber el querer], le cuadran todos los predicados del mismo [a saber del ser primigenio]: ser-sin-fondo, ETERNIDAD, independencia del tiempo, autoafirmación. Toda la filosofía no tiende sino a encontrar esta expresión suprema” Heideggeriana: SignificadoPensar

[…] desaparece lo que contraría a la voluntad cuando lo pasado deja de petrificarse en un mero “fue”, fijando como tal su mirada helada e inmóvil en el querer. Lo que contraría desaparece en cuanto el pasar ya no sea un mero pasar que hace hundirse lo pasado en un mero “fué”. La voluntad queda libertada de lo que la contraria, al quedar libre como voluntad, es decir, libre para el transcurrir en el pasar, pero par un transcurrir tal que no se sustrae a la voluntad sino que retorna trayendo de vuelta lo transcurrido. La voluntad queda libre de la repugnancia contra el tiempo, contra su mero pasado, cuando quiere constantemente el ir y venir, el transcurrir y retornar de todas las cosas. La voluntad queda libre de lo que la contraria en el “fué” cuando quiere el constante retorno de todo “fué”. La voluntad queda redimida de la repugnancia cuando quiere el constante retorno de lo mismo. De esta manera la voluntad quiere la ETERNIDAD de lo querido. La voluntad quiere la ETERNIDAD de sí misma. La voluntad es el ser primigenio. El sublime producto del ser primigenio es la ETERNIDAD. El ser primigenio del ente es la voluntad en cuanto querer eternamente retornante del retorno eterno de lo mismo. El eterno retorno de lo mismo, es el supremo triunfo de la metafísica de la voluntad que quiere eternamente su propio querer. La redención de la venganza es la transición de la repugnancia de la voluntad contra el tiempo y su “fué” a la voluntad que quiere eternamente el retorno de lo mismo, queriendo en este querer a sí misma como razón de sí misma. La redención de la venganza es la transición al ser primigenio de todo ente. Heideggeriana: SignificadoPensar

Según estas proposiciones, Zaratustra, el portavoz, es un “maestro”. A ojos vista, enseña dos cosas: el eterno retorno de lo Igual y el ultrahombre. Sólo que, de buenas a primeras, no se ve si, y de qué modo, estas dos cosas que enseña se pertenecen mutuamente. Pero aun en el caso de que se aclarara esta conexión, seguiría siendo cuestionable si estamos oyendo al portavoz, si estamos aprendiendo de este maestro. Sin este oír y aprender no sabremos nunca bien quién es Zaratustra. Así que no basta con que nos limitemos a poner unas junto a otras proposiciones de las cuales sale lo que el portavoz y el maestro dice de sí mismo. Tenemos que prestar atención a cómo lo dice y además en qué ocasión y con qué intención. Las palabras decisivas: “Tú eres el maestro del eterno retorno”, no las dice Zaratustra desde sí mismo a sí mismo. Se las dicen sus animales. Se las nombra al principio mismo del prólogo de la obra y, de un modo más claro, al final (n. 10). Aquí se dice: “… cuando el sol estuvo en el mediodía, miró (Zaratustra) interrogativamente a lo alto; porque, por encima de él, oía la llamada clara y nítida de un pájaro. Y he aquí que un águila describía amplios círculos en el aire, y de ella colgaba una serpiente, no como una presa sino como una amiga: pues el águila la tenía enroscada en tomo a su cuello”. En este misterioso abrazo presentimos ya de qué forma, sin que se diga de un modo explícito, en los círculos que describe el águila y en el enroscamiento de la serpiente se enroscan círculo y anillo. Así resplandece el anillo, que se llama anulus aeternitatis: anillo sigilar y año de la ETERNIDAD. En el aspecto de los dos animales se muestra adónde ellos mismos pertenecen con su girar y su enroscarse. Porque no son ellos nunca los que empiezan haciendo círculo y anillo, sino que se ensamblan en él para, de este modo, tener su esencia. En el aspecto de los dos animales aparece Aquello que le concierne al Zaratustra que levanta su mirada interrogativa hacia lo alto. De ahí que el texto continúe: “Son mis animales”, dijo Zaratustra, y se alegró de todo corazón. — El más orgulloso de los animales que hay bajo el sol y el más inteligente de los animales que hay bajo el sol — los dos han salido de exploración. — Quieren averiguar si Zaratustra aún vive. ¿En verdad, aún vivo?” Heideggeriana: NietzscheZaratustra

Las tres palabras “Hoy”, “Un día”, “Antaño” están escritas con mayúsculas y entre comillas. Nombran los rasgos fundamentales del tiempo. El modo como Zaratustra las pronuncia explica aquello que a partir de ahora Zaratustra tiene que decirse a sí mismo en el fondo de su esencia. ¿Y qué es esto? Que “Antaño” y “Un día” son futuro y pasado como el “Hoy”. Pero el hoy es como lo pasado y lo que viene. Las tres fases del tiempo se desplazan hacia lo Mismo, como lo Mismo, juntándose en un presente único, en un constante Ahora. La Metafísica llama al continuo Ahora: la ETERNIDAD. También Nietzsche piensa las tres fases del tiempo desde la ETERNIDAD como continuo presente. Pero lo permanente en él no descansa en un estar (stehen) sino en un retorno de lo Igual. Zaratustra, cuando le enseña a su alma aquel decir, es el maestro del eterno retorno de lo Mismo. Este retorno es la plenitud inagotable de la vida gozosa-dolorosa. Hacia allí se dirige “la gran nostalgia” del maestro del eterno retorno de lo Mismo. Heideggeriana: NietzscheZaratustra

¿Qué es la venganza? Podemos decir ahora de un modo provisional: venganza es la persecución que se opone y que rebaja. ¿Y es esta persecución lo que ha sostenido y penetrado hasta ahora toda reflexión y toda representación del ente en vistas a su ser? Si al espíritu de la venganza le compete el alcance metafísico del que hemos hablado, este alcance tiene que poder verse desde la constitución de la Metafísica moderna. Para lograr de algún modo esta visión, fijémonos en esto: en qué impronta esencial aparece el ser del ente dentro de los límites de la Metafísica moderna? Esta impronta esencial del ser se expresa de una forma clásica en unas pocas proposiciones que Schelling ha escrito en 1809 en sus “Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad y los objetos que están en conexión con ella”. Estas tres proposiciones dicen: “En la última y suprema instancia no hay otro ser que el querer. Querer es ser primigenio, y a éste (al querer) sólo se le pueden aplicar los predicados de éste mismo (del ser primigenio): ausencia de fundamento, ETERNIDAD, independencia del tiempo, auto-afirmación. Toda la Filosofía aspira sólo a encontrar esta suprema expresión.”(F. W. J. Schelling. Philosophische Schriften, tomo I, Landshut 1809, S. 419). Heideggeriana: NietzscheZaratustra

Según las proposiciones de Schelling, que expresan sólo la representación rectora de toda Metafísica, “independencia del tiempo, ETERNIDAD” son proto-predicados del ser. Heideggeriana: NietzscheZaratustra

Este Sí al tiempo es la voluntad de que el pasar permanezca y no sea rebajado a la nada. Pero ¿cómo puede permanecer el pasar? Sólo así: que como pasar no esté sólo yéndose continuamente sino viniendo siempre. Sólo así: que el pasar y lo que pasa de este pasar regrese en su venir como lo Mismo. Pero este mismo regreso sólo es un retorno que permanece si es un regreso eterno. El predicado “ETERNIDAD” según la doctrina de la Metafísica, pertenece al ser del ente. Heideggeriana: NietzscheZaratustra

Submitted on:  Tue, 19-Sep-2023, 09:23